El destino de ambos reinos por fin habían llegado. Ambos ejércitos se encontraban uno frente al otro en las llanuras verdes Enikenses al Norte del Palacio, montados en sus caballos preparados para luchar.
Príncipe Palta (Endyoh): Ríndanse, Enikenses! Nada ganarán resistiendo; eviten un sufrimiento innecesario.
Príncipe Enikense (Amram): Jamás! Si vamos a perecer lo haremos como valientes; luchando. Pero no vamos a doblegarnos ante ustedes.
Y añadió: La cobardía solo lleva a la ruina.
Endyoh: Les aseguro que se arrepentirán! No habrá piedad en el campo de batalla. Si es su última palabra. Entonces... que comience la batalla!
La trompeta sonó anunciando que la batalla había comenzado.
Amram y su ejército: Que comience la guerra. Por Baddish!
Una vez comenzada la batalla, el sonido de las espadas chocando retumbaba en el aire como cuando se funde el metal en una fragua; mientras los caballos relinchaban y la lucha se estaba volviendo más intensa.
De pronto, los Paltas levantaron sus dagas brillantes y, en un solo movimiento, las lanzaron hacía los Enikenses, buscando acabar con su valor. Algunos Enikenses lograron protegerse del ataque sorpresa con sus escudos, pero otros perdieron su vida.
Amram: No retrocedan, guerreros! No pierdan su valor.
Los Enikenses siguieron peleando con coraje y gritaron a una sola voz:
-X el Rey y x la gloria!
Un guerrero Palta: Atrás no te adelantes!
Samgar (Jefe de Defensa y Guerrero) dijo apretando su empuñadura mientras sus espadas chocaban una y otra vez: No pienso dar ni un paso atrás! Si caemos hoy, que sea luchando x nuestro reino.
Las horas pasaron y el cansancio comenzaba a dominar los cuerpos de ambos bandos. El jefe de los Guerreros (Maroum) fue rodeado x un grupo de Paltas decididos a acabar con su vida; un guerrero Palta le había quitado su espada, ahora estaba vulnerable y un Palta le lanzó una daga envenenada en la espalda y está quedó encarnada en la pie; haciendo que este no pudiera moverse del dolor.
Cuando Amram lo noto el y algunos Guerreros más lo defendieron y lograron matar a ese cerco y esos hombres que lo ayudaron se quedaron rodeandolo para protegerlo. Maroum se quejaba mucho del dolor.
Y mientras todo esto ocurría la batalla seguía...
El mismo Palta que había herido a Maroum quiso herir a Amram. Samgar lo vio y en un acto de valentía lo atravesó con su espada y cayó muerto.
Amram se giró, sin poder agradecerle, aunque en su mirada quedó claro que sabía que le habían salvado la vida.
Y en este pequeño descuido, un guerrero enemigo se le acercó y con la punta de su espada lo hirió. El dolor y el ardor recorrieron al Principe, pero no sé rindió: apretó los dientes y siguió luchando con determinación, decidido a no caer pese a la fatiga y la herida.
En medio del fragor, Samgar, se enfrentó al príncipe Endyoh (Palta). El combate fue duro y, tras un feroz intercambio, Samgar logro derrocar a su adversario, quién cayó al suelo (profirió su última palabra: mi padre vengara mi muerte, pagarás x esto) y expiró.
Aunque los Enikenses tomaron el control, la batalla les costó grandes sacrificios; varios guerreros cayeron en el campo de batalla, pero los Paltas tuvieron más pérdidas humanas que ellos.
Ellos (Paltas) al ver que su líder había muerto huyeron a su Tierra. Y los Enikenses los persiguieron. Muchos más perecieron en la persecución. Pocos lograron regresar sin heridas (pero sedientos y exhaustos) y otros gravemente heridos.
Al final, los Enikenses regresaron a su reino victoriosos: habían vencido y la batalla dejo aproximadamente más de 9000 (Paltas) guerreros caídos y 2000 (Enikenses). De aproximadamente 10000 guerreros en ambos bandos.
Mientras que Maroum estaba de camino al Palacio para ser atendido (se desmayo del dolor) pensaron que perecería.