Narra Alicia
La tensión que flotaba en el aire parecía tener vida propia. Yo no sabía cómo había llegado a este punto, pero no podía seguir ignorando lo que sentía. Marco se quedó allí, de pie frente a mí, con la mirada fija en mis ojos. Me sentía atrapada, entre el amor que alguna vez creí que existía y la realidad de lo que era mi vida ahora. Algo había cambiado, y yo sabía que no podía seguir viviendo en una mentira.
Sus palabras aún resonaban en mi mente. Cada acusación, cada palabra llena de dolor. No me lo decía de manera cruel, pero las palabras estaban cargadas de una verdad que me dolía profundamente.
"Si esto es lo que eres, si esto es lo que quieres..." Marco había dicho, su voz quebrada por el cansancio de cargar con el peso de todo esto.
Yo lo miraba, sabiendo que había algo en mí que ya no podía ignorar, algo que había estado creciendo en mi interior durante semanas, tal vez más tiempo del que yo misma quería admitir.
—Marco… —mi voz salió suave, casi un susurro, pero lo suficientemente clara como para que me escuchara—. Yo te quiero. Pero no puedo seguir siendo la misma. Y no puedo seguir engañándote.
Las palabras parecían flotar en el aire, casi irreales. Pero a medida que las pronunciaba, una sensación de alivio me invadía, aunque el dolor me perforaba el pecho. No quería hacerle daño, pero ya no me sentía capaz de seguir con él. La relación que alguna vez compartimos había dejado de ser suficiente para mí. Había algo dentro de mí que ya no pertenecía a esa historia.
Marco dio un paso hacia atrás, sus ojos llenos de incomprensión. A lo lejos, pude ver cómo luchaba con las emociones que se desbordaban en él. No sabía qué hacer con sus sentimientos. ¿Cómo se podía amar a alguien y, al mismo tiempo, saber que ya no querías lo mismo? Sabía que me estaba alejando de él, y en el fondo, él lo sabía también.
—No me digas que esto es porque… —su voz se quebró, como si ya conociera la respuesta, pero necesitara escucharla. Él también sabía que mi corazón ya no estaba con él.
—No es por Gabriel —dije, mi voz firme, aunque no exenta de dolor. «No es por lo que tú piensas». No quería que él sintiera que se trataba de otra persona. Se trataba de mí. De lo que sentía y de lo que ya no sentía. "Lo siento, Marco, pero... ya no te amo."
El silencio se apoderó del momento. La herida estaba abierta, y a pesar de mi intento de suavizar las palabras, no había forma de escapar de la verdad. Le miraba a los ojos y podía ver que el estaba sufriendo por lo que estaba diciendo, pero era inevitable. Ya no podía continuar con algo que me estaba desbordando por dentro.
Él cerró los ojos, como si eso lo ayudara a procesar lo que acababa de escuchar. Sabía que lo había perdido. Yo no sabía si ese había sido su miedo más profundo o si solo se había dado cuenta de lo que estaba pasando ahora, pero su reacción fue la misma. Se quedó inmóvil, con el rostro pálido, las manos tensas, y la mirada fija en el suelo.
Un suspiro se escapó de su pecho. De alguna manera, él ya había asumido que esta era la realidad, aunque el dolor no se desvaneciera.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —me preguntó, su voz quebrada, pero sin rabia. La pregunta era más una rendición que una confrontación. Ya no quedaba espacio para el resentimiento. Ya no quedaba espacio para nada.
Miré sus ojos y lo vi claramente: el hombre que había sido mi novio ya no existía de la misma manera. Ya no era él a quien amaba, aunque siempre lo llevara en una parte de mí. Era difícil aceptar que el amor no era suficiente para salvar lo que había entre nosotros.
—No lo sé. No tengo todas las respuestas, Marco. Solo sé que no puedo seguir aquí —respondí, mi voz casi perdida entre mis propios pensamientos. "Te mereces algo mejor que esto. Algo real."
Y con esas palabras, me giré hacia la puerta. Mi corazón latía acelerado, como si intentara escapar de una verdad que aún no podía asimilar completamente. Pero mi decisión ya estaba tomada. No podía seguir en una relación en la que ya no sentía lo mismo.