Creer que conoces a alguien es una mentira que quieres creer porque la realidad es que jamás terminarás conociendo a una persona, aunque convivas años con ella. Las personas son como el océano, siempre habrá una parte de ellas que nunca has visto, ni conocerás. En la profundidad de su alma y su ser hay mentiras y secretos que se niegan a revelar, hay actitudes que esconden para evitar mostrar su verdadera naturaleza.
El humano es así, un enigma, un acertijo difícil de descifrar, y se esconde detrás de una máscara para evitar ser expuesto y que su verdadero "yo" sea conocido. A veces es mejor que su verdadero rostro siga oculto porque cuando se revela, causa estragos en las personas que los rodean, porque ante ellos se muestra una persona totalmente diferente a la que conocían.
Alexander tenía su mirada fija en la mujer que tenía enfrente.
La mujer que lo había criado, pero que ahora parecía una extraña.
—¿Quién eres tú y qué hiciste con mi madre?—, preguntó Alexander, sostenía su arma apuntandole a quien alguna vez fue la única mujer que admiraba, su mano temblaba, algo que nunca había pasado ni siquiera cuando mató por primera vez.
La mujer sonrió, una sonrisa cínica y espeluznante, como la de una persona que ha perdido la razón.
—Sigo siendo yo, Alexander—, respondió, su voz suave y calmada.
Pero Alexander sabía que eso no era cierto. La mujer que tenía enfrente no era la que lo había criado. La mujer que tenía enfrente era un monstruo.
Las gotas de sangre que habían salpicado mancharon su lindo vestido blanco. Alexander sintió una opresión en su pecho, una sensación de ahogo que no podía explicar.
—No, tú no eres ella, eres un monstruo—, dijo Alexander, su voz llena de veneno.
La mujer se rió, una risa fría y calculadora.
—No seas hipócrita, Alexander, de los dos tú eres el que más ha matado—, dijo, su mirada desafiante.
Alexander se sintió golpeado por las palabras de la mujer. Sabía que ella tenía razón.
—Sí, lo confieso, he matado más que tú, pero jamás a personas inocentes que nunca han hecho daño a alguien—, respondió Alexander, su voz llena de rabia.
La mujer se encogió de hombros.
—Matar es matar, Alexander, sin importar quién sea—, dijo, su mirada sin una pizca de arrepentimiento.
Alison miraba expectante en el cuerpo del joven, aún tomaba su mano y su cabeza estaba recostada en sus piernas. Tenía sus ojos llenos de lágrimas y las palabras atascadas en su garganta. Quería gritar, quería maldecir, quería insultarla en todos los idiomas que sabía, pero ante todo quería preguntarle...
¿POR QUÉ LO HACÍA?.
¿Qué había hecho para que se enseñara así con ella?
—¿En serio piensas dispararle a tu madre?—, preguntó el hombre parándose a lado de Anna.
—Soy capaz de hacerlo por proteger a la mujer que amo—, respondió Alexander, su voz firme y decidida, se paro enfrente de Alison para protegerla.
El hombre sonrió.
—Digno Hijo mío, proteger a los tuyos, pero no olvides que ella es tu madre y yo...—, detuvo sus palabras un momento —Yo soy tu padre.
—No, yo solo conocí un padre y ese es Thomas Williams, no llevo su sangre pero sí su apellido—, respondió Alexander, su voz llena de rabia.
El hombre se rió.
—Llevarás su apellido pero la sangre que corre por tus venas es la mía, Hijo de tigre sale rallado Alexander y tú eres una exacta copia de mí. La prueba está que sin que yo influyera en ti llegaste a mi mundo—. Respondió su padre, su voz llena de orgullo y satisfacción. —Eres un hombre poderoso y peligroso... Como yo.
—No soy como tú—, dijo Alexander, su voz llena de determinación.
Su padre se rió.
—Oh, Alexander—, dijo, su voz llena de ironía. —Tú no sabes lo que eres capaz de hacer. Tú no sabes lo que hay dentro de ti, eres igual que yo aunque intentes negarlo, Mírame...Soy tú y tú eres yo.
El hombre se acercó a él, con una sonrisa en el rostro, Alexander no dudo en apuntarlo con el arma ahora a él.
Su mirada decía, "Un paso más y tendrás una de mis balas en tu cabeza".
—Llegaste a mi nivel sin la necesidad de que yo te entrenara y preparara para este mundo, sin que yo tuviera la necesidad de heredarte mi imperio. Pero no te preocupes, Me llenas de orgullo. No como este idiota—Señaló en el cuerpo del joven—. Me llenas tanto de orgullo que te lo daré. Al final, Te Pertenece.
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Editado: 03.01.2025