Lo que nadie supo de la niña callada

¿QUE ES LO PEOR QUE PODRIA PASAR?

CAPITULO 3

ABRIL

- Abril, cariño. ¿Me pasas la sal? - preguntó mamá en tono dulce.

Respondí con un leve movimiento de cabeza indicando que sí mientras le pasaba la sal a mamá.

- Gracias Cariño. - Respondió mientras le echaba sal en su filete de cordero.

- ¡Familia, les tengo excelentes noticias! - Alzo la voz, Matthew, mientras que cerraba la puertas a sus espaldas acercándose a la cocina. Su sonrisa era de pura alegría.

Papá y mamá lo miraron con interés mientras el continuaba tomando asiento en la mesa.

Mi papá movía lentamente la pierna con impaciencia esperando por la respuesta de Matthew, quien por cierto, se servia una porción de filete de cordero con ensalada de tomate, pepino y aguacate.

- ¿Y bien?- Insistió papá, mirándolo con curiosidad latente.

Matthew sonrió mostrando su perfecta dentadura haciendo que se marquen ambos hoyuelos en su mejillas y dijo:

- Me han llamado del bufet de abogados Kirkland & Ellis en Chicago y quieren que trabaje con ellos. - Confesó con emoción, mirando a mis padres quiénes tenían la boca en el piso.

- Matthew, por Dios. Eso es increíble - Mamá por fin habló y se levantó de la mesa para abrazarlo. - Sabía que mi bebé podía hacerlo.

Papá solo se quedaba viendo a mi hermano con una sonrisa en su rostro y con esa mirada que conozco perfectamente: Orgullo. Está orgulloso de él. Mi padre siempre creyó en el y en su potencial como abogado.

Mamá, seguía llenado la cara de Matthew de besos mientras el le pedía detenerse. La emoción, no la deja y la escena resulta un poco gracioso para mí.

Estaba muy feliz por el. Yo más que nadie sabía lo importante que era para Matthew poder conseguir trabajo en ese bufet. Era su sueño desde que empezó la universidad y no des cansó hasta poder llegar a ese lugar. Nada me hace más feliz que verlo cumplir su sueño.

Aunque eso signifique tenerlo lejos.

Tenía una noticia que darlas a mi padre también pero creo que este es el momento de Matthew y no quiero arruinarlo en lo absoluto.

Dicelo.
Esa vocecita hablaba en mi cabeza animandome a contarles a mis padres la noticia que tenía. No era la gran cosa a comparación con lo de mi hermano pero es importante para mí.

Con el tenedor hacia lentos movimientos en el plato jugando con la ensalada pensando si decirle o no. Muy pocas veces ellos ponían interés real en lo que pasaba en mi vida personal, casi siempre la atención era para mis hermanos. Era claro que yo no era la atención.

Brinqué un poco cuando escuché la carcajada de mi papá y ví la sonrisa de mi madre, por un momento, me sentí de nuevo invisible; cómo si no estuviera en la mesa del comedor con ellos y solo fueran ellos tres.

- Tengo que decirles algo - Las palabras, salieron de mi boca sin permiso y en voz baja. Ellos no habían escuchado lo que dije así que volví a intentarlo - Necesito que me escuchen - Volví a decir subiendo el tono de voz, está vez si pude capturar su atención.

Papá me miró con un gesto serio e intimidante provocando que me sintiera como un ratón de laboratorio en un campo de pruebas. Siempre me siento diminuta con el.

- ¿Que sucede? - Interrogó mamá, con la atención puesta en mi.

-...Yo...ummm - El tartamudeo, me atacó y por un momento no supe que decir

Vamos, Abril. Solo dilo, ¿Que es lo peor que puede pasar?

Tome una bocana de aire y continúe para enfrentarme a lo que más tenía:

- Tendré una presentación en la orquesta la próxima semana y me gustaría que estuvieran presentes. - solté, tan rápido que ni yo misma me había escuchado con claridad pero Matthew si lo hizo.

- No - Rechazó, al mismo tiempo que sentía mi corazón rompiéndose en mil pedazos - Tengo un viaje de negocios la próxima semana, además, tú hermano nos trajo una buena noticia hoy y Eso si es motivo de celebración.

Termino de hablar y dió un sorbo a su copa de vino. Miré a mi mamá en busca de respuesta de su parte pero ella ya se había desplazado a la cocina y Matthew solo permaneció en silencio.

Esto era lo peor que podía pasarme.

Y, siempre es lo mismo una y otra vez.

- Debemos hacer una reunión para celebrarlo, mi amado hijo sera de los mejores abogados de Chicago - Añadió, papá nuevamente ignorando lo que acaba de pasar.

Sentí mi corazón siendo doblado hasta quedar como un pedazo de papel.

Matthew, me miró discretamente y pude distinguir una mirada de disculpa y, se la respondí con una corta sonrisa.

No era novedad. Ni noticia. Sabía que iban a rechazarme.

A veces, no sé porque me esforzaba por querer tener la atención de ambos cuando al final del día nunca sería así. Con ellos todo era un caso perdido que no valía la pena intentar, sin embargo, lo volvía a intentar una y otra vez porque tenía la esperanza de que lo iba a lograr, tenía una pequeña chispa de que ellos iban a interesarse en mi. Solo me gustaría tenerlos más presente y no es mucho pedir.

Pero para ellos si es mucho pedir.

Comí un bocado de mi cordero sin muchas ganas escuchando la conversación entre los tres sintiéndome totalmente fuera de lugar, como si no tuviera en el comedor con ellos.

El ambiente se torno tensó y Matthew decidió romper el silencio.

- ¿Jane? - Inquirió Matthew, tomando el aderezo.

- Está en una junta, llegará un poco tarde hoy. - mamá, Replicó y pude distinguir como sus hombros se tensaron.

Fruncí un poco el ceño y le evité preguntar para no generar malos ratos.

Pero si, esto era lo peor que podía pasar.

Otro rechazo de por parte de mi padre, mi madre y hermano no iban a meterse ni apoyarme.

Somos solo un peón en un tablero de ajedrez para papá.

Y, este círculo no tiene final.

No para el.




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