Lo que no se ve de la realidad

La luz

Elías dormía profundamente, acurrucado entre las sábanas limpias de Alan, con la respiración tranquila y los brazos envueltos en la almohada. Era uno de esos raros momentos donde no tenía que preocuparse por nada. Pero la calma no duraría mucho.

Un golpe fuerte sacudió la puerta de la casa.

Alan, que preparaba café en la cocina, frunció el ceño. No esperaba a nadie. Caminó hasta la puerta y, al abrir, se encontró con dos figuras tensas: los padres de Elías.

—¡¿Dónde está nuestro hijo?! —exigió el padre, sin siquiera saludar.

Alan se irguió con firmeza.

—¿Y ustedes quiénes son para buscarlo así?

—¡Somos sus padres! Y se ha estado escapando. ¡Ese chico necesita disciplina, no lástima!

—No le han dado ni lo uno ni lo otro —respondió Alan, sin moverse del umbral—. Solo lo han hecho sentir como un error.

La madre intentó entrar a la fuerza, pero Alan la detuvo.

—¡Salgan de aquí! Elías no va a irse con ustedes. ¡Ya no!

—¡No puedes retenerlo! ¡Es nuestro hijo!

Alan apretó los dientes y dio un paso adelante, con la mirada encendida.

—Si se lo llevan a la fuerza, los denuncio por maltrato infantil. Tengo pruebas, y no solo mías. Hay gente en su facultad que ha escuchado cómo lo tratan. ¿Quieren seguir?

Los padres se quedaron congelados. Por un segundo, vieron en Alan algo que nunca habían tenido frente a ellos: alguien dispuesto a defender a Elías como si fuera lo más valioso del mundo.

Sin decir una palabra más, se dieron la vuelta y se fueron.

Elías bajó poco después, con el rostro pálido.

—¿Qué pasó…?

Alan lo abrazó de inmediato, sin explicaciones, solo envolviéndolo en su calor.

—Vinieron por ti… pero ya no tienen poder sobre ti, ¿sí? Yo estoy aquí. Y no pienso dejar que vuelvan a hacerte daño.

Elías se quebró en silencio, escondido en el pecho de Alan.

—Gracias… por no dejarme solo —murmuró.

Al día siguiente, Alan organizó un viaje con algunos amigos. Necesitaba que Elías respirara, que viera el mundo desde otra perspectiva. Cuando los demás le dijeron que podía invitar a quien quisiera, no lo dudó.

—¿Quieres que invitemos a Faith?

Elías lo miró con una sonrisa temblorosa.

—¿Puedo de verdad?

—Claro. A ella le caerás bien. Y sé que tú a ella también.

El viaje fue todo lo que Elías no sabía que necesitaba. Risas, música, bromas tontas. El sol acariciaba su piel mientras caminaban por la orilla del lago. Faith le tomaba fotos cuando él no se daba cuenta, y luego le mostraba los resultados con un: “¿Ves? Te ves feliz”.

Alan se quedaba mirándolo de lejos, con ternura. Verlo sonreír de verdad era un regalo.

Al final de la tarde, cuando todos regresaban a la cabaña que habían alquilado, Alan tomó a Elías del brazo con una sonrisa misteriosa.

—Tengo algo más para ti.

—¿Qué más podrías darme? Ya me diste un día perfecto.

—Te conseguí un trabajo mejor —dijo Alan con calma—. En una librería cerca de la universidad. El dueño es amigo de mi madre. Es tranquilo, con un buen sueldo, y tendrás tiempo para estudiar. Ya está reservado para ti… si quieres.

Elías se quedó inmóvil.

—¿Estás… bromeando?

—Jamás bromearía con algo así.

Y entonces, Elías rompió a llorar. No sollozos. No lágrimas silenciosas. Lloró a mares. Como si toda la tristeza acumulada hubiera encontrado finalmente una salida.

Alan, sin decir nada, lo cargó entre sus brazos como si no pesara nada y lo llevó hasta la habitación. Lo acostó en la cama, lo cubrió con la manta, y se sentó a su lado.

—No llores más, ¿sí? Lo mereces. Te mereces esto y mucho más —dijo Alan, acariciándole el cabello—. Estar bien es tu derecho, no un premio.

Elías lo miró entre lágrimas.

—Te has convertido en la luz dentro de mi oscuridad —susurró.

Alan se quedó en silencio un momento. Luego, inclinándose, le besó el cachete con ternura.

—Y tú… eres la razón por la que quiero seguir brillando.

Elías sonrió, tembloroso, y le devolvió el gesto: un beso tímido en la mejilla. Luego se acurrucó contra su pecho y, sin más palabras, se quedaron así.

En paz.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.