Lo Que Me Pertenece: Esposa De Un Mafioso

Cap 45: Bajo ataque

La puerta se abrió con suavidad, chirriando apenas. Hana salió apoyándose levemente en el marco, pero con la frente en alto, como si el simple hecho de mantenerse en pie fuera una victoria personal.

-¿Y esa heroína? -dijo Alex con una media sonrisa, dejando de jugar con el encendedor entre sus dedos.

Felix giró al escucharla, cruzando los brazos. Estaba junto a Alex, y con ellos Oliver, quien la observó de arriba abajo con una ceja alzada, disimulando la preocupación bajo una actitud despreocupada.

-Pensé que te habían dicho que reposaras, no que desfilaras -soltó Felix, sin burla, solo directo.

-Estaba harta de ver el mismo techo. Y de las agujas, odio las agujas -respondió Hana, arrastrando un poco las palabras, aunque sin perder el humor-. No es como si hubiera corrido una maratón. Solo doné sangre, no mi alma.

-Casi das las dos cosas -replicó Alex con una sonrisa ladeada pues sabía que había donado mucha sangre y eso la dejo bastante débil.

-¿Cómo te sientes? -preguntó Oliver, dando un paso al frente. Sus ojos se clavaron en los de ella, sin rodeos.

-Ligera. Un poco mareada todavía... pero bien.

Felix frunció el ceño, como si su mera presencia allí fuera una mala decisión.

-Entonces con más razón para que te vayas a casa. Ya hiciste lo que debías. Ahora te toca cuidarte.

-¿Y dejar a Dae-Hyun solo con ustedes tres? No, gracias -contestó con una mueca sarcástica-. Además, necesito saber por qué mi hermano terminó así.

Felix y Alexander se miraron, como si uno al otro se preguntaran si debían decirle la verdad o no.

-No sabemos. Dae-Hyun no nos ha dicho qué pasó -dijo Alex, con tono neutro-. También queremos saberlo.

Mintió.

-Como que no te creo, Williams -murmuró Hana, entornando los ojos.

-No te preocupes, Hannie. Ve a casa, y cuando Dae-Hyun despierte, regresa. Se te nota cansada.

-Bien... -Hana bufó, pero no negó que estaba agotada. Una punzada de debilidad le cruzó la pierna y se sostuvo discretamente del marco.

Oliver lo notó. Dio un paso más, ladeando la cabeza.

-Vamos -dijo Oliver, ofreciéndole el brazo con una sonrisa ladeada.

-Regresen con cuidado -añadió Alex desde su lugar, la voz grave pero serena.

-Por supuesto -asintió Oliver, manteniendo su tono relajado, aunque por dentro aún le pesaba la tensión no resuelta con Alexander.

A pesar del enojo que seguía latente, se esforzaba por hablarle con normalidad. Dae-Hyun había hablado con él, le había pedido que confiara en que Alexander no tenía nada que ver con lo ocurrido. Oliver no estaba del todo convencido, pero una parte de él quería creerlo. No por Alexander, sino por Alison. Porque verla tan rota lo destrozaba. Ella no merecía cargar con tanto.

Felix soltó un suspiro pesado y se acercó ligeramente, con ese aire autoritario que no necesitaba levantar la voz para hacerse notar.

-Cinco horas minimo, Hannie. Debes descansar bien. Y ni se te ocurra hacer nada estúpido... ni a ti-añadió, clavo los ojos en Oliver con una ceja alzada-. Ni tú.

-Eso nos deja sin opciones divertidas -replicó Oliver, encogiéndose de hombros con fingida decepción.

-Idiotas -murmuró Hana, rodando los ojos, aunque no pudo evitar que una risita se le escapara.

Oliver le tendió el brazo nuevamente, esta vez con más suavidad. Hana lo aceptó, al principio con cierta reticencia, como si aún no estuviera del todo cómoda con mostrarse vulnerable. Pero al final se apoyó con sutileza en él. No necesitaban palabras para entenderse en ese momento.

Salieron juntos de la sala, sus pasos resonando en el pasillo largo del hospital subterráneo. Las puertas automáticas se cerraron tras ellos con un leve susurro, y las luces blancas del techo los acompañaron hasta el final del pasillo, como si los despidieran en silencio.

Al llegar a la superficie, el cambio fue inmediato. El aire de la cabaña era más fresco, cargado con ese aroma a tierra húmeda y vegetación que siempre parecía envolver el claro. Avanzaron sin prisa, alejándose del escondite y dirigiéndose hacia el helicóptero que los esperaba.

Las hélices de su transporte aéreo ya estaban girando cuando Oliver empujó con suavidad a Hana hacia adelante. Estaban a solo unos metros de abordarlo cuando el rugido de unos motores quebró la calma como una bomba.

-Mierda... -murmuró Oliver, entrecerrando los ojos al ver las siluetas negras aparecer por el camino de tierra.

Tres camionetas todoterreno irrumpieron entre los árboles, frenando en seco. Las puertas se abrieron de inmediato y de ellas descendieron hombres armados, con rifles automáticos, miras láser y chalecos tácticos. Una emboscada profesional.

-¡Atrás! -espetó Oliver, sujetando a Hana por la cintura y girando para cubrirla con su cuerpo. La empujó suavemente tras una roca cercana mientras sacaba su arma con silenciador.

En la cabaña apenas había 7 hombres de la Umbra disponibles. El resto del equipo estaba desplegado en otras áreas del hospital, Aquella zona solo contaba con lo justo... aunque sí tenía lo más importante: el pequeño arsenal escondido bajo el piso, donde se almacenaban armas por si todo salía mal. Y justo ahora, todo estaba saliendo mal.

Las primeras ráfagas tronaron en el aire. Oliver respondió con fuego limpio y preciso, disparando en secuencia de dos tiros, apuntando a las piernas para inmovilizar y al pecho para neutralizar.

-¡SEÑORITA HANNIE! -gritó uno de los hombres de la Umbra desde la cabaña al ver que la hermana del segundo al mando estaba en peligro, salio con una escopeta recortada-. ¡Cúbrase!.

Hana estaba bajo el cuidado de La Umbra, a pesar de que ella no cargaba con un equipo de guardaespaldas, Dae-Hyun se habia encargado de que hombres de La Umbra la siguieran de cerca sin que ella se diera cuenta, Alison y Hana eran las mujeres más protegidas de La Umbra.

Y ellas lo sabían.

Alison, esposa del Líder.

Hana, hermana del segundo al mando.




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