Lo que me queda por escribir

Maravillas que se pueden admirar desde el techo

A mi me gusta mucho admirar el cielo. Me gustan sus colores, sus nubes y su punto máximo de color, ese al que le llaman atardecer.

Desde hace unas semanas había estado intentando escribir algo sobre todo lo que últimamente está pasando pero sencillamente nada me nacía, no me agradaba porque hacía sentir triste cada que ese tema tocaba.

Hace unos días, sentada en la sala de estar llena de tareas, mi hermano me dijo: "Mira Lupita, el cielo" (sabía que lo decía porque a veces salgo a tomarle fotos), me lo estaba repitiendo para salir al techo que es desde casa donde se puede apreciar mejor. Al inicio no le di importancia, estaba frustrada por no poder entender nada de inglés y cuando le iba a pedir que me dejara en paz vi la ventana detrás de él.

Y sí, ahí estaba, ese atardecer con sus tonalidades que parecen que me gritan "ven" y que colorean los espacios de mi hogar por donde entra su luz.

Así que le dije a mis dos hermanos que me acompañaran a tomar fotos y subimos al techo. Mis padres no estaban, habían ido a comprar comida.

El cielo se veía tan bonito. Azul, rosa, morado, naranja y amarillo. Disfruté verlo como muchos otros días hasta su rojo intenso cuando se oculta el sol mientras mis hermanos corrían y hablaban de otras cosas.

Y eso me hizo pensar en cuantas veces he mirado el cielo, y cuantas veces he visto los mismos colores y cuantas veces ha sido la misma hora, el mismo final, sólo que diferente día. Puede que no salga a ver todos los atardeceres o puede que para muchos no tenga nada de especial, pero esto me hizo reflexionar en lo mucho que hay que agradecer por estar vivos, por todos los días que tuvimos la oportunidad de ver "el mismo cielo" y en lo que concierne a mi diario andar, primero que nada por tener un techo, un hogar;

Por poder subir esa escalera dentro de esta pandemia que me lleve a mirarlo una vez más.

Por tener una familia, por tener una vista que me funciona aún a través de dos cristales en cada ojo;

Por tener unos hermanos tan locos a pesar de las diferencias ¡Y que va! También por tener un aparato en donde capturar el cielo, porque detrás de lo material existe el esfuerzo de alguien más.

 

Y si nos pararámos a pensar en las cosas pequeñas que nos solemos encontrar e ignoramos por el hecho de que comúnmente están, puedo asegurar que tendríamos un nuevo motivo por el cual levantarnos cada mañana, aunque sea desde casa.

En este mundo tan diverso donde todos hemos caído en un lugar clave del tablero, hay que comenzar a encontrarnos a nosotros mismos. Sino nos gusta el lugar en el que estamos buscar la manera de avanzar sin aplastar los lugares de los demas. Dejemos volar la imaginación y sino, ¡también está bien! Sé paciente, no te culpes.

¡Ah!, y como bien dicen, hay que cuidarnos tanto del exterior como de nosotros mismos, a veces las emociones y sentimientos negativos pueden ser nuestro peor enemigo.


 




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