Lo Que Me Pertenece: Esposa De Un Mafioso

Cap 30: No le ocultes nada más.

"Hay verdades que no se dicen para proteger… pero también hay silencios que matan más lento que cualquier bala. Porque si se admite, entonces todo se vuelve real… y lo real, duele más que cualquier mentira."—. A.k

Alexander Williams.
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Habían pasado tres horas desde el incidente. El sol ya comenzaba a ocultarse entre los ventanales de mi oficina en la mansión, tiñendo de dorado los muebles de madera oscura. Pero en el ambiente no había ni calma ni belleza. Solo tensión. Y una promesa latente de guerra de parte de Anna.

Aunque pareciera insignificante el hecho de que haya mandado ese regalo que pareciera inofensivo, habia alterado mi tranquilidad.

Dae-Hyun, Andrei, Oliver y Felix estaban conmigo. De pie. Serios. Expectantes.

Les pedi reunirse porque todos me ayudaron a la seguridad de la fiesta y sobre los regalos, pata evitar que algun enemigo filtrara alguna bomba o Anna hiciera de las suyas, y a pesar de toda la seguridad lo logro.

—Esta más que claro que fue Anna —dije, rompiendo el silencio que colgaba desde hacía varios minutos, les conte sobre el regalo que hizo llegar —. Ella infiltró ese regalo. Lo hizo a propósito. Y lo logró porque alguien la ayudó.

Andrei frunció el ceño, él aun no sabe por que mi madre no sebe acercarse a mi mujer ni a Alejandro, a nadie de los que protejo.

—¿Y por qué no debía estar ese relicario ahí?— pregunta confundido.

—Porque proviene de ella —dije con firmeza, sin rodeos—. Porque Anna no es de fiar. No lo ha sido nunca. Es mi madre, sí… pero también fue quien ordenó la muerte de los padres de Alison.

El silencio cayó como una bomba. El aire se volvió denso.

A mi izquierda, noté cómo el cuerpo de Oliver se tensaba. Su respiración se volvió irregular, contenida. No era por afecto a Anna, si no, por que sabía lo que afectaría eso a Alison.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó, girándose lentamente hacia mí. Su voz era baja, áspera. Como si estuviera intentando convencerse de que había escuchado mal.

—Lo que escuchaste —dije sin apartar la mirada—. Anna los mandó matar. Lo planeó. Movió los hilos. Fue ella quien se aseguró de que Alison quedara huérfana.

De que esa no era la manera de revelar algo tan delicado, pero lo hice, sin rodeos sin anestesia sin difrazar la verdad para que no pareciera tan cruel pero la realidad era esa y no podia hacerla ver menos de lo que es.

Oliver me miró como si le acabara de quitar el piso bajo sus pies. No por Anna. Sino por lo que implicaba.

Los Hesley no solo eran sus patrones si no, también los padres de su mejor amiga, y al mismo tiempo, su segunda familia, los perdio en un instante, creyo que habia sido un accidente pero la realidad era otro, alguien los deseaba muertos y se encargo de que mandarlos a matar, es un golpe duro para él y asi mismo lo sera para Alison si se entera.

—No… No puede ser. —Se pasó la mano por el cabello, visiblemente alterado—. ¿Me estas diciendo que la mujer que es como su segunda madre para Ali se encargo de mandar a matar a sus padres? Osea que yo le dije a Alison… incontables veces… que confiara en ella. Que se apoyara en Anna cuando las cosas se pusieran difíciles. Que no estaba sola. ¡Le insistí tanto que podía confiar en ella!

—Lo sé —dije, bajando la voz—. Y por eso no podía decírtelo. Porque tú tampoco estabas listo para saberlo, no quiero que Alison se entere, aún no.

Él me miró, incrédulo.

—¿Estás escuchándote?, ¿Sabes cómo reaccionará Alison si descubre que le ocultaste algo así?

—Lo se —Mi respuesta fue tan cortante que lo detuvo—. Quiero que quede claro que no estoy defendiendo Anna. Y Estoy protegiendo a mi esposa a pesar del riesgo de ello.

Oliver apretó los puños.

—¿Y crees que protegerla es seguir mintiéndole? ¡¿Ocultar que la mujer en la que más confía fue quien le destruyó la vida?! ¡¿Cómo puedes pensar que eso es protegerla?!

—Porque lo es —dije con los dientes apretados—. Porque decirle ahora solo la rompería. Aún no está lista. Ya ha pasado por demasiado, y si descubre esto de golpe… no sé si va a levantarse. Anna le ha dado algo que no ha tenido desde que perdió a sus padres: una constante. Una imagen de afecto, de protección de “madre”. ¿Y quieres que le diga que fue todo mentira?

Oliver se quedó callado por unos segundos, luchando consigo mismo. Se que su pecho arde por la culpa de haber empujado a Alison a sus brazos.

—No tienes idea del nudo que siento ahora —murmuró, con la mandíbula tensa—. Porque sé que tienes razón. Pero también sé que si se entera por otra persona… por algo que no venga de ti, o de mí… te va a odiar. Nos va a odiar. Por haberlo ocultado. Por haberla dejado vivir engañada.

—Lo sé —respondí, bajando la mirada—. Pero es un riesgo que prefiero correr… antes que verla destruirse antes de tiempo.

Oliver se apoyó contra el escritorio, con los ojos cerrados. Respiró hondo. Muy hondo. Luego alzó la vista hacia mí, más tranquilo, pero aún con esa tormenta en el fondo de los ojos.

—Está bien. No se lo diré. No todavía. Pero te lo advierto, Alexander…

Me sostuvo la mirada.

—Si Alison se entera de otra forma, si esto llega a ella por una fuente externa… el dolor que va a sentir no se comparará con el que tú sentirás al ver cómo te odia. Porque va a hacerlo. Y no podré defenderte.

—Lo sé —asentí—. Pero prefiero que me odie un día, a verla rota por completo hoy.

Oliver se quedó en silencio por unos segundos más. Luego asintió lentamente.

—Entonces, por su bien… mantendré la boca cerrada. Pero asegúrate de estar listo para cuando llegue el momento. Porque vendrá, Alex. Y será devastador, y otra cosa, espero y no le ocultes nada más por que de lo contrario ya no confiara en ti.

Sus palabras calaron fuerte en mí. Cada una, como una daga bien dirigida, se clavó donde más duele. Porque tenía razón.




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