Lo Que Me Pertenece: Esposa De Un Mafioso

Cap 54: De vuelta a Nueva York

26 de Noviembre – 8:15 a.m.

El aire matinal estaba impregnado con el aroma a tierra mojada y café recién hecho. Adentro de la mansión todo estaba en calma... hasta que se escucharon pasos firmes cruzando el recibidor principal.

Henry empujó la pesada puerta con una mano, cargando una pequeña maleta con la otra. El jefe de seguridad que cubría a Oliver lo dejó pasar al reconocerlo.

Andrei había avisado de su regreso y se había ofrecido a ir por él al aeropuerto, pero surgió un problema de última hora y Henry tuvo que llegar a la mansión en taxi.

Apenas cruzó el umbral, se encontró con una figura que no esperaba.

—¿Henry? —dijo Alison, bajando las escaleras con el ceño levemente fruncido, sorprendida—. Buenos días, no sabía que ya habías regresado.

—Hola, buenos días. Regresé hace unos minutos —respondió él, dejando la maleta a un lado—. Qué bueno volver a verla. ¿Está Alexander?

Desconocía las últimas noticias sobre ellos dos. Alison ocultó la tristeza y sonrió con normalidad.

—No, no está —respondió, acercándose.

—¿Y Félix o Oliver?

—Tampoco. ¿Quieres que les avise?

Antes de que Henry pudiera responder, su celular vibró con un nuevo mensaje.

—No se preocupe—dijo, mostrándole la pantalla—. Andrei me acaba de avisar que ahorita viene. Solo me pidió que lo esperara aquí.

—Está bien… ¿ya desayunaste?

—No —respondió él con una sonrisa breve—. Apenas bajé del avión.

—Entonces acompáñame al comedor —dijo Alison—. Las chicas están ahí. Seguro aún queda comida caliente.

Caminaron por el pasillo hasta el comedor. El murmullo de voces femeninas se hacía más claro a medida que se acercaban. Al entrar, Henry se detuvo apenas un segundo al ver varias caras que no conocía.

—Chicas —dijo Alison con una sonrisa—, él es Henry. Es un trabajador de Alexander y amigo de Andrei. Estaba en un viaje de negocios y ha regresado. Se va a quedar en la mansión hasta nuevo aviso.

Melany, Estrella y Hana lo miraron con curiosidad.

—Henry, ella es Jung Hana, hermana de Dae-Hyun —presentó Alison a la primera, quien debería estar en la universidad, pero por órdenes de Oliver y Alexander no la dejaron ir. Debia tomar sus clases en línea en una hora.

—Un placer —dijo Henry con cortesía, haciendo un pequeño gesto con la cabeza.

—Lo mismo —respondió Hana, educadamente.

—Ella es Melany Ramírez, prima de Oliver, novia de Dae-Hyun y hermana de Estrella. Ambas son como mis hermanas —añadió Alison, señalando a Melany.

—Un gusto conocerla, señorita —dijo Henry con una sonrisa.

—Igualmente. Bienvenido —respondió Melany, manteniendo la mirada curiosa.

—Y ella es Estrella Ramírez, también prima de Oliver y hermana de Melany. Viven en México, pero se quedarán un tiempo aquí —explicó Alison.

—Comprendo. Un gusto conocerla —dijo Henry, manteniendo su tono amable.

—Igualmente. Espero se sienta cómodo durante su estadía aquí —contestó Estrella con una sonrisa sutil.

—Señorita Lucía, un gusto volver a verla —saludó finalmente, dirigiéndose a Lucía.

Lucía levantó la vista de su libro para saludarlo con una sonrisa ligera. Henry tomó asiento junto a Alison, mientras ella le servía café.

—Lo mismo digo. ¿Qué tal el viaje? —preguntó Lucía siguiendo su curiosidad.

—Largo —respondió él—. Pero valió la pena... conseguí cerrar el trato.

Se limitó a decir. Sabía que, a excepción de Alison, las demás no estaban enteradas del mundo en el que se movían sus amigos y parejas.

Alison giró el rostro hacia él con atención, pero antes de decir algo más, Henry agregó:

—Me alegra haber llegado por fin. El clima de ese país me estaba enfermando.

—Con razón, se te nota un poco enfermo. Desayuna tranquilo. En cuanto acabes, llamaré al médico para que te revise —dijo Alison con una sonrisa amable.

Henry negó con la cabeza suavemente mientras bebía un sorbo del café caliente.

—No quiero causar molestias, señora Alison. En serio. Me compré unos medicamentos en el aeropuerto, con eso estoy bien.

Alison torció una leve sonrisa y negó con la cabeza.

—No me diga así… me hace sentir como una señora de cincuenta. Solo dime Alison, por favor. Me incomoda que me hablen tan formal.

Henry alzó ligeramente las cejas, sorprendido, pero asintió con una pequeña sonrisa educada.

—Está bien… Alison.

—Así está mejor —dijo ella, más relajada—. Y ya que estamos, yo también te voy a hablar como si fuéramos amigos, ¿te parece? Me sale más natural.

—Claro, como gustes.

—Y respecto al médico —añadió, retomando el hilo con firmeza pero calidez—, no es molestia. De seguro solo compraste paracetamol, ¿cierto?

Henry rió por lo bajo, rindiéndose.

—Me declaro culpable.

Una de las sirvientas apareció entonces por la puerta, portando una charola con un desayuno especialmente preparado: hot cakes esponjosos, tocino crujiente y un pequeño tazón de frutas frescas con miel. Era para Melany.

—Aquí tiene, señorita Melany —dijo la mujer, colocando el plato frente a ella con una sonrisa amable.

Pero en cuanto el aroma del tocino caliente llegó a sus fosas nasales, Melany se puso pálida de golpe.

—Ugh... —soltó, llevándose una mano a la boca con expresión de espanto.

De inmediato se levantó bruscamente, empujando la silla hacia atrás.

—¡Voy al baño! —exclamó entre dientes, saliendo casi corriendo del comedor, con las náuseas apretándole el estómago.

—¡Melany! —exclamó Estrella, levantándose de inmediato con alarma en el rostro.

—¿¡Qué pasó!? —dijo Alison, poniéndose de pie también.

Hana y Estrella no tardaron en seguirla, mirándose preocupadas. Henry también reaccionó al instante.

—¿Qué ocurrió? —preguntó él, dejándose llevar por el instinto y dejando la taza a un lado mientras se ponía de pie.

—No lo sé —murmuró Alison, apurando el paso para alcanzar a su amiga.




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