La noche paso demasiado lenta, eterna, una pregunta rondaba principalmente por mi cabeza ¿Y ahora que pasara? ¿Seré capaz siquiera de mirarlo a los ojos y no delatarme? ¿Y si lo descubre, que dirá?
Ahogue un grito de frustración en la almohada justo cuando mi celular Galaxy S7 sonó, indicándome que acababa de llegarme un nuevo mensaje. Me lance hacia el, nerviosa, con el pulso acelerado, porque solo una persona me mandaba un buenas noches sin falta.
Alex.
O como lo tengo guardado, mi mejor amigo. Le doy responder sintiendo ese cosquilleo que no quiere abandonarme pronto.
Buenas noches Alex :)
No deja esperar un minuto cuando ya he recibido su respuesta.
Sueña conmigo ;)
Niego con la cabeza, si supiera...
La alarma suena a las 5:30 de la mañana como costumbre pero otra vez innecesariamente, no he parado de pensar e imaginar todos los escenarios posibles en que Alex me confiesa que sabe bien que soy yo la chica detrás de aquellas palabras y que siempre he estado en su corazón. También aparece la gran remota posibilidad en la que mi corazón termina siendo apuñalado sin rencor.
Llego al instituto a paso lento, al paso de querer retroceder el tiempo y echar todo a la basura. Aun así busco desesperada a mi amigo, si no lo encuentro ahora mismo la tortura se extenderá aún más y no creo poder llegar al final del día.
Una sonrisa se extiende en mis labios sin darme tiempo de ocultarla, la risa de Alex salta hasta mis oídos, me guio por ella apresurada, logro visualizarlo en una esquina de los casilleros, sostiene algo y mi sonrisa decae. Es una hoja y no cualquier hoja.
Me acerco a pesar de lo que pueda ocurrir, llevándome uno que otro codazo en el pasillo, llego hasta donde él.
—Hola Alex —lo saludo forzando una sonrisa por primera vez delante de él.
—Hola Audrey—dice Alex alzando su mirada —.Tienes que ver esto —dice señalando la carta totalmente emocionado mientras suelta una risa, no cualquier risa y lo sé porque lo conozco, es de burla.