"A pesar de todo ese daño, he querido sanar todas esas heridas."
He aprendido que sanar no siempre es una línea recta. Hay días en los que avanzo con fuerza, y otros en los que el dolor me atrapa sin aviso. La ansiedad aún me visita por las noches, y la depresión se sienta conmigo en los silencios. Pero sigo aquí… resistiendo.
Hay momentos en que los recuerdos me nublan la mente, como si todo volviera a pasar una vez más. Escucho su voz, siento la culpa, la rabia, el vacío. Pero también me abrazo fuerte. Me repito que ya no soy la misma. Que aunque el corazón tiemble, estoy haciendo lo mejor que puedo.
Sanar es un acto de amor propio. Y aunque todavía me duele, aunque todavía tropiezo, ya no me castigo por sentir. Porque por fin entendí que sentir no es una debilidad, es una forma de seguir viva.