Lo Que Me Pertenece: Esposa De Un Mafioso

Cap 38: Te creo.

Narrador Omnisciente:
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-¡Hijo de su chingada madre! -gritó Melany al ver las noticias que circulaban en Facebook.

Agarró lo primero que encontró y lo aventó contra la pared con toda su furia.

-¡Te voy a matar, pinche gringo hijo de la chingada! -bramó, sintiendo que la rabia que le hervía la sangre era muchísimo más a la que sentía cada vez que leía cómo las fans de Dae-Hyun la insultaban por salir con él.

-¡Estrella! -gritó el nombre de su hermana.

Esta apareció en la puerta, con el cepillo de dientes en la boca y la blusa mojada.

-¿Qué te pasa? ¡Gritas como loca! -se quejó, limpiándose la espuma de la boca.

-Arregla tu maleta, nos vamos a Nueva York -dijo Melany mientras ya empezaba a hacer la suya.

-¿Qué? ¿Por qué? -preguntó Estrella, confundida.

-Tengo que matar a un gringo cucaracho -soltó Melany como si fuera lo más lógico del mundo.

Su hermana la miró como si de verdad hubiera perdido la cabeza.

-¿Qué?

-¡Haz la pinche maleta ya! -gritó, desesperada.

-¿Sabes que mañana tenemos clases, verdad?

-¿A quién chingados le importa unas clases cuando el marido de tu mejor amiga le puso los cuernos? -la fulminó con la mirada, como diciendo "te apuras o me largo sola".

-¿Qué? -preguntó Estrella, pero luego su cerebro conectó las piezas:

"Nueva York", "amiga", "marido", "cuernos" = su única mejor amiga casada.

Alexander le puso los cuernos a Alison.

-Por ahí hubieras empezado -dijo mientras se quitaba el cepillo de dientes a toda prisa, tiraba su ropa al azar en la maleta y aventaba un par de zapatos y tenis dentro.

De un cajón sacó los pasaportes y las visas.

-¡Vámonos! -se puso los zapatos al vuelo-. Hay que ir a matar a ese hijo de puta.

Sí, Estrella era la tranquila... hasta que alguien que amaba estaba herido. Entonces hasta inventaba insultos.

Melany, que todavía no terminaba de empacar, la miró sorprendida.

-Todavía no acabo...

-¡¿A quién mierda le importa lo que lleves cuando a tu mejor amiga le rompieron el corazón?! -le gritó, regresándole la frase anterior-. Allá compramos, ¡ya vámonos!

Bajaron las escaleras como rayo, maletas en mano, hasta encontrarse con su madre en la sala.

-¿Se van de la casa? ¿Qué berrinche traen ahora? -preguntó, viendo las maletas-. Ya decía yo que algún día lo harían... aunque la mayoría de los jóvenes se escapan cuando los padres no están. Han evolucionado.

-Mamá, no es un juego. Vamos a ver a Alison -le dijo Melany.

-¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Qué le pasó a Ali? -preguntó, preocupada.

Las hermanas se miraron, dudando si contarle o no. Pero era mejor hacerlo. Después de todo, su mamá también seguía a Alexander y Alison en redes.

-El cucaracho de su marido le puso los cuernos. Vamos a matarlo -dijo Melany sin rodeos.

-Ahhh, ok. Haganlo, niñas -respondió su madre con seriedad pero al mismo tiempo de manera ligera como si se tratara del clima-. Y avísenme cuándo será el funeral para enviarle mis más hipócritas condolencias a su madresita.

-Por supuesto, madre -dijo Melany.

Probablemente la amenaza de la familia Ramirez podía ser broma....

O tal vez no.

-Háganlo bien. Que valga la pena faltar a clases.

La señora Ramírez era de esas madres que entendían que a veces había cosas más importantes que un día de escuela. Sabía cuándo dejar a sus hijas hacer sus locuras... siempre y cuando le dijeran la verdad. Mejor saber dónde estaban, que tenerlas mintiendo y arriesgándose como aquella vez que Melany casi se mata escapando por la ventana solo para irse a una fiesta.

La señora miró el reloj, calculando el tiempo que tardarían en llegar al aeropuerto. Si no lograban volar esa noche, bueno... mañana sería otro día.

Lo que no contaba era que sus hijas tenían contactos en el mundo de Alexander y Alison.

Mientras iban en camino, Estrella sacó su celular.

-Félix, necesito un favor -dijo en cuanto él contestó.

-Dime, Red. Estoy a tus órdenes, preciosa -respondió Félix con su tono relajado.

-¿Puedes conseguirnos un vuelo a Estados Unidos?

-Claro, Red. ¿Para cuándo?

-Para ya. Vamos rumbo al aeropuerto.

-Perfecto. ¿Van al aeropuerto de Alexander, cierto?

-Sí.

-Genial. Todavia hay vuelos, dare la orden para que las dejen abordar el primer Avión o si no, se vienen en el privado. Por cierto... ¿vienen para...?

-Sí. Vamos a matar a Williams.

La carcajada de Félix se escuchó fuerte y clara, cosa que no les hizo gracia.

-Suerte, chicas. Tendrán que hacer fila... Muchos quieren matarlo.

Y no hablaba de los enemigos de Alexander, no.

Hablaba de sus propios amigos.

-Qué buena noticia. Así le daremos como piñata de fiesta infantil -dijo Estrella.

-Bien, Red. Voy por ustedes. Nos vemos allá.

-Gracias, Félix.

-De nada, linda.

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-¿Estrella viene para acá? -preguntó Dae-Hyun al ver que Félix colgaba.

-Sí. Y trae refuerzos -respondió, divertido.

-Joder... Alex se está ganando más enemigos por minuto -murmuró Dae-Hyun, viendo a sus demás amigos, todos furiosos.

-¿Estás completamente loco? ¡¿Cómo pudiste hacerle esto?! -explotó Alexis, encarando a Alexander.

-Ni siquiera saben lo que pasó -dijo Alexander, recargado en la mesa, viéndose derrotado.

Estaba en su antiguo departamento, el que usaba antes de casarse, y no tenía idea de cómo todos habían logrado encontrarlo.

-Vimos las fotos -soltó Gabriel, serio-. El mundo entero las vio.

-¡Yo no la besé! ¡Me drogaron o algo! ¡No me acosté con esa mujer!

-Pero parece que sí -intervino Hana, cruzándose de brazos-. Y eso es lo que duele. Que Alison haya tenido que ver eso.

-Alison estaba... mal -añadió Cristian, con el ceño fruncido-. Nunca la había visto así. Ni siquiera lloraba... solo se apagó.




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