Lo que me pertenece

Cap 31: No hay boda sin caos

El siguiente episodio tendrá escenas violentas, si no te gusta este tipo de contenido omite el capítulo.
 


 

ESCENAS NO APTAS PARA MENORES.


 

◇◇◇◇
◇◇

 


 

[Narra Alexander]
 


 

Dicen que no hay boda sin caos, ahora creo que es real.
 


 

Hace una hora unos hombre intentaron invadir el hotel pero gracias a mi gran equipo de seguridad se mantuvo bajo control, nadie se dio cuenta de lo que pasó ni los reporteros.
 


 

Si esto se hubiera salido de control ahora sería una masacre total.
 


 

Hay gente importante aquí, desde empresarios, políticos y jefes de la mafia de distintos países.
 


 

Ahora estoy investigando por quien venían.
 


 

Si por alguno de los invitados o por mi.
 


 

Soy Alexander Williams mejor conocido en el bajo mundo de la delincuencia como "Hunter"; muchos quieren mi cabeza.
 


 

Nunca me he preocupado porque en cualquier momento alguien llegue y me ataque con toda la intención de matarme pero ahora...
 


 

Alguien depende de mi, ahora muchos saben que probablemente tengo una debilidad y se que no tardarán en querer darme en donde me duela.
 


 

Y eso me preocupa, porque ella no sabe el peligro que corre a mi lado.
 


 

Pero al mismo tiempo se que nadie más la va a cuidar como yo lo are.
 


 

¿Es mi debilidad o mi fortaleza?
 


 

Me pregunto al mismo tiempo en el que la miro bailar y reir como si no hubiera un mañana, desde que la conocí no había tenido el privilegio de verla reír y disfrutar algo tanto como lo hace ahora.
 


 

Es una faceta que por primera vez estoy conociendo. 
 


 

Alguien como yo no puede darce el lujo de tener un punto débil y eso me está estrezando.
 


 

No se que es exactamente todo lo que siento, no se que es todo lo que esta ocurriendo conmigo.
 


 

No quiero que sea mi debilidad porque entonces mis enemigos no dudarán en ir por ella para acabar conmigo pero se que entonces tampoco yo dudaré en acabar con todo aquel que se atreva a sí quiera tocar uno de sus cabellos.
 


 

Nadie toca lo que es mío.
 


 

—Señor, lo tenemos en el cuarto de abajo—. Me dice uno de los hombres de mi equipo de seguridad.
 


 

—Bien, vamos.
 


 

Le doy una última mirada a Alison quien esta bailando con el pequeño Alejandro y sus amigas.
 


 

—No le quiten la vista de encima —. Les ordenó a los que se quedarán aquí.
 


 

Todos asienten y entonces salgo del salón con los demás.
 


 

Camino con dirección al cuarto subterráneo que hay en el hotel.
 


 

Minutos después me encuentro en el lugar.
 


 

Miro al hombre que ha tenido la valentía o más bien la estupidez de querer arruinar mi boda.
 


 

Sentado en una silla de metal y ya bastante golpeado se encuentra este, un charco de sangre se encuentra en el piso probablemente muera en un rato.
 


 

—¿Quién te mando?—. Le pregunto mientras me coloco unos guantes negros.
 


 

—No diré nada —. Contesta en un tono apenas audible.
 


 

—¿Sabes quien soy?—. Le pregunto mientras tomo una navaja y una silla.
 


 

Acomodo la silla enfrente de él dejando la parte de atrás por enfrente para poder recargarme.
 


 

—Te dice Hunter.
 


 

—Qué bueno que sepas quien soy.
 


 

—Eres un perro desgraciado.
 


 

—Oh, si, también me lo han dicho, un perro desgraciado que no conoce que es la piedad y ese lado de mi lo vas a conocer ahora mismo.
 


 

Acerco mi mano a la de él,  pone resistencia pero soy más fuerte así que hago que extienda sus dedos sobre la mesa que hay a lado.
 


 

—Dame la información que quiero y ye dejo los 10 dedos completos o por cada vez que te niegues te cortaré uno—. Lo miro directamente a los ojos, puedo ver el miedo en ellos.
 


 

—O me matas tú o me matan ellos por traición,  así que has lo que quieras de cualquier manera voy a morir.
 


 

Él tiene razón, no hay forma de que lo deje ir con vida.
 


 

—Pero al menos si me das la información morirás rápido pero si no lo haces te are sufrir tanto que me rogaras que te mate rápido.
 


 

—No diré nada—. Sin pensarlo dos veces le clavo la navaja en la mano haciendo que grite de una manera escandalosa.
 


 

Nadie se imuta, nadie dice nada, y yo... 
 


 

Yo solo disfruto de su sufrimiento.
 


 

He hecho cosas peores; definitivamente esto es poco.
 


 

—¿Por quién venían?—. Cambio la pregunta.
 


 

Su silencio me hace saber que se seguirá negando.
 


 

Cambio de método y esta vez le quiebro un dedo, lágrimas caen por sus mejillas ante el dolor que siente.
 


 

—No estoy jugando, elije ahora, mueres rapido o mueres lento y con mucho dolor—. Conmigo nadie juega.
 


 

—Bien—. Tomo un cuchillo más grande y le corto un dedo.
 


 

—Habla—. Le enseño uno de sus dedos el cual ahora tengo en mi mano—. 3, 2, 1...
 


 

Cuanto de manera regresiva.
 


 

—0—. Corto otro de sus dedos, sus gritos desgarradores se escuchan por todo el cuerto, hace que me duela la cabeza.
 




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