Lo que me pertenece

Cap 63: Investigación

Aunque la noche caiga con su manto de oscuridad,
y parezca que te envuelve un millón de secretos y miedos,
no dejes que la sombra te atormente ni te haga dudar.
Ten por seguro que al llegar el día, con su luz radiante,
todo se verá más claro, y lo oculto se revelará.
La verdad se descubrirá, y la oscuridad se disipará".

♡Alison♡

Secretos...

Los secretos ocultos son como una bomba de tiempo que se prepara para estallar. Aunque no sepas de ellos, en algún momento deben estallar, causar caos y revelar verdades que debían permanecer enterradas. Pero, ¿por qué? ¿Qué tienen contra mí que me ponen tantas pruebas y me atormentan tanto?

Recuerdo las noches y días que pasé creyendo que todo fue un accidente. Pero ahora... Ahora alguien quiere que la verdad sea revelada y todo salga a la luz. Pero, ¿de verdad es real esto? ¿Por qué quieren que sepa la verdad?

Las lágrimas no dejan de salir, y por más que intento controlarme, no puedo. Duele, duele demasiado pensar que alguien los mató a propósito. ¿Pero por qué? ¿Por qué a ellos? ¿Qué tenían en contra de mis padres? Ellos no tenían enemigos. Entonces... ¿Por qué los mataron?

Guardo las fotos dentro de la caja y la escondo en mi mueble. ¿Debería decirle esto a Alex? Él también sufriría por saber que a su papá lo mataron, no fue un accidente como creíamos. Pero merece saberlo, es su papá.

Tomo el teléfono de la casa y marco el número de Oliver.

—¿Bueno?—. Responde mi amigo.

—Oppa, necesito que me ayudes en algo—. Le digo con tono serio.

—Siempre dispuesto a ayudarte, pequeña. ¿Qué necesitas?—. Pregunta con interés.

—Quisiera investigar si Marta está en México o no. En caso de que no, necesito saber dónde está y fotos recientes de ella—. Le explico.

—¿Marta? ¿Por qué quieres saber de ella?—. Pregunta con curiosidad.

—Es una larga historia, te la diré cuando investigues eso—. Le respondo.

—Bien, pequeña. Lo haré.

—Gracias, Oppa.

—De nada, pequeña—. Dice antes de colgar la llamada.

Mis pensamientos se llenen de la imagen de esa mujer, yo se que realmente nunca nos quiso pero jamas la creí capaz de atentar contra la vida de mis padres.

Si estás aquí, te encontraré y me dirás la verdad Y si tuviste algo que ver con la muerte de mis padres, me la pagarás. Te lo juro.

El teléfono suena y me apresuro a responder.

—Bueno.

—Nena, ¿ya comiste?—. Reconozco la voz de Alex.

—Ya comí. ¿Y tú?—. Preguntó, a veces no come en todo el día cuando esta muy ocupado y eso me preocupa.

—Aún no. ¿Lucia te dijo que llegaré tarde?—. Pregunta.

—Sí, me lo informó. No te mal pases, y no llegues tan tarde, por favor.

—No lo haré pequeña. La junta de última hora se canceló, así que llegaré antes de las 9—. Explica.

—Bien... Amor...—. Susurro lo último, no sé si decirle o no—Necesito a uno de tus hombres.

—¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Tienes algún problema?—. Pregunta preocupado.

—Necesito investigar algo. Te lo contaré cuando llegues, pero por el momento necesito de uno de tus hombres...—. Digo firme.

—Todo lo que tengo en mi poder está a tu disposición. Te enviaré a uno ahora mismo si es urgente—. Agradezco que no insista en que le diga qué está pasando, aunque el tono en su voz es más que obvio que está preocupado.

—Gracias, amor.

—Bien, nena. Ahora mismo lo enviaré. Informa al equipo de seguridad que dejen pasar a Félix Larey y que ingresen sus datos en el sistema para que quede registrado con permiso para entrar—. Me dice, no esperaba que fuera a él a quien mandara.

—Está bien, amor—. Cuelgo la llamada.

Salgo de mi habitación con dirección al primer piso, me encuentro con el mayordomo, quien me saluda con una sonrisa. Devuelvo el gesto, aunque más que una sonrisa pudo haber parecido una mueca.

—Buenas tardes, chicos—. Saludo a los del equipo de seguridad de la tarde.

—Buenas tardes, mi señora—. Saludan los dos.

—¿Cómo se encuentran?—. Pregunto.

—Bien, ¿y usted?—.

—Bien también—. Miento, no estoy para nada bien.

—Va a venir un hombre llamado Félix Larey. Dejenlo pasar, es uno de nuestros trabajadores. Ingresen sus datos en el sistema, por favor, porque nos va a estar visitando con frecuencia. El señor está al tanto, él lo envía.

—Bien, mi señora. Lo haremos.

—Perfecto. Cualquier cosa, díganme. ¿Ya les dieron de comer?.

—Ya, mi señora—. Contestan al unísono.

—Bien, nos vemos luego. Gracias.

—Hasta luego—.

... 30 minutos después.

—Unnie, Alejandro se ha quedado dormido. Me informa Lucía.

—Qué bueno. Ha de estar cansado. Se la ha pasado jugando todo el día—. Sonrío.

—Sí. Es bueno eso—. Dice, ella ya sabe lo que pasó con mis padres y el motivo por el cual Alejandro no habla.

—Ali, ¿me prestas tu laptop?—. Me pide Estrella al llegar a mi habitación. Lucía se sienta en la cama a mi lado y Estrella hace lo mismo.

—Tómala. Está en mi escritorio—. Le digo.

—La mía se ha trabado. No sé qué le pasa—. Mira, me enseña su laptop.

—¿Algún virus?—. Pregunta Lucía.

—Eso es malo—. Dice Estrella, preocupada. Su laptop es fundamental para sus clases y trabajos en línea.

—Lo sé—. Responde Lucía.

—Mi señora, ha llegado el joven Félix—. Anuncia Julie, interrumpiendo nuestra conversación.

—Hágalo pasar—. Le pido.

Unos minutos después, Félix Larey entra en mi habitación.

—Buenas tardes—. Nos saluda a todas.

—Buenas tardes—. Respondemos al unísono.

—Mi señora, soy Félix Larey. Mucho gusto—. Se presenta el chico, aparentemente unos 25 o 26 años, con una estatura imponente que llama la atención. Su cabello castaño oscuro está peinado hacia atrás, lo que resalta sus ojos verdes brillantes. Su rostro es atractivo, con facciones definidas y una sonrisa educada que parece ser su expresión natural.




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