Lo que nadie supo de la niña callada

INVISIBILIDAD

CAPITULO 1

ABRIL

Si, es difícil crecer en un ambiente familiar donde sabes que no eres la favorita de nadie. Yo tuve que adaptarme a eso aunque me doliera.

No fue fácil aceptarlo pero a medida que fuí creciendo lo notaba con claridad y sin tabú.

En mi familia las cosas no todo el tiempo se ocultaban o disimulaban. Las cosas podían llegar hacer más notorias y eso era un asco total para mí.

Mis padres siempre tuvieron trato preferencial hacia mis dos hermanos mayores: Jane y Matthew. Ambos son muy inteligentes, con carreras exitosas, dinero y una gran reputación intachable. Graduados con las mejores medallas y con honores. Son los hijos perfectos que cualquier papá y mamá quisieran.

Ambos resaltan por su belleza y su inteligencia. Siempre han sido los mejores en todo lo que han hecho en su vida.

Yo por ejemplo era diferente a ellos. Era muy sencilla, físicamente no resaltaba tanto como ellos pero no me quejaba tengo atributos que me gustan mucho de mi. Tengo un trabajo sencillo vendiendo bolsos y soy músico en una orquesta de mi pueblo. No tengo estudios universitarios porque decidí personalmente no hacerlo y mis padres aunque no me obligaron, no estaban contentos conmigo por eso.

O por casi nada lo están.

De niña siempre fuí una niña muy introvertida con poca capacidad social. La etapa escolar, fue dura pero más duro fue entender que nunca tuve amigos reales durante esa etapa. Habían comportamientos que no eran normales pero yo para aquel entonces pensaba que era normal cuando no era así.

Me di cuenta que No eran normales y debía entenderlo.

Y si, lo entendí en unas pocas secciones de terapia con la psicóloga y fue doloroso.

Jamás fuí la alumna más brillante y creo que eso frustró a mis padres aunque nunca lo dijeran. Yo notaba la decepción.

En primaria era un poco más abierta pero selectiva, no trataba con todos. Tuve dificultades de aprendizaje y fuí la última de mi clase en aprender a leer fluido - en segundo o tercer grado creo que logré esa fluidez aunque me pegaba un poco - en matemáticas siempre fui pésima y eso no era secreto para nadie.

Mis notas eran cero y solo una vez saque un doce - estaba en segundo año de bachillerato - pero más de ahí no pudo elevar notas en matemáticas y por mucho tiempo me afectó hasta que decidí aceptarlo y ser honesta conmigo misma: Era soy pésima en matemáticas y no tenía porque fingir. Era hora de soltar eso y dejar de esforzarme por algo en lo que nunca sería excelente.

Así que dejé de forzar la barra con eso y seguir con mi vida.

Sin embargo, entrar el el liceo fue lo peor para mí. Un choque un cambio que me dejó paralizada. Los primeros dos años fueron excelentes hasta que llegó el tercer año de bachillerato.

Cambio. Todo cambio en mi.

Y, nunca supe porque, nunca voy a comprender que sucedió conmigo.

Era como si todo aquello que me gustaba, ya no era importante, ya no era lo que quería. No me interesaba nada y lo dejé estar. Mi mente se bloqueó y comencé episodios de inestabilidad en el liceo: Un día si y otro día no iba; mis notas cayeron al piso como coco cayendo de una palmera. Reprobé casi todas las materias y como pude las salve pero al final, salí de ahí.

Fue doloroso.

Mi pasado no ha sido sencillo en lo absoluto.

Pase demasiados obstáculos, y aún lo sigo pasando pero hago todo lo que puedo para no permitir que eso me detenga.

Tuve las peores etapa de mi vida en la que nunca tuve apoyo de nadie más que mis hermanos, mis padres eran las personas más ausentes y pocas veces mostraron preocupación por mi en esas facetas de mi vida.

Mis recaídas eran señales, gritos y dolor que ellos no pudieron ver y que creo que nunca lo harán.

Para papá, la perfección era lo más importante en la familia. Siempre tener las mejores notas, medallas de oro y reconocimientos. Hacer de la familia un éxito en todos los aspectos era su rara y retorcida forma de amarnos.

¿Y mamá?

Jamás se interpuso en las decisiones de papá. Yo sabía que le tenia un poco de temor y no quería ir encontrá de su palabra. Todo lo que papá decía para ella era un mandamiento. Nunca le ha dicho que no.

Mis hermanos, más que nada Jane están acostumbrados a la ser perfeccionistas. Es increíble y aterrador ver cómo el perfeccionismo de mis hermanos pueden cruzar límites.

Las exigencias de mi padre se han cada ves más pesada y estrictas a medida que fuimos creciendo.

No tuvimos una niñez normal, no crecimos siendo como otros niños. Todo bajo reglas estrictas inquebrantables. Siempre sentí que solo éramos objetos de laboratorio, que solo vivíamos para cumplir las expectativas de papá y las de nadie más. Nunca tuvimos votos y ni voz propia para decidir que queríamos hacer con nuestras vidas; todo planeado, todo fríamente calculado por mi padre.

Hasta que un día tome mi decisión...

No permitir que alguien tome decisiones por mi y sobre que haré que mi vida. La música, era lo mío y lo supe desde el primer movimiento y no descansé hasta lograr quedarme con la música. Nunca más permití que papá se apoderará de mis sueños porque no estoy dispuesta a cumplir la frustración de los suyos.

Y, por esa misma razón, papá, me tiene resentimiento.

Una vez que solté la soga, me soltó por completo el a mi.

Aunque nunca me sostuvo a mi ni a mis hermanos.

Jane y Matthew hicieron exactamente lo que mi padre quería, nunca fueron encontrá de su palabra. Estaba convencidos de que era correcto lo que hacían así no les gustará la idea. Ellos si se dejaron usar y aún lo siguen haciendo.

Es lastimoso pero así es la realidad de muchos hijos con padre como el mío.

Y, hay más, así que los invito a que me acompañen a comer la cruda realidad, mi realidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.