Cuando mis ojos se abren nuevamente, puedo sentir el dolor punzante y agonizante instalándose no solo en mis piernas y muñecas, sino también en mi cabeza y cuello.
Suelto un grito ahogado.
-Ha despertado- escucho que dice Levid.
-Menos mal que me dices, si no jamás lo habría notado- se burla Alberth y veo como su rostro se asoma por detrás de uno de los sillones y me mira- ¿Cómo te sientes?- me pregunta con burla y yo lo fulmino con la mirada.
-Suéltame- digo firme, pero el suspira y mira hacia el frente de nuevo, ignorándome totalmente.
Estoy demasiado tensa, necesito que me suelten al menos para poder estar tranquila, si sigo en esta misma posición voy a ponerme nerviosa y podría darme un ataque de ansiedad.
-Por favor suéltenme, no tratare de escapar, lo prometo- pido tan bajo que creo que nadie me ha escuchado pero Levid me evalúa con la mirada- Me duele todo el cuerpo... por favor- suplico y el suspira mirando hacia el frente.
-¿Que dices Jack?- pregunta y escucho un suspiro de resignación que me da un poco de confianza.
-Suéltenla pero si trata de hacer algo, lo más mínimo, no solo la amarraran sino que también la amordazaran de nuevo ¿Entendido?- pregunta Jack y yo asiento con la cabeza como si él pudiera verme.
Levid se acerca con morbo y me mira de pies a cabeza.
-Eres muy hermosa ¿sabes?- dice y siento como mi cuerpo comienza a temblar cuando se arrodilla a mi lado, acerca su cuerpo y posa su boca en mi oído- ¿Te gustaría que nos divirtiéramos un rato para matar el tiempo?- pregunta con diversión y siento como la náusea me invade.
-Aléjate de mí- digo con un poco de miedo pero decisión en mi voz que a él parece causarle gracia.
-¿Y qué pasa si no?- pregunta de nuevo.
-Déjala ya Levid la estas asustando- gruñe Alberth con cierta molestia y advertencia mirando todo desde su lugar.
Siento como me relajo al instante.
Levid sonríe de nuevo y saca una navaja que abre con un simple movimiento de muñeca lo cual me asusta al instante pero cuando la acerca a mí, de un rápido movimiento, mis manos y piernas quedan libres.
Levid ni siquiera me mira, simplemente me da la espalda regresando a su lugar original y yo me sobo las muñecas viendo los moratones que se comienzan a formar como pulseras en ellas junto con unas cuantas ronchas causadas por la cuerda.
-¿Tienes hambre?- escucho que pregunta Alberth en mi dirección y niego con la cabeza automáticamente, pero mi estómago me traiciona y le hace saber con un rugido que miento- No puedes matarte de hambre- dice sacando lo que parece ser un emparedado envuelto y me lo da.
Lo miro con desconfianza antes de tomarlo.
Examino el pan, huelo el jamón, las verduras y todo parece estar bien.
-No tiene nada- dice divertido Levid- Si quisiéramos drogarte lo haríamos con descaro, créeme- dice con una sonrisa y Alberth golpea su pecho mirándolo con advertencia.
Pruebo primero un poco y lo trago con rapidez mientras mi estómago ruge en protesta de que siga comiendo pero yo espero a saber si no detecto algún sabor extraño o sensación diferente en mi cuerpo; después de 5 minutos de no sentir nada extraño y de escuchar las risas de Levid comienzo a comer desesperadamente el emparedado.
No es hasta que siento que alguien está a mi lado que suelto el papel que queda y me hago hacia atrás asustada.
-Tranquila...- dice Alberth tendiéndome una mano para que tome una botella de agua.
Lo miro con desconfianza.
Alberth es alto, es más o menos del tamaño de Jack y casi tan imponente como él, pero su cabello es rubio castaño y sus ojos son verdes como los míos, tiene rasgos muy agradables y unos músculos tan marcados que parece que reventaran en cualquier momento; no sé porque alguien con los atractivos y físicos de estos chicos, se disponen a hacer algo tan sucio y horrible para obtener dinero.
Tomo la botella rápidamente y me alejo de él lo cual hace que Levid ría con más escándalo.
-Parece una rata asustada- se burla.
Bebo rápidamente de la botella y casi la vacío sintiéndome un poco mejor, sintiendo como mi seca garganta deja de arder, sin embargo aún tengo otro pequeño detalle y es que necesito ir al baño con urgencia, sin embargo decido aguantarme, no quiero decirles nada porque temo siquiera bajar un poco mis pantalones con ellos presentes o que me digan que debo hacerlo dentro de la camioneta.
-Lo... siento- dice Alberth sacándome de mis ensoñaciones y acercándose a mí con una cuerda.