Lo Que Me Pertenece: Esposa De Un Mafioso

Cap 27: Sorpresas y más sorpresas.

"Creí que lo tenía todo bajo control. Que no existía nada que pudiera hacerme flaquear. Pero entonces llegaste tú, y el mundo cambió de eje. Tu felicidad es mi prioridad... incluso antes de que mi propio orgullo me dejara aceptarlo." - A.W.

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La noche caía lentamente sobre la ciudad, tiñendo el cielo de tonos dorados y carmesí. Las luces de la enorme mansión de Alexander brillaban como estrellas en la tierra, reflejando la opulencia y el detalle con los que se había preparado la velada. Cada rincón de la propiedad emanaba elegancia y exclusividad; los jardines estaban iluminados con guirnaldas de luces cálidas, mientras que una alfombra de terciopelo guiaba a los invitados hasta la entrada principal de la mansión para así, atravesar esta y llegar al patio trasero, pues la entrada de ese lado estaba bloqueada, debido a unos problemas de último momento la entrada había sido bloqueada para tener un mejor control de seguridad.

Los automóviles de lujo comenzaban a llegar uno tras otro, dejando a los asistentes frente a la imponente fachada. Alexander había planeado cada detalle con meticulosidad: desde la selección de la música en vivo, que flotaba en el aire con una melodía envolvente, hasta los cócteles exclusivos servidos por camareros impecablemente vestidos. Era una noche especial.

Dentro de la mansión, la decoración evocaba un equilibrio entre sofisticación y calidez. Candelabros colgaban del techo, reflejando destellos dorados en las copas de champán, mientras un enorme arreglo floral presidía el centro del salón. Felix, con su habitual porte serio, observaba la entrada con los brazos cruzados, asegurándose de que todo estuviera bajo control. Sabía que la seguridad era primordial, pero también que esta noche era para celebrar.

Los amigos más cercanos de Alison ya estaban dentro, expectantes y ansiosos por su llegada.
De pronto, la puerta principal se abrió de par en par. Alexander entró con Alison del brazo, su expresión reflejaba una mezcla de nerviosismo y emoción. Le había vendado los ojos para llevarla hasta donde la fiesta se estaba llevando a cabo, Alison no había puesto resistencia pues confiaba en Alexander, una vez llegaron a la puerta trasera que daba al enorme jardín, Alexander le quito la venda de los ojos.

-¡Feliz cumpleaños, Alison!- exclamaron todos al unísono, mientras una lluvia de confeti dorado caía sobre ellos.

Alison llevó una mano a su boca, completamente anonadada por la enorme sorpresa, se dio cuenta de lo mucho que trabajaron para que ese lugar luciera de esa manera tan especial.

-¿Esto lo planeaste tú?- preguntó, volviéndose hacia Alexander, quien sonrió con orgullo.

-Por supuesto, te mereces una noche inolvidable.

Las hermanas Ramírez fueron las primeras en abrazarla con fuerza, emocionadas por el reencuentro a pesar de que no tenia mucho que se habian ido q México. Su madre, la señora Ramírez, también la abrazó con afecto, recordándole cuánto la había extrañado.

Mientras avanzaban, Alison recibió a la madre y el padre de Oliver, quienes le expresaron su felicidad por verla nuevamente. También saludó a sus antiguos compañeros de la universidad en México, quienes compartieron recuerdos y risas antes de tomar asiento en las mesas asignadas.

Alison tomó el brazo de Alexander con elegancia mientras avanzaban para saludar a los demas invitados, Cada detalle de la decoración destellaba lujo y sofisticación.

El primero en acercarse fue un empresario de renombre, acompañado de su esposa.

-Señor y señora Beaumont, qué gusto volver a verlos -dijo Alison con una sonrisa cordial.

-El placer es nuestro, señora Williams -respondió el hombre con voz grave, estrechándole la mano.

A medida que avanzaban, más figuras influyentes se acercaban a felicitarla por su cumpleaños: políticos con trajes impecables, inversionistas con miradas calculadoras, magnates de la tecnología y la moda, miembros de la nobleza extranjera y socialités adornadas con joyas exclusivas, algunas de ellas diseñadas exclusivamente para la ocasión.

Si bien Alexander había hecho aquello para la celebración de Alison; era un hombre de negocios y no podía desaprovechar cualquier evento para hacer tratos y negociaciones por ello había invitado a tanta gente del mundo empresarial.

Alison manejó cada interacción con gracia, intercambiando palabras amables y expresando su agradecimiento con una sonrisa impecable. No era su mundo, pero había aprendido a moverse en él con naturalidad. Ser la esposa de Alexander Williams, CEO de W&H Hotels & Resorts y de una gran empresa de Inversiónes, significaba formar parte de la élite empresarial global, y aunque aún se sentía ajena a algunas dinámicas, sabía que debía adaptarse.

Alexander, a sus 29 años -casi 30-, era más que un empresario exitoso; era un titán de los negocios, con una influencia que iba mucho más allá de los hoteles y las inversiones. Su nombre estaba en la lista de los magnates más influyentes del mundo, y su sola presencia en un evento podía elevar su prestigio.

Finalmente, llegó el momento de saludar a los amigos de Alexander, quienes habían sido clave en la planeación de la fiesta.

Cristian fue el primero en acercarse con una sonrisa amplia.

-Felicidades, Ali. Espero que todo haya sido de tu agrado.

-Es perfecto, Cris. Gracias por todo -dijo Alison, dándole un abrazo afectuoso.

Junto a él estaba su madre, una mujer de facciones refinadas y elegancia natural.

-Mamá, te presento a Alison.

-Es un placer conocerla, señora -dijo Alison con respeto.

-Oh, por favor, dime Amelia. Mi hijo nos ha hablado mucho de ti -respondió la mujer con amabilidad.

Owen se acercó después, con su postura relajada pero elegante.

-Me alegra verte feliz, Alison -dijo con una sonrisa sutil.




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