Lo Que Me Pertenece: Esposa De Un Mafioso

Cap 43: Sobrevive por favor

[En el capitulo Anterior ].

—Dime. —Su voz, habitualmente controlada, se volvió fría y atenta.

—Tengo las grabaciones —la voz de Dae-Hyun sonaba agitada, entrecortada, y un ruido metálico de fondo sugería que estaba en movimiento.

—¿Qué te pasó? —Félix frunció el ceño, su tono se endureció al escuchar un quejido ahogado de su amigo.

—Me emboscaron. Intentaron quitarme las grabaciones. —Un sonido seco, como el eco de una puerta cerrándose, interrumpió su explicación—. Recibí un disparo, pero logré enviar una copia del video original a tu correo.

Félix sintió una ola de preocupación mezclada con furia recorriéndole. Sin apartar el teléfono de su oído, se volvió hacia Estrella, que lo miraba con evidente confusión.

—Ya regreso, Red. —Le susurró, rozando su mejilla con una suavidad fugaz antes de girarse y salir a paso rápido del comedor.

—¿Dónde estás? ¿Ya no te siguen? —preguntó mientras cruzaba el vestíbulo y empujaba las puertas principales de la mansión.

—No, están muertos, no te preocupes. —El esfuerzo en la voz de Dae-Hyun era evidente—. Voy con el doctor Pithert, él me atenderá.

—Voy para allá. —Félix aceleró el paso, sacando las llaves de su auto—. ¿Vas solo?

—Sí, no traje seguridad.

—¡Maldita sea, Dae-Hyun! —espetó, abriendo la puerta del auto y subiendo rápidamente—. Te he dicho que no salgas sin seguridad. ¿Estás sangrando mucho?.

—Un poco... pero nada grave. —El sonido de la respiración entrecortada de su amigo era cada vez más notorio—. No te preocupes, hermano. Hoy no moriré.

—Más te vale. Quédate despierto, ¿me oíste? No te atrevas a cerrar los ojos.

—Sí, sí… siempre tan dramático. —A pesar del dolor, Dae-Hyun rió suavemente, pero el sonido pronto se convirtió en una tos forzada—. Solo... solo no te tardes.

Félix encendió el motor, y mientras el auto rugía bajo sus pies, conectó su teléfono al sistema del vehículo.

—Activar rastreo GPS de la última llamada —ordenó, y en la pantalla apareció un mapa donde un punto rojo comenzaba a moverse—. Dae-Hyun, más te vale no quedarte inconsciente.

El vehículo aceleró por la carretera, dejando atrás el brillo de la mansión, devorando el asfalto bajo las ruedas.

Si algo le pasaba, alguien pagaría el precio.

[Nuevo capitulo]

Felix maldijo en voz baja mientras aceleraba su auto por las calles de Nueva York. La llamada de Dae-Hyun lo había alterado y No podía perder el tiempo. Inmediatamente, presionó el botón del altavoz de su auto y marcó a uno de los miembros de la Umbra.

—¡Necesito que vayan a la dirección que les he enviado!—ordenó, su voz era firme, sin dejar espacio para dudas—. Dae-Hyun está herido, y yo estoy demasiado lejos. Vayan por él y lleven a un paramedico, el GPS me marca que ha dejado de conducir lo más probable es que este inconsciente.

—Sí, señor Larey. Nos encargaremos de inmediato —respondió la voz del otro lado.

Felix colgó, sus dedos tamborileando con impaciencia sobre el volante. Sus ojos se movían de un lado a otro del camino, pero su mente estaba en otro lugar. Las grabaciones que Dae-Hyun había conseguido eran clave para entender lo que había ocurrido en la fiesta de Alison, y ahora esas pruebas podían ser el motivo por el que querían eliminarlo.

Unos 15 minutos después el teléfono volvió a sonar, y Felix respondió al instante.

—¿Alguna novedad?

—Encontramos al Joven Dae-Hyun, esta inconsciente.

Felix maldijo de nuevo y presionó el acelerador.

—Asegúrense de que nadie los siga y llevenlo inmediatamente a la clínica.

—Si señor—sin más, colgo la llamada.

Mientras conducía, llamó a Alexander. Este contestó casi al instante.

—¿Qué ocurre Felix?

—Alex, tenemos un problema. Dae-Hyun está herido. Alguien intentó matarlo por las grabaciones. Envié a un equipo, pero necesito que te dirijas al consultorio del doctor Pithert. Dae-Hyun ya esta siendo transladado para haya.

—¿Qué tan grave es?

—No lo sé.

—Estoy en camino —respondió Alexander sin dudarlo.

Felix colgó, manteniendo su vista fija en la carretera.

El doctor Pithert era conocido por su discreción y su habilidad para tratar heridas mortales sin dejar rastro. Era el médico de la Umbra, el que acudía cuando las balas hablaban más que las palabras y las cuchillas dejaban huellas que debían desaparecer. Felix sabía que si había alguien capaz de salvar a Dae-Hyun, era él. Pero incluso el mejor médico tenía sus límites.

Felix llegó primero. El hospital no era un edificio imponente, sino una cabaña humilde y desgastada por el tiempo, perdida en medio del bosque, lejos del bullicio de la ciudad. No había nada que delatara lo que se ocultaba bajo su apariencia modesta. Pero bajo esa fachada rústica, un ascensor secreto descendía a un complejo médico subterráneo. Un lugar construido para aquellos que no podían permitirse la atención de un hospital común sin levantar preguntas. Allí, las cicatrices desaparecían y los silencios se compraban.

Felix había esperado ansioso, su mirada clavada en la puerta del quirófano. Apenas había cruzado palabra con el personal. No porque no quisiera, sino porque no tenía la paciencia para charlas innecesarias. Cada segundo que pasaba y no recibía noticias lo consumía.

Después de unos minutos Alexander llego. El líder de la Umbra salió de su auto y se dirigió directamente a la cabaña, sus pasos decididos y su rostro tenso. El ascensor lo llevó rápidamente al complejo subterráneo, donde encontró a Felix esperando, su postura rígida y su mandíbula apretada.

—¿Cómo está Dae-Hyun? —preguntó Alexander de inmediato.

—Está en cirugía —respondió Felix, cruzándose de brazos, su frustración era evidente—. El muy cabrón me dijo que había sido una herida de bala, y resulta que fue una maldita navaja. Además, tiene una costilla fracturada y está lidiando con una hemorragia. ¿Por qué demonios no me dijo la verdad?




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