Lo que me pertenece

Cap 37: Desesperación.

Alexander y su mejor amigo, Jeremy, se encontraban en las calles solitarias de la ciudad.

Park Se-Heon le habia entregado a Kim Juho, sin Embargo,  este tenía un plan preparado en caso de que algo saliera mal.

Juho había recibido una carta que le advertía que Se-Heon lo traicionaría. Había traído consigo a unos hombres que los seguían de cerca, esperando el momento adecuado para atacar Sin que Alexander lo supiera.

—Ahora!!!—. Grito Juho y sus hombres salieron a la vista, Alexander y Jeremy se mostraron confundidos pero este Último sabía que algo así iba a pasar pues sus presentimientos casi nunca le fallaban.

—Ataquen—. Ordenó Jeremy a los francotiradores.

—Maldito traidor —. Grito Alexander hacia Se-Heon.

—No fui yo, sabes que tengo palabra—. Se defendió este.

Él decía la verdad, no tenía nada que ver con esto.

¿Cómo era posible qué  Juho se enterara?

La situación se volvía cada vez más tensa mientras Alexander intentaba encontrar una salida.

—Jamás me vas a tener, debías estar muerto pero ahora ese trabajo lo tendré que hacer yo—. Hablo Juho con desprecio hacia Alexander.

Los francotiradores desde su distancia hacian su trabajo disparandoles a los hombres de Juho, Alexander intentaba contar cuantos eran y desde donde disparaban pero la oscuridad no se lo permitia.

—Sigue soñando vine a matarte y eso are—. Ver a Se-Heon dispararle a los hombres de Juho y cubrir a Jeremy le hizo confiar en él.

Conoció a Se-Heon desde hace un tiempo pero nunca lo trató directamente,  se decia de que era una persona con palabra, si, era un maton, narcotraficante y estafador pero tenia palabra.

Algo raro de ver en personas que se dedican a eso.

—Cuidado!!—. Escucho el grito de Se-Heon lo que llamo su atención, Jeremy estaba expuesto a un disparo sin que Este se diera cuenta.

Una detonación se escucho y entonces paso.

El presentimiento de Jeremy se hizo real, sabía que este intercambio terminaría en una masacre y lastimando a alguno de los dos.

—¿Q-Qué hiciste?!—. Sangre brotaba de su herida y su mente se llenaba de pensamientos confusos.

—Te dije que te protegería —. Respondio con una sonrisa al ver a su mejor amigo a salvo.

—Pero no así —. Con Sus manos manchadas de sangre intento parar la sangre que salía del hombro pues fue ahí donde la bala perforó.

—No pasa nada, no es nada grave—. Intento calmarlo.

—No digas estupideces Alexander,  estas herido y dices que no es grave—. Le reclamo Jeremy.

— Mejor hay que resguardarnos —. Le dijo Alex intentando ponerse de pies a pesar del dolor que estaba sientiendo.

Se-Heon lo ayudo a ponerse de pie en lo que Jeremy recargaba su pistola.

Con cada paso doloroso, Alexander se esforzó por mantenerse en pie, La adrenalina corría por sus venas mientras luchaba contra el dolor, no era la primera vez que estaban en medio de un tiroteo, ser mafiosos era saber que un tiroteo podía ser su pan de cada día y que en cualquier momento alguien los iba a llegar a matar.

Alexander se destacaba por tener una buena puntería y apesar de que le costaba mantener su brazo levantado decidió ayudar, tomo un arma que le dio Se-Heon y a tiro preciso defendió a sus hombres y a ellos mismos.

Para acabar una guerra deben matar al líder y eso fue lo que él decidió hacer.

Se concentro en un único tiro que fuera capaz de matar a Seho.

Lo vio muy distraído intentando escapar cuando Alexander le disparo por la espalda.

—Han matado a Seho!!—. Grito uno de los hombres que acompañaba a este.

—Retirada —. Grito otro más.

Alexander tenia razón, matar al líder era acabar con la guerra.

Algunos de los hombres que habían llegado recientemente como apoyo de Alexander rodearon a todos aquellos que querían darce a la fuga.

—Déjalos ir—. Ordenó Alexander,  era su luna de miel y lo último que quería era una masacre más horrible de lo que ya era; en este día.

Los hombres acataron la orden, Alex se acercó al cuerpo de Seho quien estaba debatiéndose entre la vida y la muerte.

—Quería que sufrieras hasta pedirme que te matará pero tu cambiaste las cosas lamentablemente, te tendré que matar ya, ¿tus últimas palabras—. Pregunto Alexander mientras le apuntaba con su arma.

—Vete la mierda—. Le dijo con dificultad.

—Creo que te equivocas, aquí el que se va eres tú —. Le respondió para después disparar su arma hasta vaciar el cartucho.

—limpien el desastre, que no quede ni una prueba de lo que pasó hoy—. Dio la orden Jeremy a los hombres que habían quedado con vida.

—¿Cuántos de nuestro equipo fallecieron?—. Pregunto Alexander mientras se recargaba en un auto.

—8 y 5 heridos—. Sabía que en cualquier enfrentamientos siempre iba a tener bajas en su equipo, pero no se había acostumbrado a ese sentimiento de culpa cada vez que le decían cuantos habíamos fallecido.

Por eso siempre intentaba darles de lo mejor para que se protegieran.

—A todos los heridos mandalos con el Dr. Jung —. Este era uno de los mejores doctores, no hacía preguntas del por qué llegaban heridos de bala y la discreción era su fuerte, tenía el mejor equipo para atender a sus hombres así que confiaba en el al 100%— Y a los que han fallecido denle una sepultura como debe ser.

La única condición para entrar en su equipo es que nadie debía tener familia, es decir...

>Sin hijos
>sin pareja
>sin padres
>sin hermanos

Sin nadie que les llorara en caso de algo así.

No quería destruirle el mundo a alguien cuando algunos de ellos muriera.

Tan solo sus compañeros los extrañarían pero ellos sabían que esto era un riesgo a correr al momento de entrar a este mundo; aunque se escuche cruel.

—También te tienen que atender—. Le dijo Jeremy acercándose a él.

—Lo se pero no puedo tardar, mi pequeña me espera—. Jeremy sonrió un poco al escuchar a su amigo.




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