“Si no te corta, no sangras”....
—M-me du-duele…me está doliendo mucho…—fueron las primeras palabras que salieron de mi boca al poder entre abrir mis labios, llevaba varios minutos intentando abrir aunque sea un ojo pero el dolor y la hinchazón que sentía era tan fuerte que no me permitieron hacerlo hasta después de varios intentos.
—Hasta que al fin despiertas, maldita perra. —fue lo primero que escuche de su parte.
Incline la cabeza hacia arriba para observarlo, me resultaba tan doloroso la manera en cómo me llamaba un día podía ser su princesa, la mujer de su vida, y al siguiente la perra que se follaba como si de una prostituta barata se tratase usando mi cuerpo como si no me doliera ninguno de los golpes que me propina mientras se entierra con salvajismo dentro de mí y me lanza cachetadas certeras en las mejillas mientras más cercano estuviera de alcanzar su orgasmo.
Y es que hacer el amor con el siempre fue de una manera diferente, el decía que era su manera de demostrarme cuanto me deseaba con brusquedad o como el solo decirle con “sinceridad genuina” así era como el defendía su salvajismo. Le gustaba marcarme como suya y de cierta forma a mí me encantaba que lo hiciera, aunque muchas veces eso significará denigrarme.
Pasaron varios minutos donde el silencio reino entre los dos, este solo se dedico a observar mi cuerpo de arriba abajo con una expresión de asco total.
Imbécil, si fuiste tú quien me hizo esto....
—Muévete y levántate no tengo todo el maldito tiempo del mundo para esperarte—me dijo mientras lo veía ir a sacar varias toallas que se encontraban dentro del gabinete del cuarto este mismo solo lo utilizábamos para guardar toallas y productos de limpieza.
—Que acaso no piensas levantarte? Quieres seguir ahí echada descansando?. —dijo volteándose con un par de toallas en su mano, mirándome con una expresión de molestia. -Descansando?!...como si estar tirada por sentir constante ardor entre mis piernas, era una linda manera de “descansar”…
—No puedo, me duele mucho ahí abajo y las piernas. — le respondí mientras sentía como empezaban a caer las primeras lágrimas y es que los músculos de mi cuerpo palpitaban del dolor incluso las lágrimas que resbalaban de mis ojos provocaban ardor en mis mejillas pero decidí no mencionarlo sabía que no le gustaría escuchar ninguna queja referente a las cachetadas que me brindaba durante el sexo, para él era lujuria y éxtasis que le provocaba.
El no dijo nada simplemente vino directamente hacia mí y se inclinó para tomar de mis brazos y jalarme con una fuerza innecesaria. Al estar ya de pie pude sentir como todo ese líquido blanquecino y pegajoso salía de entre mis piernas. El vio la mueca que hice al sentirlo y bajo sus mirada hacia mis partes para ver lo que salía de mi y pude ver como un brillo de lujuria iluminaba su rostro y pues claro, al le encantaba marcarme sea del modo que sea y conocía bien que ver como su leche salía de mi le causaba total satisfacción.
Me llevo al baño mientras me cargaba al estilo princesa y me dejaba recostada en la tina ya había sido llenada con agua tibia en su interior.
No dijo nada mientras pasaba la esponja por mi cuerpo yo solo me dediqué a mirarlo, a contemplarlo y es que lo ama, lo ama tanto que dolía, dolía cada maldita manera en la que él me demostraba cuanto me amaba, pero sabía que su forma de demostrármelo era totalmente a la mía. Pero no importaba si estas demostraciones dolieran yo estaba dispuesta a recibir todo lo que me diera.
—Más tarde iremos a la casa de mis padres, así que será mejor que te alistes—me dijo mientras seguía lavando mi cuerpo.
—Realmente no me siento bien como para ir a verlos—le dije
—No era una pregunta. —respondió con determinación mientras fruncía el seño ante mi respuesta. A él no le gustaba que le reclamará nada respecto a sus padres para él, ellos siempre estarían ante todos, incluso antes que yo.
Odiaba eso, odiaba que pusiera todo antes que a mí, sus amistades, sus padres, sus malditos videojuegos todo lo demás para el siempre tendría mayor relevancia. Pero de cierto modo me había acostumbrado a aceptar las sobras que me daba.
Una vez que termino de bañarme, me envolvió en una toalla y me llevo hasta la cama para que yo pudiera secarme y vestirme, mientras el salía de la habitación.
Un rato después nos encontrábamos recostados en la cama mientras se reproducía una película en el viejo televisor regalado un obsequio de mis padres cuando nos fuimos a vivir solos. El tenía su brazo izquierdo abrazando mi cuerpo desde atrás mientras yo descansaba mi cabeza en su hombro. Amaba estos momentos aunque eran efímeros, los atesoraba más que los malos. Realmente no estaba prestando atención a la misma mi mente se encontraba en la nada, mi cuerpo estaba complacido de estar sentada junto a él.
Lo que me saco del aturdimiento en ese momento fue el sonido de notificación. Decidí alzar un poco mi cabeza para poder mirarlo y lo encontré sonriendo mientras miraba su pantalla. Con quien estaría escribiendo para que sonriera tanto. A veces me provocaba darle un pequeño puño en su rostro para borrar aquella sonrisa que salía cada vez que miraba su celular.
Volví mí vista al frente cuando él se removió para apartarse de mi lado y ponerse una pantaloneta roto y sus zapatillas para luego tomar las llaves de la casa que estaban encima de su mesa de noche.