La noche envolvía la ciudad con su manto de luces parpadeantes y murmullos lejanos. Alan y Elías caminaban por las calles, sus pasos resonando en la acera húmeda por la reciente llovizna. Elías, con su bufanda favorita alrededor del cuello, se apoyaba ligeramente en el brazo de Alan, buscando equilibrio y calor.
—¿A dónde vamos? —preguntó Elías, su voz apenas audible sobre el murmullo de la ciudad.
—Es una sorpresa —respondió Alan con una sonrisa enigmática.
Llegaron a una discoteca discreta, con una fachada de ladrillos oscuros y una puerta de madera que parecía llevar a otro tiempo. El interior estaba iluminado por luces tenues que danzaban al ritmo de la música suave que llenaba el aire. El ambiente era acogedor, con mesas de madera y una pista de baile en el centro, donde algunas parejas se movían lentamente.
Alan guió a Elías hacia una mesa cercana a la pista. Pidieron dos bebidas calientes y se sentaron, observando a las parejas que bailaban. Elías apoyó la cabeza en el hombro de Alan, cerrando los ojos por un momento.
—¿Recuerdas cuando dijimos que queríamos bailar una canción, aunque no supiéramos cómo? —preguntó Alan, acariciando suavemente el cabello de Elías.
Elías asintió, una sonrisa asomando en sus labios. —Pensé que lo habías olvidado.
—Nunca olvidaría algo que tú deseas.
Alan se levantó y extendió la mano hacia Elías. —¿Bailas conmigo?
Elías dudó por un momento, pero tomó la mano de Alan y se levantó con cuidado. Caminaron juntos hacia la pista de baile, donde la música cambió a una melodía suave y envolvente.
Alan colocó una mano en la cintura de Elías y tomó su mano con la otra. Elías apoyó su mano libre en el hombro de Alan, y comenzaron a moverse lentamente al ritmo de la música. Sus pasos eran torpes al principio, pero pronto encontraron un ritmo propio, una danza íntima que solo ellos entendían.
Elías cerró los ojos y apoyó la cabeza en el pecho de Alan, escuchando los latidos de su corazón. —Gracias por esto —susurró.
—Siempre, Elías.
Bailaron en silencio, dejando que la música hablara por ellos. En ese momento, el mundo exterior desapareció, y solo existían ellos dos, moviéndose al compás de su amor.
Editado: 14.05.2025