Lo que me queda de vida

Aqui empezamos

La azul?, la negra? Hummm, la azul. Creo que debería dejarme el cabello suelto, hace mucho frío allá afuera, hoy. Chequeo dos veces en el espejo como me veo. Debo poder cumplir los altos estándares de Patrick Sloan empresario de alto nivel; tiene una excelente reputación en negocios, es conocido por sus altas expectativas para su personal; eso lo comprueba mi cómodo salario, es un hombre cotizado entre las mujeres, sin embargo aun no hay quien satisfaga sus expectativas. En lo que respecta a mi me conformo con conservar mi trabajo. Felizmente, me paga lo suficiente para costear estos costosos blazers y faldas, ni hablar de los zapatos de tacón. Miro mi reloj 6:45, ya Stéfano esta por llegar, su chofer, debe buscarme cada mañana antes de llevarlo a la oficina, tengo 25 minutos para ponerlo al tanto de la planificación del día mientras vamos camino a su torre empresarial, ¡si!, tiene su propio edificio.


 

- buenos días, Stéfano- sonrió mientras me abre la puerta


 

- buenos días señorita Smith- responde amablemente


 

- buen día, ponme al tanto- me ordena el Señor Sloan mientras revisa su teléfono


 

- para hoy tiene una reunión con los Monsalve a la 8:30am, tiene un almuerzo con la señorita Cristine Stone, el Señor Francois viene a la junta de las tres. Tiene algo de papeleo que firmar, son permisos de trabajo, también hay una chica nueva, ella ocupará mi lugar para mis vacaciones. Y... Eso seria todo por hoy Señor Sloan.- me miraba un tanto dubitativo.


 

- bien- suspiro con fuerza. Parecía un tanto inconforme- realmente debo almorzar con Cristine hoy?
 

- Señor si desea conservar su relación debería hacerlo- le respondí un poco sorprendida, suspiro de nuevo pero esta vez me sonrió
 

- cancela el almuerzo, no estoy de ánimos para aguantar sus berrinches- se relajo y miró por la ventana. Lo anoté en mi libreta. No debería cancelar su almuerzo es su novia, se supone que se casarán. Ahora esa bruja tendrá mas razones para gritarme


 

- Señor yo creo...- se bajó rápidamente del auto ya habíamos llegado, me dejó con las palabras en la boca. Tomé su maletín y me apresuro para alcanzarlo. Hoy será un día horrible, su novia no dejará de llamar y como no querrá hablarle me tocará escuchar sus insultos. Estos estúpidos zapatos caros, que idiota he sido esta falda no me deja caminar lo suficientemente rápido para alcanzarlo. ¿Porque tengo que perseguirlo? ¡Que humillante!


 

- ahh- mi pie se dobla y me precipito de frente al suelo, mis manos están ocupadas por lo que no me dará tiempo para tratar de detener la caída. Unos brazos me sostienen justo antes de plasmar mi cara en el piso sumamente pulido del edificio Sloan & Co.


 

- Alissa, no puedo conseguir una asistente y secretaria, tan rápido, así que necesito que dures al menos, hasta el final de la tarde- me reí a lo idiota. Estaba muy avergonzada. Claro que la conseguiría. Había dejado mi dignidad tirada en el piso. Me compuse rápido.


 

- disculpe- asintió y sonrió un poco, comenzó a avanzar. Esta vez caminó más despacio hasta llegar a su oficina. Dejé su maletín de cuero negro a un lado de su silla, corrí hasta la máquina y preparé su café, oscuro y amargo. Caminé despacio, no quería que mi torpeza lo derramara sobre él. Consigo llegar ilesa.


 

- Señor Sloan, en un momento traigo los papeles para que pueda firmarlos


 

- bien, ¡no necesitas correr!- me observa un segundo y sonríe- no quiero que te pase algo de camino a tu escritorio- me sonrojo. Río como idiota de nuevo, asiento y salgo rápido pero cuidadosa de su oficina. Por momentos creo que se preocupa de mi, ¡pero claro!, mi nivel de torpeza puede llegar a ser catastrófico.


 

- esta señalado donde debe firmar.- digo aun avergonzada por mi reciente casi caída, mientras señalo los papeles


 

- gracias Alissa; te llamaré al terminar- ni siquiera me mira al decirlo. Me parece desagradable. Debería tener la decencia de mirar a la persona que le habla. Finalmente me siento en mi escritorio a preparar las carpetas con toda la documentación que se usará durante el día. Son copias tras copias. Suena la extensión del Señor Sloan


 

- Alissa, ya están firmados los papeles; ven por ellos- me ordena. Se le escucha distraído


 

- en un momento estoy allá- cuelgo y me dirijo a su oficina.


 

- ¡Alissa!, ¿que te parece mejor para almorzar?- esta al teléfono- ¿bistec o...- hace una pequeña pausa mientras escucha - pescado?- no me dirige la mirada hasta terminar la frase


 

- pescado, es mas ligero- respondo a desgano en automático. Tomo las carpetas y cuando estoy a punto de retirarme


 

- necesito que almuerces conmigo- me dice pasando carpetas de un lado al otro


 

- ¿yo?- estoy en shock- ¿que yo almuerce con usted?- se da cuenta inmediatamente de mi sorpresa


 

- si, necesito que me ayudes a poner en orden algunos papeles, será aquí mismo en la oficina- se explica, con los ojos entre abiertos y algo de curiosidad, pasea sus ojos de un lado al otro


 

- ahhh- ¡la desilusión!- ¡por supuesto!, no hay ningún problema- sonrío. Me he sentido ridícula, ya hace cinco años que trabajo para él y esperaba ya no sentirme así; es un hombre muy atractivo, tiene rasgos fuertes y bien marcados, su cabello es un tanto canoso por su edad, pero le sienta bien. Es fornido, obviamente se ejercita a diario, sus brazos son anchos, y sus pectorales presionan la parte delantera de su camisa. Sus hombros son fuertes; de espalda ancha. Labios carnosos, mandíbula fuerte, obsesivamente peinado, perfumado e impecable, y, ¿sus ojos? Azules ni el mar es tan claro y peligroso. Pero soy su empleada y él solo sale con super modelos. Aunque no me considero poco atractiva, las expectativas son superiores a lo que puedo dar. De momento trato de organizar mis ideas sentada en mi escritorio. Sigo encarpetando los documentos para la junta de hoy; levanto mi vista, la señorita Cristine viene a toda marcha a la oficina del señor Sloan




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