Al día siguiente, a la misma hora en que siempre se conectaban, Alicia vio la notificación en su teléfono: "Gabriel está esperando tu llamada". El simple hecho de saber que él estaba al otro lado de la pantalla la hizo vacilar. Sabía que, al aceptar, cruzaría una línea que ya no podría deshacer.
Respiró profundamente antes de tocar el botón de "aceptar". La pantalla de su teléfono se iluminó con la imagen de Gabriel. Él la miraba fijamente, su expresión seria, pero con un dejo de satisfacción en los ojos.
—Hola, Alicia —saludó, su voz profunda resonando a través del dispositivo.
—Hola, Gabriel —respondió ella, tratando de sonar natural, pero su corazón latía desbocado.
Los dos se quedaron en silencio durante unos segundos, como si midieran la situación, como si se estuvieran observando a través de la pantalla, buscando señales de que ambos sentían lo mismo. Alicia no pudo evitar notar cómo la luz de la habitación de Gabriel resaltaba sus facciones, cómo su rostro se veía más atractivo que nunca, aún a través de una pantalla. Y entonces, él sonrió, rompiendo el silencio.
—Sé que esto es… complicado —dijo él, sus ojos brillando con una intensidad que la hizo estremecer—. Pero quiero saber más de ti, Alicia. Quiero que me cuentes lo que no puedes decirle a Marcos.
Alicia se sintió atrapada por sus palabras, por su mirada. Aunque sabía que su relación con Marcos no estaba bien, las palabras de Gabriel parecían tocar una fibra más profunda.
—Lo que pasa con Marcos es… —comenzó, pero se detuvo, insegura. No estaba acostumbrada a hablar de sus sentimientos con él, y menos con Gabriel. Pero el calor que sentía en su rostro, la proximidad de él, la empujaban a seguir.
Gabriel la observó en silencio, y cuando sus ojos se encontraron, ella vio en ellos algo que la desbordaba. Algo que ya no podía negar.
—A veces, las palabras no son suficientes, Alicia. A veces, el simple hecho de mirar a alguien es todo lo que necesitas para saber lo que hay entre ustedes —dijo él, su tono suave, casi un susurro.
Alicia tragó saliva, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba a la cercanía virtual de él. Estaba comenzando a entender que, aunque lo intentara, no podría escapar de lo que estaba naciendo entre ellos.