"A veces, los recuerdos más importantes no se pierden en el olvido, sino que se ocultan en las sombras de nuestra mente, esperando el momento adecuado para despertar. Pero cuando lo hacen, nos enfrentan a la verdad: no podemos escapar de quienes realmente somos ni de aquellos a quienes estamos destinados a proteger."
.
.
.
♡
La camioneta avanzaba por las calles de la ciudad, envuelto en un silencio que solo era interrumpido por el ruido del motor y el tenue murmullo de la radio. Alison miraba por la ventana, sus dedos tamborileando distraídamente sobre su regazo. Finalmente, suspiró y se giró hacia Felix.
—¿Era realmente necesario todo eso? —preguntó—. Comprar la tienda, asegurarte de que nunca vuelvan a trabajar en la industria…
Felix, sentado con una postura relajada, desvió la mirada de su teléfono para observarla.
—Por supuesto que era necesario —respondió sin titubear—. Se metieron contigo. No podía dejarlo pasar.
—Pero fue demasiado… —Alison se humedeció los labios, tratando de buscar las palabras adecuadas—. No me malinterpretes, Felix, sé que lo hiciste por protegerme y lo aprecio, pero esto podría llegar a oídos de Alexander y... prefiero evitar que lo sepa.
Felix la miró en silencio por un momento antes de soltar una risa baja.
—¿En serio crees que puedes ocultarle esto?
Alison frunció los labios.
—Sería mejor si no se enterara.
Felix negó con la cabeza.
—No hay forma de que no lo haga, Ali. Si no se lo digo yo, lo descubrirá de otra manera. Y créeme, es mejor que lo sepa por mí antes de que alguien más lo haga. Además, el dinero que se usara para comprar todo eso es de él.
"Le llegará la factura de todo el gasto", pensó.
Alison suspiró y se hundió un poco en el asiento. Sabía que Felix tenía razón, pero aun así, no podía evitar preocuparse por la reacción de su esposo.
—Por cierto, ustedes—. Les habló a Oliver y a Andrei.
En la camioneta cabían todos y por lo tanto, estaban ellos también.
—¿Sí? —preguntó Andrei.
—¿Qué mierda hacían afuera?, se supone que deben estar siempre junto a ella —les reprochó.
—No los regañes, por favor. Yo les pedí que permanecieran afuera porque solo íbamos a entrar a comprar ropa, no era nada peligroso —los defendió Alison.
—Ali, están para protegerte...
—Lo sé, Felix, por favor, dile eso a Alexander cuando le digas lo que pasó —le pidió—No quiero que los regañe.
Le dijo con un puchero, Félix soltó un suspiro y susurró un "Esta bien ".
...
1 Hora después
Oficina de Alexander Williams
El sonido de un vaso estrellándose contra la pared resonó en la lujosa oficina. Los cristales rotos se esparcieron por el suelo mientras Alexander respiraba agitadamente, con los nudillos blancos por la fuerza con la que apretaba el borde de su escritorio.
Felix, sentado con una expresión relajada, observaba la reacción de su jefe sin inmutarse. Sabía que esto pasaría.
—Déjame ver si entendí bien —Alexander habló con un tono gélido, su mandíbula tensa—. Dos de mis mejores hombres, uno de la Bratva y otro ex Agente de la DEA, más 3 Hombres altamente capacitados por La Umbra, estaban allí y una maldita mujer se atrevió a ponerle una mano encima a Alison.
Felix suspiró.
—Alison les pidió que se quedaran fuera. Solo iban a comprar ropa, no querían llamar la atención. Entraron cuando Lucía gritó por ayuda.
Alexander soltó una risa amarga y pasó una mano por su rostro.
—¿Y en una tienda no hay peligros?! —gritó.
—Se supone que no, pero pues ya vemos que no es así —Felix cruzó los brazos y apoyó un pie sobre su rodilla.
—Ya me di cuenta —gruñó Alexander, dándole un golpe al escritorio con el puño—. ¡Mi esposa tuvo que defenderse en un lugar donde se supone que solo iba a comprar unos malditos vestidos y en su cumpleaños!
Alexander se apartó del escritorio y comenzó a caminar por la oficina, como un depredador al acecho. Sus ojos oscuros brillaban con una ira contenida mientras su mente trabajaba a toda velocidad.
—Voy a encargarme de que esas mujeres se arrepientan de haber nacido —dijo con voz venenosa—. Arruinaré sus vidas, sus carreras, su reputación. Nadie se mete con mi esposa y sigue respirando tranquilo.
Felix levantó una ceja.
—Ya me encargué de comprar la tienda y de que ninguna vuelva a trabajar en la industria de la moda.
—¡No es suficiente! —Alexander golpeó la pared con el puño, apenas sintiendo el dolor—. Quiero que lo pierdan todo.
—¿A qué te refieres con "todo"? —preguntó Felix con un atisbo de diversión.
—Todo, Felix, ¡todo!
Felix sonrió de lado.
—Eso suena más como el Alexander que conozco.
Alexander se volvió hacia él con los ojos encendidos por la furia.
—Quiero nombres. Quiero saber cada detalle de sus vidas. Quiero destruirlas, investiga si tienen un historial sucio que podamos usar en su contra, si han hecho algo ilegal, si han hecho algo similar anteriormente. Que salga a la luz, que sientan vergüenza.
Felix sacó su teléfono y deslizó la pantalla con calma.
—Ya me adelanté en eso—. Dijo rápidamente pues conocia a su jefe y amigo, sabia que algo asi no lo dejaria pasar por alto, más, cuando se trata de su esposa, "Lo que hace un hombre enamorado", penso—Tengo los nombres, las direcciones, las empresas de sus maridos y la escuela de sus hijos. También descubrí que la dueña de la tienda defraudó a varios clientes en el pasado, aunque logró ocultarlo con dinero. Algunas de las empleadas están involucradas en fraudes fiscales, y una en particular estuvo relacionada con un escándalo de explotación laboral en el extranjero. También hay conexiones turbias con ciertos políticos locales.
Alexander sonrió con frialdad.
—Perfecto. Expondremos todo. Haremos que se arrastren por piedad. Quiero que cada una de ellas sienta el peso de meterse con la persona equivocada.
#2692 en Novela romántica
mafia accion dinero narcotrafico droga, amor celos, muerte dark romance y diferencia de edad
Editado: 05.05.2025