Llevamos un par de horas viajando en auto en plena carretera desierta, no se me ha permitido mirar mi teléfono y Levid me advirtió que no dijera que lo tengo y mucho menos que él me lo dio o que esta modificado, aunque en realidad no sé qué signifique el ser modificado.
Los hombres con los que me encuentro están totalmente al pendiente de todo a nuestro alrededor, parecen creer que alguien nos sigue ya que miran por todos lados y murmuran códigos con un pequeño micrófono.
Parecen unos paranoicos sin remedio a pesar de que nos encontramos en carretera y todo se encuentra desierto.
Me encuentro en el centro de la parte trasera del auto, entre dos hombres los cuales están en las ventanas y horas y horas después de incomodo silencio en auto puedo divisar a lo lejos un avión pequeño, una avioneta pero más grande, es más pequeño que un avión pero más grande que una avioneta, jamás había visto algo así.
-Hemos llegado- murmura un hombre en una radio que trae en la manga y siento mi corazón palpitar con fuerza.
Ver el avión me hace recordar aquel día que vi a mi madre alejarse en un enorme helicóptero y siento un retortijón en el estómago.
Extraño tanto a mi madre…
En cuanto el auto se detiene las puertas de la camioneta se abren casi al instante y uno de los hombres me toma por el brazo con posición y sin delicadeza mientras salimos y miro el asiento, para asegurarme que no olvidara nada mientras otro hombre se posa a mi lado.
El avión se encuentra rodeado de hombres y una que otra mujer, los cuales al verme se acercan y me toman por los brazos como si pensaran que voy a echar a correr, mientras uno toma mi maleta y me ayudan a subir con rapidez murmurando el tiempo que tienen para despegar.
Me siento nerviosa, nunca he viajado en avión.
El lugar por dentro es bastante espacioso cabe decir, los asientos son individuales y hay frente a ellos mesas, sin embargo me ponen en un asiento del centro aunque no hay otro lugar ocupado, me ponen el cinturón me indican lo que debo hacer en caso de emergencia y posteriormente comienzan a hablar entre ellos antes de tomar asiento, ponerse sus respectivos cinturones y es entonces cuando sin perder el tiempo, el avión comienza a moverse.
Puedo ver a través de mi ventana que algunos se han quedado abajo, unos se suben al auto en el que veníamos y otros más se alejan a un lugar que queda totalmente escondido ante mi ventana.
El avión comienza a avanzar y yo me aferro de mi asiento cuando este comienza a elevarse y removerse.
Respiro agitadamente y miro al hombre sentado a mi lado que mira con aburrimiento al frente e incluso suelta un bostezo.
-¿A dónde vamos?- pregunto un poco asustada aunque eso yo ya lo sé, pero quiero confirmarlo, pero él ni siquiera me mira.
-Vamos a la academia- responde con simpleza y suspiro frustrada.
-¿País?- pregunto más específicamente pero nadie me dice nada.
Miro la ventana mientras nos elevamos y siento mi estómago vacío ante la sensación.
-Sera mejor que duerma, tardaremos un poco en llegar- me informa una chica sentada frente a mí hablándome como si yo fuera una peste así que ni siquiera le respondo, solo giro la cabeza hacia la ventana, cierro los ojos y trato de recordar el hermoso día que pase ayer con los chicos, mientras el agotamiento me vence de una vez por todas y me quedo finalmente dormida.
...
Alguien toca mi hombro y abro los ojos sobresaltada y alerta, mientras mis acompañantes me miran con molestia, el sol se ha ocultado ya casi por completo y puedo ver como la oscuridad amenaza con devorarme a su paso.
-¿Cuánto tiempo llevamos viajando?- pregunto estirándome y uno de ellos me mira con molestia.
-Las suficientes, hemos llegado, abroche su cinturón que estamos por aterrizar- advierte.
En cuestión de minutos siento como estamos descendiendo, las turbulencias ya no me parecen tan aterradoras y una vez que el avión se detiene ni siquiera esperan un segundo y me obligan a levantarme rápidamente.
Me levanto sintiéndome agarrotada mientras me estiro y tomo mi bolso de mano que me extienden mientras me ayudan a bajar rápidamente y yo miro a mi alrededor con sorpresa.
Nos encontramos en un enorme planta de aterrizaje, puedo ver a mi alrededor varios edificios no tan alejados de nosotros, puedo ver incluso a chicos y chicas caminar sin prestarnos siquiera atención y otros más mirando en mi dirección con curiosidad cuando una mujer de una edad aproximada a la de mi madre pero vestida totalmente formal y elegante, avanza hacia mí.
Uno de los hombres me entrega mi maleta mientras me dirige a la mujer y esta se detiene a un metro de distancia, examinándome con una mirada dura de pies a cabeza, haciendo una mueca y arrugando la nariz como si apestara, sin embargo se aclara la garganta.