Lo Que Me Pertenece: Esposa De Un Mafioso

Cap 40: Pateticamente Enamorado.

"Uno no se da cuenta del momento exacto en que se enamora… solo un día despierta y descubre que todos sus pensamientos caminan hacia la misma persona, como si el corazón hubiera decidido amar en silencio mientras uno distraídamente vivía."
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Narrador Omnisciente

—Te creo, Alex —dijo Dae-Hyun sin rodeos, la mirada fija como un disparo limpio, la voz cargada de una seguridad que no pedía permiso—. Te creo cuando dices que nunca le serías infiel a Alison.

Alexander apenas se tensó. No porque dudara, sino porque la verdad dicha en voz alta a veces pesa más. Bajó la vista solo un poco, no por vergüenza, sino como si esa afirmación lo envolviera con algo más profundo que culpa: certeza.

Dae-Hyun no hablaba para consolar. Jamás lo había hecho. No era su papel y mucho menos su estilo. Aunque era su mejor amigo, nunca le había temblado la voz para hacerle frente, ni siquiera cuando el resto prefería callar por miedo o por lealtad mal entendida.

Como aquella vez en Berlín.

Alexander había planeado eliminar a un socio que lo traicionó, uno que había puesto en riesgo una operación de la Umbra. Ya tenía todo listo: hombres, armas, coartada. Estaba enceguecido por la rabia. Pero Dae-Hyun fue el único que se le plantó de frente. Le dijo que matar al tipo ahí, en suelo europeo, tan expuesto, iba a desencadenar una cacería internacional que no solo iba a manchar su nombre, sino poner en peligro toda la organización. Que no era justicia, era ego. Que no era estrategia, era estupidez.

Y no se lo dijo con miedo. Se lo dijo con el tipo de verdad que escuece pero te salva. Alexander lo escuchó y Canceló la operación.

—He visto todo lo que has hecho por ella —dijo Dae-Hyun con la voz templada y directa—. Pero eso no es lo que me convence. No son los gestos ni los millones. Es que tú, Alexander, eres capaz de destruir imperios por quien te importa… y Alison no es solo alguien en tu vida, es el epicentro. La única por la que serías capaz de deshacerte incluso de la versión de ti que juras defender.

Hizo una pausa breve, como si lo saboreara.

—Y no es porque seas un hombre recto, ni porque tengas principios de acero —añadió con media sonrisa cargada de ironía—. Porque todos sabemos que tus principios son tan flexibles como el poder que tienes en las manos. Pero con ella… con ella no juegas. Con ella eres verdad, aunque esa verdad te desarme.

Dae-Hyun se cruzó de brazos, apoyándose contra el marco de la ventana. Sus ojos escrutaban a su amigo, pero no con juicio, sino con asombro.

Silencio.

—Te creo porque yo he visto cómo la amas.

Lo dijo sin dramatismo, sin adornos. Una verdad desnuda, absoluta.

—La forma en que cedes cuando ella te mira como si fueras el sol y no la sombra. La manera en que esa mujer, sin alzar la voz, sin exigir nada, te tiene rendido como ningún enemigo logró hacerlo nunca.

Alexander ladeó la cabeza, alzando una ceja con fingido escepticismo, pero Dae siguió hablando sin pausa.

—Tú, el hombre que no repite camisa, el que no perdona un error en las cifras, el que impone reglas en la Umbra con mano de hierro...
Te he visto decir “sí, mi amor” cuando Alison te pide que la acompañes a ver kdramas como por ejemplo Goblin.

—Ella dijo que ese drama era nostálgica —murmuró Alexander.

—Y tú la viste tres veces con ella, Tú, Alexander, el que no pierde tiempo en ver películas, El mismo que ejecutó a dos hombres por traición la noche anterior.

El silencio se volvió cómodo. Casi cálido.

—Tú, que odias el ruido, ahora escuchas BTS, te hiciste fanboy desde que ella dijo que su grupo favorito de kpop era BTS, escuchaste sus canciones para asi saber cuales eran las correctas para usar y hacer un acróstico con sus nombres para pedirle matrimonio. ¿Desde cuándo escuchas música con letras dulces?

—¿A caso eso no hace alguien por su pareja? —añadió Alexander con voz bajo.

—Si, pero no Exactamente, Alexander Williams

Dae sonrió, con esa mezcla de burla y respeto.

—Tú lo hiciste. Con flores negras. Que no sé ni de dónde carajos las sacaste, pero las tuviste, porque eran sus favoritas. Y eso no fue todo. Porque después, echaste la casa por la ventana en la boda, como si estuvieras produciendo una película de Hollywood. ¿Cuántos millones gastaste, Alex?

Alexander sonrió, ladino.

—No los conté. Pero valió cada centavo.

—No puedes pasar más de un día lejos de ella. Recuerdo cuando viajamos a Dubai, estábamos en una reunión clave con inversores europeos. Le mandaste un mensaje preguntandole su te extrañaba y por que te dijo: “ Si te extraño”. saliste del país esa misma noche para verla, aunque creo que aquí el que más extrañaba al otro eras tú.

Alexander no lo negó.

—Desde entonces, no haces viajes largos sin ella ni sin Alejandro. Excepto cuando son reuniones con la Umbra, porque ni tú eres tan loco como para exponerla ahí.
Pero todo lo demás, vacaciones, negocios, reuniones diplomáticas... Ella va contigo.

Dae avanzó un paso.

—Tu oficina. Ese templo del orden, del minimalismo masculino, del cuero italiano y el mármol negro… la dejaste rediseñar.
Ahora hay cortinas beige, plantas vivas, hasta una taza con orejas de gato porque a ella le hace gracia.
Y tú no dices nada.
Te sientas en esa silla ridícula de terciopelo rosa y no haces ni un comentario.

—Le gusta el terciopelo —respondió Alexander sin mirarlo—Cuando visita mi oficina se sienta ahí, debe sentirse cómoda.

Dae-Hyun negó con la cabeza divertido, realmente no creía que ese fuera el mismo Alexander que era su mejor amigo desde hace años.

—Cuando tuvo fiebre de treinta y ocho, saliste de una junta de emergencia en W&H con accionistas japoneses y un delegado del aeropuerto de Atlanta. Te largaste sin decir adiós. El helicóptero estaba encendido diez minutos después.




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