📆 Lunes – 8:02 a.m.
📷 Foto enviada por Leo
(Sofía dormida, abrazada a una almohada. La luz entra por la ventana. La paz es evidente.)
Leo 🦁:
Buenos días, promesa.
Hoy desperté y no quise moverme.
Porque por primera vez, estoy exactamente donde quiero estar.
🕒 8:07 a.m.
Sofía 💖: (recién despierta)
Desperté…
y no me sentí sola.
Ni vacía.
Ni culpable.
Solo en paz.
Gracias por no haberte ido en la noche.
Gracias por haberte quedado… incluso en mis silencios.
📷 Foto enviada por Sofía
(Dos tazas de café frente a una ventana. Una con el nombre “Leo”, la otra con un corazón.)
🕒 9:22 a.m.
Leo 🦁:
¿Qué hacemos ahora?
Sofía 💖:
Vivimos.
Despacio.
Sin miedo.
Aprendiendo a no solo escribirnos…
sino a leernos.
🕒 9:25 a.m.
Leo 🦁:
¿Y si tropezamos?
Sofía 💖:
Nos volvemos a encontrar.
Como siempre.
Como esta vez.
📆 Semanas después
📷 Foto subida a redes sociales
(Sofía y Leo en una librería. Ella sostiene un libro. Él le está susurrando algo al oído. Ambos sonríen.)
Comentario de Sofía:
"Nos dejamos mensajes por años. Hoy, escribimos juntos la misma página."
📝 Epílogo: Lo que sí dijimos
📆 Un año después – 7:48 p.m.
Lugar: su nuevo apartamento.
Paredes cubiertas de post-its, fotos y frases que una vez se mandaron por WhatsApp.
Un marco cuelga sobre el sofá: “Lo que nunca dijimos… ahora lo vivimos.”
📷 Foto final enviada por Sofía
(Un mensaje manuscrito de Leo, enmarcado en cristal. Dice:)
“Gracias por haber respondido ese último mensaje.
Gracias por no haberte rendido.
Esta vez, no solo te leo.
Te escucho.
Te abrazo.
Y te elijo.
Siempre.
—L.”