Lo que no se puede nombrar

Capitulo 9

Las videollamadas se volvieron más frecuentes. Al principio fueron breves, superficiales, como si ambos trataran de evitar lo obvio. Pero a medida que pasaba el tiempo, las conversaciones se alargaban. Ya no hablaban solo de cosas triviales, sino que compartían pensamientos, miedos, y deseos que Alicia jamás había expresado a nadie, ni siquiera a Marcos.

Gabriel se convirtió en su confidente, en alguien con quien podía hablar sin reservas. Pero también se volvió una figura omnipresente en su vida, siempre presente en su mente, en cada conversación, en cada mensaje. Alicia ya no podía pensar en nada más que en él, en su voz, en la manera en que sus ojos brillaban cuando la miraba a través de la pantalla.

Un día, después de una llamada especialmente intensa, Alicia no pudo resistir más. Mientras veía su reflejo en el espejo, la imagen de Gabriel se superpuso a la suya, y un deseo irrefrenable la invadió. Necesitaba estar cerca de él, de cualquier manera. Pero sabía que eso no era posible. El riesgo era demasiado grande.

Sin embargo, el pensamiento de Gabriel no la dejaba en paz, y ella tampoco quería dejarlo ir. Aunque sabía que lo correcto sería detener todo antes de que fuera demasiado tarde, había algo en ella que ya no podía detenerse. Algo que solo podía encontrar en esos momentos prohibidos, en esos intercambios que, aunque virtuales, parecían reales y peligrosamente cercanos.




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