La noche cae en Nueva York y es hora de que las almas que aman la noche salgan a divertirse. El bar "Eclipse" es el lugar más popular de la ciudad, y esta noche no es la excepción. La música suena en todo el bar y las luces de colores se reflejan en las paredes, llenando el ambiente de un toque especial.
—¿Hiciste lo que te pedí?—. Pregunta Marta viendo al joven que luce despreocupado mientras toma su whisky, están en su zona Vip exclusivo para él.
—Aún no—. Responde como si no le importara la misión que le habían dado.
—¿Cuándo piensas hacerlo?—. Preguntó molesta.
—Cuándo yo quiera—. La miro molesto pues lo había venido a molestar a su lugar especial.
—Sabes que yo no soy la principal interesada en esto, ella se enojara contigo —. Le advirtió.
—Sí tanto le urge que lo haga ella, solo dile que conmigo no se meta, que tenga en cuenta que se desaparecer a alguien si dejar rastro de como paso—. La miro amenazante, un temblor recorrió su cuerpo, ella no estaba acostumbrada a lidiar con este tipo de personas. Nunca en su vida se había involucrado con un asesino. Claramente, Owen no era cualquier asesino.
—Y-yo...yo solo paso los recados—. Dijo Marta sintiendo miedo pues sabía que se había metido a la boca del lobo, y Owen era el rey en su territorio.
—Lo sé por eso pasare por alto tu imprudencia, Dile que Alexander ha tomado medidas para la protección de su mujer, no puedo acercarme a ella fácilmente, para eso debo primero llegar a ella casualmente sin levantar sospechas —. Le explico. Y es que desde el secuestro que paso Alison, Alexander se había encargado de mantener a su esposa vigilada cada vez que salía, el mejor equipo de seguridad la acompañaba y su equipo especial de La Umbra los vigilaba en las sombras. No era fácil llegar a ella, Alexander la protegía de mil maneras. Alison se sentía incomoda por tanta seguridad pero no quería preocupar a Alexander así que acepto todo eso.
—Al parecer su hijo esta causando problemas—. Sonrió la mujer al saber que Anna estaba equivocada, no lo tenia bajo su control.
—Por supuesto, es un Brown, esos siempre causan problemas—. Dijo Owen con una sonrisa enigmática, su voz tenía un tono de familiaridad y desprecio al mismo tiempo. Hablaba de los Brown como si los conociera personalmente, como si hubiera tenido experiencias directas con ellos. Y en ese momento, Marta se dio cuenta de que Owen escondía un secreto, algo que no estaba dispuesto a revelar.
Marta se sintió intrigada por la forma en que Owen hablaba de los Brown, como si estuviera compartiendo un secreto que solo él conocía. Su mirada parecía ocultar algo más que una simple curiosidad.
—No se apellida Williams?—. Preguntó confundida Marta.
—Mujer, ¿trabajas para Anna y no sabes la historia?—. Preguntó de forma sarcástica Owen, su mirada parecía desafiar a Marta a que descubriera la verdad.
—¿Qué historia?—. Preguntó curiosa Marta.
—La historia detrás de Maredith Wilder, o mejor dicho, ahora conocida como Anna D'Williams —. Sonrió al ver la cara de confusión de Marta. Y es que nada es lo que parece. El dinero lo puede todo, y para los que lo tienen es fácil hacer lo que ellos quieran con tal de conseguir lo que quieren.
Owen se inclinó hacia adelante, su voz tomó un tono más bajo y conspirativo.
—Alexander Williams no es hijo de Thomas Williams, Anna lo engañó, desde un principio quería el dinero que tenía Thomas por eso se casó con él y le metió un hijo que no llevaba su sangre, Alexander heredó algo que no le tocaba al no llevar su sangre pero claro, el pobre Thomas no lo sabía y ahora Anna pelea una herencia que no le pertenece.
Marta se quedó con la boca abierta, su mente procesando la información que Owen le había revelado. Pero antes de que pudiera preguntar más, una mujer se sentó a su lado, un arma apuntando la cabeza de Owen.
—¿Qué tanto sabes?—. Preguntó la mujer, su voz fría y amenazante.
Owen volteo, tenía su mirada fija en la mujer. Por un momento, El rostro de Owen parecia destellar diversión como si su plan hubiera dado frutos, Pero luego, su expresión se volvió neutra.
Una sonrisa se pinto en sus labios.
"El plan a salido a la perfección", pensó.
—Tanto como yo quiero—. La miro a los ojos sin ninguna pizca de temor.
—Sabes mucho no deberías estar con vida—. Le respondió esta.
—No trabajo para nadie sin antes saber todo sobre ellos, tengo que tener algo con que defenderme en caso de traición, ¿o no Avery Wellesley?. —Le respondió Owen.
—Te daría la razón pero soy yo quien se encarga de que nada de mi señora se sepa—. Le respondió preparando el arma para disparar, el silenciador estaba listo para que no se escuchara el disparo.
—Dispara, pero antes de que lo hagas, debes saber que he dejado instrucciones precisas para que, en caso de que algo me suceda, la verdad sobre Anna D'Williams se revele de manera implacable y sin precedentes. Un plan perfecto, sin fisuras, sin escapatorias. La información que he recopilado sobre ella será liberada en todos los rincones del mundo, y no habrá forma de detenerla. La reputación de Anna será arrasada, su imperio se derrumbará, y ella será la única responsable de su propia caída—. Le advirtió Owen, su voz baja y amenazante.
Avery sonrió, su sonrisa fría y calculadora. —No te creas que puedes intimidarme, Owen. Yo soy la que tiene el control aquí—. Dijo, su voz llena de desafío.
Owen se rió, su risa baja y peligrosa. —No te creas que puedes controlarme, Avery. Yo soy el que tiene el poder aquí—. Dijo, su voz firme y segura.
La tensión en el aire era palpable, la situación estaba al borde de explotar. Owen y Avery se miraban fijamente, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y amenaza. La habitación estaba en silencio, solo se escuchaba el sonido de la música de fondo y la respiración de los dos personajes.
De repente, Owen se levantó de su silla, su movimiento rápido y fluido. Avery se tensó, su dedo en el gatillo de su arma. Pero Owen no se acercó a ella, en su lugar, se dirigió hacia la barra del bar.