Narrador Omnisciente
Abril, abrazó sus rodillas una vez más con un nudo en la garganta. Estaba destrozada por aquella conversación con Kael. No sabía qué pensar al respecto; sus palabras le habían afectado más de lo normal y aquello le hervía la sangre al mismo tiempo. Sus manos estaban aún templadas por la impotencia de lo sucedido y su corazón amenazaba con salir de su pecho.
Kael se fue, dejándola con un millón de emociones que no podía controlar en ese momento. Presa del pánico, su pecho comenzó a subir y bajar con velocidad, sintiendo que le faltaba el aire. Sus manos rápidamente soltaron sus rodillas para dirigirlas a su pecho con suavidad mientras intentaba calmar, sin éxito, aquel ataque de ansiedad.
— Cal-ma —balbuceó, entre lágrimas y su poca respiración.
Su mente era como una nube gris que bloqueaba sus pensamientos, impidiéndole pensar con claridad. Sin darse cuenta, estaba apoyada con las rodillas en el piso y las palmas también. Las lágrimas corrían con desesperación una tras otra mientras su respiración estaba a punto de agotarse.
Fue en ese momento que las puertas se abrieron y dos botas de cuero aparecieron en el campo de visión de Abril. Kevin, el chico con el que había hablado en la sala de espera, se arrodilló frente a ella, tomándola en sus brazos. Abril, débilmente, se aferró a su pecho, mojando su camiseta con sus lágrimas. Sus manos grandes acariciaban su cabello mientras susurraba unas palabras que ella no alcanzaba a escuchar.
— Respira conmigo, Abril —Kevin la animó con dulzura—. Puedes hacerlo. Vamos. Conmigo.
— N-o... v-oy... a...
— Sí puedes —La cortó, sin perder la dulzura—. Inhala tres segundos y luego exhalas. Lo haremos juntos.
Entonces. Así lo hizo.
Repitieron los ejercicios una y otra vez hasta que la respiración de Abril tomó su curso con normalidad.
— Eso es —susurró Kevin.
El silencio tomó su lugar, al mismo tiempo que Kevin miraba a Mariam, quien permaneció tiesa en la entrada del baño sin mover un solo músculo, pensando en lo que acababa de presenciar.
Abril se despegó poco a poco de Kevin con las mejillas coloradas por la vergüenza de aquel suceso. Se sentó frente a él con la mirada en el piso y jugueteando con sus dedos. Ella simplemente no sabía cómo borrar esa situación tan vergonzosa de su mente, la de Mariam y la de Kevin.
— Yo...
— No tienes que agradecer nada. Tu secreto estará a salvo conmigo —Kevin le aseguró, acomodándose las mangas de su camiseta.
Mariam se acercó con preocupación hasta quedar a la altura de Abril y antes de que ella pudiera decir una palabra, su amiga la interrumpió.
— Ahora no, por favor —pidió, con cansancio.
Mariam solo sonrió y la abrazó.
Kevin siempre estuvo cerca. Después de ver a Abril salir a toda prisa del aula y Kael siguiendo sus pasos, ¡no iba a quedarse sentado! La curiosidad atrapó su cuerpo y le dio vida como un control remoto. Siguió a Kael por los pasillos sin que se diera cuenta hasta quedar cerca de los baños. Kevin acercó su oreja a la puerta y pudo escuchar la conversación entre Kael y Abril. Sabía que entre esos dos pasaba algo, pudo notarlo con Abril desde el principio. Podía oír el llanto de Abril, las palabras firmes pero suaves de Kael y la sequedad en las respuestas de Abril.
Kevin ya estaba de pie cuando las cosas se calmaron un poco. Le dio unas últimas palabras a Abril y le dio una sonrisa de boca cerrada a Mariam, abandonando el baño y dejándolas solas. Él ya tenía en mente qué haría después.
¡Lo prometido es deuda! Disfruten del capítulo. No olviden dejar su voto y me gusta.
Besos,
Sixy 💗.