"Soy un hombre de negocios, un mafioso, alguien que ha construido su imperio con sangre y estrategia. Pero incluso en mi mundo, donde la muerte y el poder son la moneda de cambio, hay algo que ni el dinero ni las balas pueden comprar: un sueño que valga la pena convertir en realidad."—. A.W
ALEXANDER WILLIAMS
16 de Noviembre
Los documentos estaban perfectamente alineados sobre el escritorio, esperando mi firma. Tomé la pluma con firmeza y deslicé la punta sobre el papel, estampando mi nombre en cada uno de ellos. Con cada firma, consolidaba la inversión de cientos de millones de dólares en el hospital que estaba a punto de inaugurarse.
El hospital Élite Med no era solo un negocio más en mi imperio, no era solo otra de mis inversiones estratégicas. Era algo más grande. El primer paso de algo mucho más grande.
Mis ojos recorrieron los informes financieros y los contratos de inversión. Este hospital en Nueva York sería el primero de una cadena de hospitales beneficiarios que se expandiría con el tiempo. Helsia Health Foundation. Así los llamé. Una combinación sutil del apellido de Alison, una manera de inmortalizar su esencia sin que el mundo supiera que, en realidad, todo esto nació de ella.
De su voz.
De su sueño.
Apreté la mandíbula mientras dejaba la pluma sobre el escritorio. Aquel recuerdo regresó como un eco lejano, transportándome a esa noche en la que, sin saberlo, Alison había plantado la semilla de todo esto.
Flashback
El sonido de la lluvia contra las ventanas llenaba el espacio entre nosotros. Estábamos en la biblioteca de la mansión, sentados frente a la chimenea. Alison tenía una copa de vino en la mano, pero apenas había bebido. Sus dedos jugaban con el borde del cristal mientras su mirada se perdía en las llamas.
—Cuando era pequeña, solía ver a mi madre trabajar sin descanso en la clínica donde atendía. —Su voz era suave, casi nostálgica—. A veces, recibía pacientes que no podían pagar, pero ella nunca los rechazaba. Decía que nadie debería morir solo porque no tiene dinero.
Apoyé un codo en el brazo del sofá, observándola en silencio.
—Creí que tu mamá era diseñadora de modas —dije con el ceño ligeramente fruncido. Hasta donde sabía, esa era su profesión.
Alison esbozó una sonrisa triste, jugando con el borde de su copa.
—Lo era… pero antes de eso, fue doctora. Amaba la medicina, amaba ayudar a la gente.
Hizo una pausa, como si buscara las palabras adecuadas.
—Todo cambió cuando perdió a un paciente con el que se había encariñado. —Su voz bajó un poco—. Una de las reglas de los médicos es no involucrar sus sentimientos, pero… era solo un niño, Alexander. Un niño que apenas estaba empezando a vivir.
Su mirada se perdió en las llamas de la chimenea.
—Lo trató durante años, hizo todo lo que estuvo en sus manos… pero al final, no pudo salvarlo. Cuando murió, mi madre se derrumbó. No volvió a ser la misma.
Alison tomó aire y continuó:
—Algunos la juzgaron, decían que los médicos saben que no siempre podrán salvar a todos… pero ella no pudo aceptarlo. Se sintió culpable, entró en depresión y finalmente dejó la medicina.
Un silencio pesado se instaló entre nosotros antes de que ella soltara un suspiro.
—Fue entonces cuando decidió dedicarse al diseño de modas. De alguna forma, eso la ayudó a salir del pozo en el que había caído. Nos dijo que intentaría regresar a ser doctora. Pero… cuando mi vida se volvió un desastre, cuando pasé por todo lo que pasé… ya nunca encontró el camino de regreso a la medicina.
Se mordió el labio, como si no quisiera seguir hablando.
Yo tampoco dije nada de inmediato. No era necesario.
La entendía más de lo que ella creía.
—Siempre quise hacer algo parecido, ayudar como hacía ella —continuó—. Pero nunca supe cómo hacerlo a gran escala.
Su confesión me tomó por sorpresa. Alison rara vez hablaba de su madre, y mucho menos de sus sueños.
—Si tuvieras los medios, ¿qué harías? —pregunté, intrigado.
Ella dejó la copa sobre la mesa y me miró.
—¿Recuerdas cuando Oliver estaba internado?
—Sí —respondí.
—Me dijiste sobre tus planes de crear hospitales y ayudar a más personas. Me sentí tan identificada con tus sueños, recordé lo que tanto había querido hacer, pero me rendí porque sabía que jamás lo podría realizar. Pero si pudiera, me gustaría crear hospitales donde la gente no tenga que preocuparse por si puede pagar o no. Un lugar donde la prioridad sea salvar vidas, no el dinero.
Sus ojos reflejaban determinación, una que no había visto antes en ella. En ese momento, entendí algo importante: esto no era un simple deseo pasajero. Era parte de ella.
Me incliné un poco hacia adelante, sin apartar la mirada de la suya.
—¿Y qué te detiene?
Alison soltó una pequeña risa sin humor.
—No tengo la infraestructura, ni el conocimiento para manejar algo así. Puedo donar a fundaciones, apoyar causas, pero… no es lo mismo.
Por primera vez, vi frustración en su rostro.
Le di un trago a mi whisky, procesando cada palabra.
—Voy a hacer algo mejor.
Alison arqueó una ceja, divertida.
—¿Ah, sí?
—Voy a construirlos.
Frunció el ceño, entre confundida y escéptica.
—¿Qué?
—Voy a construir hospitales como el que imaginas. No solo uno, sino una cadena de ellos. Donde la gente pueda recibir atención sin importar su situación económica.
La expresión de Alison cambió. La incredulidad dio paso a la sorpresa, y luego a algo más profundo.
—No estás hablando en serio…
—Sí lo estoy. Porque tu sueño y el mío es uno mismo. Haré que se haga realidad.
Hubo un largo silencio entre nosotros. Luego, Alison sonrió, pero no fue su sonrisa usual. Fue una sonrisa genuina, llena de emoción.
—Si realmente logras hacer algo así… si puedes cambiar la vida de las personas con esto… será algo increíble.
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Editado: 28.03.2025