Lo que no se perdona 1

"Noticias Alarmantes"

AMIRA

El día había transcurrido demasiado rápido para la joven. Entre el silencio, los pensamientos y las labores del hogar, los recuerdos de la mañana aún no se habían ido de su mente. La noche cayó demasiado rápido. La cena ya estaba lista y la madre la ayudaba a servirla.

Pensamiento de la madre: "Qué extraño que Amira esté tan callada, ni siquiera ha cantado hoy su canción favorita, esa que le da el sazón a todo lo que hace. ¿Qué le habrá pasado?"

Algunas lágrimas corrieron por las mejillas de la madre y pensó: "Quisiera poder tener el valor de contarle la verdad a Samgar y a Amira, pero no puedo. Jamás me perdonarían si supieran que estoy llena de secretos. Pero no me arrepiento de tenerlos en mi vida." El dolor de aquellos amargos recuerdos se asomó en su corazón.

Mientras servían la cena, el silencio llenaba la cocina. Amira evitaba la mirada de su madre, perdida en sus pensamientos.

-Amira, ¿te encuentras bien? -le pregunto la madre.

Amira, mirando su plato: —Estoy bien, mamá. Solo... el día ha sido largo.

La madre, luchando con sus recuerdos, acaricia la mano de su hija: —Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad?

Pero en su corazón, la madre guardaba el secreto que tanto la afligía, mientras unas lágrimas resbalaban silenciosamente por sus mejillas.

Una voz familiar les alegró el corazón a los dos.

—¡Buenas noches! ¿Dónde está mi princesa? —dijo el padre entrando al comedor, mientras sonreía.

El cabello de Amira estaba ligeramente cubriendo su rostro. Su padre, con ternura, se lo apartó.

—Aquí estoy, papá —respondió Amira con una sonrisa tímida.

—¿Cómo han estado mis hermosas? —preguntó el padre, sentándose a la mesa.

—Tuve un día algo distinto... —murmuró Amira. Su padre la miró, curioso, pero prefirió dejar el tema para más tarde.

Samgar suspiro profundamente.

—Hoy fue un día muy largo en el reino —dijo, mirando a su familia—. Hay rumores inquietantes… Dicen que los Paltas podrían intentar tomar Baddish.

Amira y su madre dejaron de sonreír. El ambiente se tornó serio.

—¿Eso qué significa? —preguntó la madre, tratando de mantener la calma.

El padre bajó la mirada, pensativo.

—Si eso ocurre, puede que debamos enfrentarnos a decisiones difíciles: morir, entregarnos o huir. Dios no lo quiera…

Las dos mujeres se quedaron en silencio, procesando la gravedad de las palabras. Sus rostros se tornaron tristes; de repente, la seguridad del hogar parecía frágil.

—Pero hoy estamos juntos —añadió el padre, forzando una sonrisa y tomando la mano de Amira—. Eso es lo que importa ahora.

El silencio se apoderó del comedor por unos instantes. Finalmente, Amira habló con voz temblorosa.

—Papá… ¿tú crees que los Paltas de verdad puedan llegar tan lejos?

El padre suspiró, buscando animar a sus hijas a pesar del temor.

—No lo sé, hija. Pero pase lo que pase, siempre estaré con ustedes.

La madre apretó la mano de Amira, sus ojos brillaban con preocupación y cariño.

—Lo importante —añadió la madre en voz baja— es que no perdamos la esperanza.

El padre forzó una sonrisa y acarició el cabello de Amira, trayendo algo de calma al ambiente.

—Hoy estamos juntos, y eso nadie podrá impedirlo.

El corazón de Amira se llenó de gratitud. A pesar de la amenaza, sentía la fuerza de su familia más viva que nunca.

Más tarde, cuando su padre se fue a dormir, Amira se acercó a su madre y habló en voz baja.

—Mamá, hoy vi algo increíble. Encontré el oasis del que siempre me hablabas. Del que decías que cuando eras joven ibas a bañarte algunas tardes.

La madre se estremeció un momento, pero al saber quién había acompañado a Amira, se tranquilizó.

—Gracias por contarmelo, querida. Ten cuidado y confía en tu intuición
Amira le sonrió, sintiéndose comprendida y protegida.

"FIN DEL CAPITULO 2".




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