"Hay verdades que no se susurran, se escupen con veneno... y cuando llegan, no destruyen tu mundo: lo reescriben desde las ruinas."-. A.k
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■ Alexander Williams ■
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Regresamos a mi oficina donde habiamos dejado a los chicos, ambos cargabamos las cosas que necesitabamos para interferir la llamada, cuando llegamos a esta. Andrei ya estaba revisando un panel táctil en la pared, no se de donde lo saco, mientras tanto, Felix y Dae-Hyun ajustaban una serie de dispositivos sobre la mesa principal-no se de donde los sacaron-cada uno trabajaba en lo que sabía hacer mejor.
-Aquí están las cosas- dijo Oliver, colocó las cosas en el escritorio.
-Se tardaron, tuve que ir por estas cosas a mi habitación - dijo Felix, la paciencia no es una de sus cualidades.
Felix se había estado quedando en la mansión, para mayor seguridad de Alison y Alejandro.
-Tuve que hacer algunas cosas- Respondí sin dar más explicaciones.
-Ya está -anunció Dae-Hyun mientras terminaba de conectar lo que trajimos-. La llamada no puede durar menos de cinco minutos. Necesitamos al menos ese tiempo para una triangulación completa.
-Pedí que varios equipos estuvieran dispones para enviarles la información en tiempo real, así, podrán desplazarse rápidamente para llegar a ella sin importar donde esté-Dijo Felix.
-Perfecto, mantendré la llamada el el tiempo que haga falta -dije, tomando el teléfono.
-Ponla en altavoz -murmuró Felix, ya de pie con los brazos cruzados.
Andrei asintió de acuerdo, marque una segunda línea de respaldo para grabación paralela, conectándola a los sistemas encriptados de la Umbra. Una pequeña luz roja parpadeó indicando que todo estaba listo.
Marqué.
Sonó una vez.
-Ya está en línea -informó Dae-Hyun, con los ojos fijos en el panel de control al ver que Anna ya había respondido.
Asentí en silencio, la voz de Anna atravesó la sala como un cuchillo afilado.
-Mi querido hijo... estaba esperando tu llamada. Tardaste más de lo que creí -pronunció con ese tono tan característico suyo: una mezcla venenosa de burla, desprecio y teatralidad.
-Deja de jugar, Anna -dije, mi voz fría, cortante- Aléjate de Alison.
-¿Pero por qué? ¿Qué hice mal esta vez? ¿Te refieres al regalo? -preguntó con fingida inocencia, soltando una risita cargada de cinismo-. Yo solo le hice un favor a mi difunta amiga. Ella lo planeó hace años, ¿sabes? Quería asegurarse de que Alison recibiera algo especial cuando cumpliera veinte. Como está muerta, pensé que era mi deber cumplir su promesa.
-Deja de ser tan hipócrita, No te quiero cerca de ella. Nunca más -advertí, con los nudillos tensos y la mandíbula rígida.
-Qué impulsivo, Alexander... aunque, me enteré de que te dicen de otra forma, ¿ahora debería llamarte Hunter?.
Mi cuerpo se tensó de inmediato. El aire pareció espesarse a mi alrededor. Todos los que estaban en la sala notaron el cambio. Sentí la mirada de Felix clavarse en mí, expectante. Oliver dejó de moverse. Incluso Dae-Hyun alzó la cabeza del monitor.
-¿Quién te dijo eso? -pregunté con el ceño fruncido.
-Tú padre me contó -respondió Anna, calmada, como si acabara de hablar del clima-. Me dijo exactamente quién eres. Y al parecer, ni siquiera yo, que pasé años a tu lado, llegué a conocerte del todo. Eres mucho más peligroso de lo que pensé. Me impresionaste, Liam. De verdad lo hiciste.
-Cállate. Thomas no sabía quién era realmente.
-¿Thomas? -soltó una carcajada seca, vacía-. No hablo de ese pobre imbécil que creíste tu padre. Hablo del verdadero. De ese hombre que lleva tu sangre. Él sí que te conoce. Y te observa desde las sombras con orgullo. Dijo que finalmente estás caminando sobre su legado.
Tragué saliva. Una parte de mí no quería seguir escuchando. Pero otra... necesitaba saber.
-Cuando le conté que mataste a Langley -continuó Anna, disfrutando cada palabra-, sonrió. No lo sorprendió. De hecho, se alegró. Dijo que era momento de que su hijo mostrara de qué estaba hecho. Le encantó saber que no te tiembla la mano para proteger lo que consideras tuyo... aunque admito que no me gustó que fuera por Alison. Pero él... él estaba fascinado contigo.
Apreté los puños, los latidos golpeándome los oídos como tambores de guerra.
-¿Qué esperas de mi contandome eso?
-Nada, querido. Solo quería decírtelo. Quería que supieras que lo impresionaste. Y más cuando te vio, allí, se quedó sin palabras. Que no podía creer que fueras el líder de la Umbra, ahora se pregunta si deberías seguir usando el apellido Williams, porque, sinceramente, ya no representa lo que eres.
-No tengo otro padre que no sea Thomas -solté con rabia contenida, sintiendo cómo cada palabra quemaba por dentro-. Él me cuidó. Me dio su nombre. Su legado. Y tú... tú me das asco por ser quien eres y por mencionar a ese hombre.
-¿De verdad piensas eso? -su voz cambió de tono, ahora más suave, casi maternal, como si intentara confundirme-. Deberías volver a verlo. Eres su vivo retrato. Tienes su mirada. Su sangre. Su ira. Te guste o no... es tu padre.
-¿Y dónde estuvo todo este tiempo, eh? Si sabía de mí... ¿por qué dejó que otro hombre me criara? ¿Por qué no apareció cuando más lo necesitaba?
-Eso lo sabrás cuando lo tengas frente a ti... otra vez -dijo, dejando la frase suspendida en el aire como una amenaza envenenada-. Pregúntale si su plan funcionó. Si valió la pena esconderte. Si sacrificó a su hijo por algo más grande. Porque tú, Alexander... tú eras parte de su plan desde el principio. Y él... nunca hizo nada para detenerlo.
El silencio que siguió fue espeso. Respiraciones contenidas, miradas de tensión, un vacío asfixiante apoderándose de todos.
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Editado: 05.05.2025