No éramos.

No éramos.

Teníamos diferentes maneras de sentir amor.

Tú una vez me confesaste que solo besándome podrías tener en claro que es lo que seguías sintiendo por mí.

Yo, por el contrario, no lo veía como lo más importante, puesto que sabía y sentía que no necesitaba hacerlo para comprobar que te seguía queriendo. 

Para mi hasta ese punto ya no era importante el sexo, los besos o tus manos, yo tenía en claro que te seguía queriendo a ti, a tu persona, a esa vibra que sueles llevar a todos lados, esa forma de hacerme sentir como en casa. ¿Porque crees que te llamé esa noche que pelearon mis padres? Solo tú podías calmarme.

Y no es que tuviera un apego hacia ti o quisiera que volvieras a mí, simplemente entendí al verte después de siete meses que te quería, y que cuando quieres de verdad a alguien lo único que le deseas es su felicidad, aun así no sea a tu lado, como lo dicen todos esos bobos libros de amor, que de cierto tienen un poco.

Me gustaba verte feliz, verme feliz y que a pesar del tiempo tu manera de comportarte conmigo no cambiase, que por fin aprendiéramos a respetarnos sin pelear como perros y gatos y entender que ya no somos el uno del otro. Sí, volvimos a reír, a jugar, a burlarnos de todo, a preguntarnos de nuestras carreras, a actualizarnos de aquellos chismes vagos, casi a ser como esos dos tontos enamorados del ayer pero sin estarlo, tampoco es como andemos por la vida juntos, porque ya no es un nosotros más.

Y que nostálgico saber que vas a ser tú ese a quien siempre voy a tener en un rincón de mi corazón agradecido, aun así pasen 30 años y haga mi vida a lado de otro sé que serás ese bobo del que les cuente a mis nietos.

Pero por favor no malinterpretes esto, que tu ego no se infle y tu imagen en mis sueños diciéndome "te lo dije" vuelva más. Solo fuiste mi primer amor, es y será todo.