"Las sombras no siempre son oscuras. A veces, son solo el reflejo de lo que hay en su interior."
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El jet privado aterrizó en la pista de Nueva York cuando el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte. Alexander, Felix y Dae-Hyun descendieron con la misma tranquilidad con la que habían subido al avión. El viaje había sido silencioso, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Pero ahora que estaban de vuelta, no había espacio para distracciones.
Dae-Hyun estiró los brazos con una mueca.
—Odio los vuelos largos.
—No seas dramático —respondió Felix sin levantar la vista de su teléfono.
Alexander ignoró a ambos y avanzó hacia los vehículos que los esperaban. Quería llegar a la mansión y ver a su esposa.
—Vamos. No quiero perder más tiempo.
El trayecto hasta la mansión fue rápido. Al llegar, las puertas se abrieron de inmediato, y el personal se apresuró a recibirlos. Pero Alexander no prestó atención a nada de eso. Su mirada se fijó en la mujer que se levantó de inmediato del sofá para correr hacia él.
—Mi reina —susurró al tenerla en sus brazos, levantándola sin esfuerzo. Alison sonrió mientras lo besaba.
—Joder, te extrañé —le dijo feliz, al fin estaba en casa.
—No me fui por mucho tiempo —respondió Alexander, ignorando el hecho de que todos los presentes los observaban.
Las risas de los amigos de su esposo la hicieron recordar que no estaban solos, así que se bajó de sus brazos y fue a saludar a Felix y a Dae-Hyun, a quien no veía desde hacía días.
—Pequeña, Melany te manda saludos —le dijo Dae-Hyun mientras la abrazaba.
—Lo sé, gracias cuñado.
—Ahh. Jajaja. Lamento no habértelo dicho antes —rió apenado, recordando que ya todos sabían la supuesta relación amorosa que tenía con Melany.
—No te preocupes, felicidades.
A diferencia de Dae-Hyun, Felix era más reservado y serio, por lo que él la saludó extendiendo su mano para estrechar la de ella.
—Señora Williams, me alegra que esté bien —dijo de manera formal.
—Vamos, Felix, Lex ya sabe que te pedí que me tutearas —le dijo riendo. Prefería que le dijeran Alison antes de "Señora Williams".
—Entonces, Alison, es bueno verte.
—Lo mismo digo, Felix. Estrella me contó lo que pasó en México, lamento ese inconveniente —Felix se tensó al recordar ese momento, pero luego volvió a la normalidad.
—No te preocupes, supe manejar la situación —respondió, manteniendo la compostura. Efectivamente, Alison sabía que Felix Larey era la mano derecha de Alexander en la organización que tenía.
Tras esto, Alexander observó al hombre que los esperaba al final del salón. Alto, de complexión fuerte y con una expresión neutra que no dejaba ver absolutamente nada. Lo que más llamó su atención era su apariencia joven. Dae-Hyun y Felix esperaban ver a un hombre mayor que ellos, pero el hombre frente a ellos parecía tener alrededor de 24 o 26 años.
—Andrei —dijo Alexander sin rodeos, acercándose a él.
—Alexander Williams —respondió Andrei con un tono firme, sin intenciones de mostrar ni respeto ni hostilidad, solo un reconocimiento mutuo.
Dae-Hyun silbó bajo mientras se quitaba la chaqueta, esperando al menos que Andrei le dijera "Señor Alexander", pero lo tuteó desde el principio.
—Este tiene pinta de no soportar a nadie —susurró Dae-Hyun—. Se parece a ti.
—Qué bueno —agregó Felix con una media sonrisa.
Alexander los ignoró.
—Él es Felix Larey, mi mano derecha, y él, Jung Dae-Hyun, mi mejor amigo y segundo al mando —los presentó con un gesto de la mano antes de señalar al otro hombre que se acercó hacia ellos con paso firme—. Y él es Kim Oliver, el guardaespaldas personal de Alison.
Andrei apenas desvió la mirada hacia Oliver, evaluándolo con frialdad. Observó cómo Oliver se sentaba al lado de Alison y la abrazaba, demostrando lo cercano que era a ella.
—Y su mejor amigo —completó Alexander, ya que vio lo que Andrei observaba—. Trabajará contigo para cuidar a mi mujer.
—No necesito a nadie para hacer mi trabajo —respondió Andrei, sin cambiar su expresión.
El comentario no sorprendió a nadie. Oliver cruzó los brazos, sin molestarse en ocultar su desdén.
—Tampoco me entusiasma trabajar con alguien más, pero las órdenes de Alexander son claras.
Alexander tomó asiento al lado de su esposa, quitando el brazo de Oliver que tenía sobre sus hombros, y la acercó a él. Los miró con calma, como si ya estuviera preparado para esa discusión.
—No es negociable. Oliver está altamente entrenado, ha protegido a Alison durante años y también cuida de su hermano, Alejandro. No solo necesitamos que la seguridad sea efectiva, sino también discreta.
Como si su nombre hubiera sido una señal, un niño pequeño apareció corriendo desde el pasillo: Alejandro.
Sus ojitos se encontraron con los de Alexander y corrió hacia él.
—Campeón —dijo Alexander al verlo, levantándolo en sus brazos. El pequeño se sentó en sus piernas y lo abrazó—. ¿Cómo has estado? ¿Me extrañaste?
Le preguntó en lengua de señas.
—Sí, ya estás aquí —respondió Alejandro de la misma manera.
—Sí, ya estoy aquí. Te extrañé. Te traje algo —uno de los hombres de Alexander trajo una bolsa negra de regalo, que entregó a Alejandro. El niño, con sus pequeñas manos, empezó a abrirla, revelando en su interior un maletín con varias pinturas para su colección.
El niño sonrió feliz y le dio un beso en la mejilla a Alexander. Alison sonrió de vuelta, feliz. Poco a poco, Alejandro estaba volviendo a ser el mismo. Aunque aún no hablaba, sabía que pronto lo haría.
Andrei observó la escena con curiosidad, pero sin ser tan obvio. Esto era algo que no sabía del gran Hunter. Todos sabían que era un hombre despiadado y frío, pero con su familia, era un hombre distinto.
"El gran Hunter tiene dos debilidades", pensó riendo en su interior. Alejandro vio a Andrei, quien lo miraba fijamente.
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Editado: 05.05.2025