"En el silencio, las palabras no dichas hablan más que las que se pronuncian, y es en ese vacío donde se esconden las verdades más profundas y las mentiras más peligrosas."
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Narrador Omnisciente
Secretos...
Una pequeña palabra de 8 letras que tiene un gran impacto, capaz de destruir vidas, relaciones y reputaciones con solo un susurro. Un término que puede evocar sentimientos de culpa, miedo y ansiedad, y que puede hacer que la verdad sea más dolorosa que la mentira. Un arma de doble filo, que puede proteger y destruir, que puede unir y separar. La carga que llevamos en silencio, el peso que nos hace dudar y temblar. La sombra que nos sigue, el eco que nos persigue, la verdad que nos acecha. Un secreto puede ser un refugio, un lugar donde esconderse de la realidad, pero también puede ser una prisión, un lugar donde quedar atrapado en la mentira. Y sin embargo, a pesar del peligro que representan, los secretos siguen siendo una parte fundamental de nuestra vida, un recordatorio de que la verdad no siempre es fácil de aceptar, y que a veces es más fácil esconderse detrás de una mentira que enfrentar la realidad.
No hay secreto grande ni pequeño, al final siempre es secreto aunque intenten disminuir su magnitud.
Traición...
Una palabra que late con ocho letras al igual que "Secretos", puede tener un impacto devastador en nuestras vidas. Y es que, cuando se une a un secreto, la traición se convierte en su sombra inseparable. Porque para guardar un secreto, debemos mentir, y al hacerlo, traicionamos la confianza que otros han depositado en nosotros.
La omisión de la verdad se convierte en un acto de traición, un golpe silencioso que puede destruir relaciones, reputaciones y hasta la propia identidad. La traición se esconde en el silencio, en la negativa a revelar la verdad, y es allí donde encuentra su fuerza más destructiva.
Y sin embargo, la traición no es solo un acto de maldad, sino también un reflejo de nuestra propia vulnerabilidad. Porque cuando elegimos mentir y ocultar la verdad, estamos revelando nuestros propios miedos y debilidades. La traición se convierte en un espejo que refleja nuestras propias sombras.
Los secretos y la traición cuando van de la mano destruyen todo a su paso, y esta vez no es la excepción.
—¿Recibió la caja?—. Pregunto él mientras tomaba un sorbo de su vino.
—Por supuesto señor, me encargue de que así fuera—. Asintió el joven viendo a su jefe.
—Quisiera ver la cara de mi querido hermano al ver las fotos—. Lamentablemente no podría hacerlo pero se imaginaba más o menos como reaccionaria.
—¿Qué esperas con esto?—. Preguntó su mejor amigo al ver que el joven había puesto tanto empeño en mantener oculto aquel secreto.
¿A caso había llegado la hora de revelar su verdadera Identidad?.
—Arruinar a esa mujer por supuesto —. Le respondió como si fuera lo más obvio.
Y es que su meta no era el hijo, si no la madre.
Pero para tirar a la Reina debía atacar primero los pilares de los cuales ella se sostenía.
—Saldrá a la perfección tu plan—. Le respondió.
—Claro, un Brown siempre hace todo a la perfección—. Aunque no le gustaba la idea de portar ese apellido debía usarlo para darle una lección a ella.
—Si se entera querra deshacerte de ti—. Estaba preocupado por su amigo, aun cuando tenia todo para defenderse a ella la protegía alguien más fuerte que él.
—Sí no pudo deshacerse de mi cuando estaba en el vientre de mi madre menos ahora que tengo el poder suficiente para acabarla—. "¿Qué cara pondrás cuando te enteres de que no pudiste deshacerte de mi aun antes de nacer?" Penso.
El fuego con fuego se ataca, o eso dicen.
La Mafia con Mafia se combate.
Y él es uno de ese mundo al final, ser mafioso lo lleva en la sangre...desgraciadamente.
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Alexander:
...
5:00pm
La tarde había llegado, y la luz del sol se filtraba a través de las ventanas de la sala de cine de la mansión. Alison, Alejandro y yo estábamos sentados en el sofá, viendo una película infantil que Alejandro había elegido. El niño estaba sentado entre nosotros, con una sonrisa en su rostro y sus ojos fijos en la pantalla.
De repente, Alejandro se volvió hacia mí y me hizo una señal con la mano. Me miró con expectativa, y yo sonreí al entender lo que quería.
—¿Quieres palomitas de maíz? —le pregunté, haciendo la señal correspondiente con la mano.
Alejandro asintió con la cabeza y se rió, haciendo otra señal para pedir que le pusiera mantequilla en las palomitas.
Alison se rió y me dio un golpecito en el brazo.
—Es un niño muy exigente, ¿verdad? —dijo, sonriendo.
—Solo un poco—. Me reí y me levanté para ir a la cocina a preparar las palomitas de maíz.
Cuando regresé, Alejandro estaba sentado en el regazo de Alison, y los dos estaban riendo y disfrutando de la película.
Me senté a su lado y les pasé las palomitas de maíz. Alejandro se las comió con gusto, y Alison me dio un beso en la mejilla.
—Gracias—dijo, sonriendo.
Me reí y la abracé, sintiendo una sensación de felicidad.
¿Así se siente tener una familia y convivir de manera normal?.
De pequeño mi papá acostumbraba una vez al mes tomarse el día para pasar un rato agradable con Anna y conmigo, veíamos películas, íbamos de picnic o jugamos en la piscina.
Amaba cuando ese día llegaba porque por fin podía ver a mi papá todo el día, sin su traje de oficina o pegado a su laptop o documentos.
Cuando la escuela me empezo a consumir, a él su trabajo, a mi mamá también la familia se distanció, era difícil ver a mis padres, ya no era como antes y llego un punto donde ni para desayunar nos veíamos.
Creo que fue ahí cuando todo cambió, mi relación con mis padres de quebró y todo se jodio.