■ Felix Larey ■
Contar mi pasado es algo que no me gusta hacer, no solo por el hecho de que no tengo nada de lo que me tenga que sentir orgulloso, sino porque mi vida no me perteneció desde un principio. Soy lo que otros quisieron que fuera. Mi existencia ha sido una serie de decisiones tomadas por otros, y yo solo he sido un peón en su juego.
Cargar con las cadenas del pasado me han hecho ser más fuerte, pero también infeliz. Nunca había cuestionado mis propias acciones, siempre creí que todo lo que hacía estaba bien. Hasta que llegué a Alexander, y a todos los chicos que hoy son mis amigos. Fue entonces cuando conocí la lealtad y la amistad verdadera. Verlos a los ojos y sentir el remordimiento siempre me ha torturado, porque nunca fui sincero con ellos.
Intenté mentirles lo menos posible, pero una mentira te lleva a otra, y entonces llega un punto en el que es imposible dejar de mentir sin tener que revelar todas las que ya dije.
Crecí con la idea de que mi existencia solo servía para que otros lograran lo que querían. Para servir a otros, ser lo que otros querían siempre fue algo que creí que era mi obligación. Pero entonces, ¿dónde queda lo que yo deseo? Si es mi vida, ¿por qué siento que no me pertenece?.
Treinta años de mi existencia y nunca había sabido qué es desear algo con tantas ganas y que no tenga nada que ver con mi pasado. La venganza es lo único que me mantuvo hasta ahora, vivir para acabar con otros; eso es lo que me enseñaron. No es lo correcto, pero es lo que se hacer, y por ello se volvió algo normal en mi vida.
Así es la sociedad también, ver tantas cosas que no son correctas pero que se volvieron normales porque pasan a diario. No debería ser así, pero de alguna forma, la gente ya no distingue lo correcto de lo incorrecto, lo malo de lo bueno y viceversa. Hay acciones que son malas pero se disfrazan de buenas, y hay acciones buenas que se ven como malas.
Así soy yo, un hombre malo que finge ser bueno, pero también un hombre bueno que parece malo. Contrariedad en su máximo esplendor, hipocresía también. Pero esto es lo que soy, alguien a quien desde que tiene memoria le enseñaron a ser lo que es hoy, hacer cosas malas disfrazadas de buenas.
Todo lo ilegal que hice, hago y haré es normal en mi vida, pero que sea normal para mí no quiere decir que sea lo correcto y algo bueno. Solo significa que lo vi desde pequeño y se volvió común.
Desde que salí de aquel lugar, vivo bajo mis propias reglas, no bajo las reglas de la sociedad ni del gobierno. Mis reglas son como las de Alexander, tal vez por eso he durado tanto a su lado. Ambos detenemos una visión distorsionada de la realidad, y somos lo que nos hicieron ser.
Aunque vivo bajo mis propias reglas, no soy del todo libre. Como dije, vivo atado a mi pasado, un pasado del cual no puedo huir, y por el cual estoy ahora aquí, en este punto de mi vida, cerca de ser libre pero también condenado porque lo que haré no sé si me hará feliz o más miserable de lo que ya soy.
No sé si vengarme me dará la satisfacción que busco, o si lo que necesito para sentirme bien conmigo mismo es algo más. Solo sé que hacerlo es fallarle a alguien más, alguien que me dio su confianza. Nunca he dudado en traicionar a otros, pero por algún razón, traicionarlo a él me hace sentir peor de lo que soy.
Le mentí desde un principio, le mentí sobre de dónde vengo, quién soy y cómo llegué a él. Porque, sí, llegar a él no fue una coincidencia, fue mi plan desde el principio. Y ahora, no solo le mentí a él, sino que también a ella.
Y a su familia.
La voz de la señora Carmen me saca de mis pensamientos.
—Me alegra que a pesar de todo lo que pasaste seas un hombre de bien—. Dijo la señora Carmen.
Evité su mirada.
"¿Hombre de bien?", la verdad es que no.
Soy un hombre con acciones cuestionables que entró a su casa y le mintió en la cara. Tiene enfrente de ella a la mano derecha del líder de la mafia estadounidense.
Soy un hombre de acciones bastantes cuestionables que quiere a su hija y aún no sabe para qué y por qué.
No puedo ver a los ojos a nadie de esta sala. No es la primera vez que miento, pero sí es la primera vez que no puedo mirar a los ojos a la persona a la que le mentí. Con Alexander no fue así. Pero con Estrella, con ella siento que si la miro a los ojos podrá ver a través de mí, sabrá que mentí sobre todo y que en realidad soy alguien de quien no se puede fiar.
Pero decirle la verdad no es una opción.
No lo fue, no lo es y nunca lo sera.
No puedo dejarme ver como en realidad soy, no me puedo quitar la máscara detrás de la que me escondo; porque entonces huira de mí.
Y no la quiero lejos, pero tampoco cerca.
Mucha contrariedad, lo se.
Es ese sentimiento de contrariedad que me ha causado insomnio desde que la vi. Nació en mí un deseo de tenerla conmigo, pero sé que no debo. A mi lado corre peligro, pero lejos de mí no la quiero. Estoy intentando luchar contra eso, pero no puedo. Mis acciones me terminan llevando hacia ella y no sé cómo pasó. ¿En qué momento la empecé a desear?. ¿En qué momento se volvió importante?. Es más, no somos cercanos como para que eso pase. Hemos convivido poco, pero de manera ilógica entró en mi mente y se niega a salir.
Nunca me ha pasado algo así, en mi mente no hay espacio para algo más haya de mi venganza y de eso intento convecerme cada vez que pienso en ella, pero no puedo, no puedo huir de esto que me está pasando.
—Sí, eso creo —. Respondo con la voz baja.
—Por cierto chicos, era broma eso de querer saber todo de ustedes, la verdad es que lo vi en un drama y lo quise intentar —. La señora Carmen se empezó a reír, sus hijas negaron con la cabeza.
—Hay mamá.
—Lo siento, es que, ¿Cuándo se me iba a presentar otra oportunidad así?.
Dae-Hyun y yo reímos también.
—No se preocupe, esta bien—. Dijo Dae-Hyun sonriendo en grande.
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Editado: 05.05.2025