El grupo atravesó la entrada principal con paso firme, como si caminaran en cámara lenta dentro de una película.
Oliver iba en el centro, flanqueado por Hana a su derecha, Estrella a su izquierda junto a Melany. El contraste era inevitable: tres chicas de distinta vibra, todas radiantes a su manera, acompañadas por un chico que nadie reconocía.
Oliver no decía mucho. Miraba alrededor con expresión neutra, la mochila colgando despreocupadamente de un hombro. El sol de la mañana caía sobre su cabello, sin mucho esfuerzo logró destacar más de lo que ya lo hacía por ir en ese grupo.
Y, claro… las miradas no tardaron en llegar.
Desde una de las mesas del jardín exterior, un grupo de chicas dejó de reír para enfocarse en él.
—¿Ese es nuevo? —preguntó una de ellas, empujando los lentes de sol hacia arriba para ver mejor.
—Nunca lo había visto. Pero con esa cara… imposible olvidarlo.
—Y miren con quién viene.
—¡Viene con Jung Hana!—exclamó una.
—¡Y la otra es…! —una de ellas se inclinó más, bajando la voz—¿No es la novia de Jung Dae-Hyun?
—¡¿Del hermano de Hana?! —la sorpresa explotó en susurros compartidos.
Más de una persona en esa universidad sabía quién era Melany. No porque ella lo hubiera querido. No porque se esforzara en llamar la atención. Simplemente, era inevitable.
Desde que Dae-Hyun había hecho público su comunicado –una confesión directa, honesta, que había roto internet por un par de días–su rostro se habia vueltotendencia. Las fotos comenzaron a circular: algunas tomadas de sus redes, otras sacadas sin su permiso, capturas de momentos cotidianos que ahora flotaban por la red como si su intimidad fuera parte del dominio público.
Y no ayudaba que Hana, con su energía desbordante y adicción al contenido, compartiera sin filtro cada momento de sus salidas: desayunos entre amigas, selfies frente al espejo, Melany salía en más historias que los influencers promedio.
Estrella también. Hermana de la novia del famoso Jung Dae-Hyun, la conexión era suficiente para que la ubicaran.
—Traen el uniforme de la Universidad, ¿Habrán sido transferidos aquí?.
—Probablemente —contestó una—Necesito saber quien es él.
—Con ese porte, parece que salió de un drama de acción.
—Mmm… ¿y si es otro Jung? ¿Primo lejano? —dijo otra,
—Definitivamente es asiático, lo más probable es que sea familia de Hana.
—Le diré a Hana que me lo presente, es totalmente mi tipo.
Las risas se mezclaban con las suposiciones, y mientras tanto, el grupo seguía caminando, ajeno —o al menos eso parecía— a la atención que provocaban.
Estrella alzó una ceja con evidente fastidio cuando escuchó un par de comentarios en voz baja a sus espaldas.
—Siento que me están analizando como si fuera una bolsa de Gucci falsa —murmuró, sin disimular el tono sarcástico, mientras caminaba junto a las otras dos.
—Ignóralos —respondió Hana con una sonrisa ladeada—. Son hijos de papis, pero igual les encanta el chisme. Se aburren si no tienen de quién hablar.
Melany, por su parte, giró levemente la cabeza hacia Oliver y lo observó de arriba abajo antes de soltar una risita.
—Por si no lo has notado, tienes a medio campus babeando por ti.
—¿Ah, sí? —preguntó él, sin dejar de mirar al frente, impasible.
—Sí —añadió Estrella, rodando los ojos—. Llamas demasiado la atención. Si dicen que somos primas tuyas, dudo que se lo crean.
—Y eso que ni me esfuerzo por destacar —respondió Oliver—. Solo camino.
—Claro, y los modelos de revistas también “solo caminan” —bufó Mel, cruzándose de brazos.
—Apuesto mi auto a que el joven introvertido va a querer huir en menos de cinco minutos —dijo Hana al notar cómo la postura de Oliver se volvía más tensa a cada paso, conforme más miradas se clavaban en ellos.
—Se siente raro esto… —murmuró él, visiblemente incómodo—. Pero no estés tan segura.
—Te vas a acostumbrar, no te preocupes —le aseguró Hana—. Solo debes actuar como si fueras alguien más. Por eso no dejé que vinieras como te habías arreglado, ¿recuerdas? Si lo hacías, habrías atraído otro tipo de atención… y no precisamente buena.
Oliver soltó un suspiro.
—Fingir ser alguien que no soy suena demasiado teatral —dijo, girando apenas la cabeza hacia ella.
—Vamos, Kim, tienes todo para mantener tu papel. Nadie debe saber que vienes como mi guardaespaldas —dijo Hana, sonriendo con picardía—. Tómalo como un reto. Eres bueno en eso.
—¿Reto, eh? ¿Y qué gano si lo hago bien?
—Lo que tú quieras —respondió Hana, divertida—. Puedes pedirme lo que sea.
Melany giró la cabeza en seco al escuchar eso.
—Mmm, Hana, linda, no hagas eso —advirtió entre risas—. Cuando le das pase libre a Oliver, él es capaz de todo con tal de ganar. Literalmente todo.
Oliver se giró sutilmente hacia Hana, su sonrisa se tornó más peligrosa, más... estratégica.
Se inclinó hacia ella, y en voz baja, susurró.
—Más te vale que cumplas, Jung... porque voy a ganar.
Hana tragó saliva, fingiendo indiferencia, pero la verdad era que un escalofrío delicioso le recorrió la espalda. Se obligó a mirar hacia otro lado, aunque no pudo evitar la sonrisita que se le escapó.
—Te quiero ver intentándolo, Han Jae-hyun —respondió, retándolo con la mirada.
Y con eso, el juego había comenzado.
Al pasar cerca de un grupo más pequeño de estudiantes, uno de ellos lo miró con curiosidad y murmuró.
—¿Y ese quién es? ¿Será nuevo miembro de The Sovereign Club y se convertirá en uno de los protectores de la Mafia Rosa?
—¿La qué?—preguntó chico confundido.
—¡La Mafia Rosa! Así les dicen a las chicas que están cerca de ellos. Son como su círculo privado... siempre rodeadas por los grandes, intocables, como joyas custodiadas por los Grandes.
—¿Y quiénes son “los Grandes”?
—Cierto... eres nuevo en el país y que ni prestas atención a las redes sociales. “Los grandes” no es un apodo cualquiera. Es el nombre con el que se refieren a los miembros de The Sovereign Club. Un grupo de chicos que no solo tienen cara de portada, también controlan medio mundo. Empresarios, herederos, celebridades... todos con más poder que algunos gobiernos.
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Editado: 23.08.2025