La mañana pasa rápidamente mientras escucho hablar a una hermosa maestra joven con un cuerpo escultural sobre cómo podríamos salir de tal situación, cual sería la mejor solución para otra cosa, las posibles repercusiones de tomar una sola decisión incorrecta y en lo general tratar de volvernos sumamente paranoicos; nos han dejado de tarea unos problemas realmente extraños donde debemos poner tres posibles soluciones para salir del problema junto con sus repercusiones y también decir cuál de ellas y sus resultados serían la respuesta correcta ya que ella dice que aunque todas parezcan correctas, solo una puede serlo para no correr riesgo o lastimar a algún civil, pero sobre todo para que la misión no fracase, inclusive si la solución al problema o para que la misión sea exitosa debemos entregar nuestras vidas, lo haremos sin rechistar.
La clase de lenguaje y cultura es la más horrible de todas las clases que haya tomado en mi vida, no solo porque no tengo la menor idea de cómo se habla, se pronuncia o se aprende tan rápidamente como lo hacen todos, sino también porque para mí bendita suerte la profesora que imparte, es la misma bruja que me recibió al llegar a la academia.
La profesora tratando de que habláramos en Alemán correcta y fluidamente, me hizo sentir como una estúpida sin remedio ya que era la única estudiante que no sabía ni siquiera decir sí en Alemán. Mi tarea en castigo por ser demasiado idiota, fue un ensayo (si adivinaron, en Alemán) de 30 páginas a doble vista en letra cursiva y sin saltarme ni una sola cuadrícula, sobre porque es importante aprender el idioma local en una misión y sobre lo importante que es saber cómo mínimo 10 idiomas fluidamente.
Camino a paso tortuga arrastrando mis pies hacia la siguiente clase la cual es Entrenamiento de armas de fuego y me dirijo al gimnasio a ponerme mi uniforme correspondiente, sintiendo mi cabeza pesada y mi cuerpo adormilado.
El uniforme debo admitir es hermoso y muy sensual, es un short que llega a medio muslo (si a medio) que deja ver todo lo que tengo mientras no dejo de pensar que lo que quieren hacer es prostituirnos, sin embargo cuando me miro al espejo y sonrío pensando que no estoy tan mal, miro a mis compañeras con sus musculosas y bien formadas piernas, en sus nalgas levantadas y abdomen tan plano que de lado me hacen sentir como una vaca total.
Una chica a mi lado me ha saludado y dado la bienvenida y me ha explicado que el motivo por el cual el uniforme es tan pequeño y revelador es para que tengamos mayor libertad y que una vez que el entrenamiento empiece, voy a agradecer lo pequeña que es la ropa ya que según ella el entrenamiento de combate cuerpo a cuerpo o de armas blancas y espadas clases que tendré conforme avance la semana, son demasiado exigentes y necesitamos al menos poder movernos con libertad.
La camiseta que traigo puesta es una simple blusa blanca pequeña que al menos hace ver a mis pechos más grandes de lo que realmente son y que me hacen ver como la mejor dotada de toda la clase, aunque claro eso se debe a su ejercicio y entrenamiento y yo pasé mucho tiempo recostada comiendo la comida de Levid y jugando con Alberth y no entrenando desde las 4 am como todas estas chicas.
Me amarro el cabello en una coleta alta y me pongo mis zapatillas deportivas extrañamente mucho y demasiado cómodas para después salir del gimnasio y sentarme en las gradas con todos mis compañeros de clase a esperar a que el profesor llegue.
Tengo sueño, tengo tanto, tanto sueño.
Un chico se sienta a mi lado, casi tan pegado que me hace recorrerme y mirarlo con molestia ya que casi se sienta sobre mi mano, pero cuando lo reconozco, entrecierro los ojos con molestia.
Steven se encuentra a mi lado vestido como yo pero con el uniforme masculino y de color negro, con un short corto aunque no tan corto que deja ver sus musculosas piernas y una camiseta blanca pegada que deja a la vista todos sus bien tornados músculos.
Debo admitir que aunque sea un reverendo idiota, es demasiado atractivo.
-Hola- sonríe de oreja a oreja- Al parecer tenemos esta clase juntos- dice con tranquilidad y yo suspiro.
-¿Qué quieres?- pregunto molesta y él sonríe sin titubear.
-Quiero que salgamos- dice sin rodeos y sin avergonzarse, haciéndome alzar una ceja.
-No quiero salir contigo- le dejo en claro.
Se encoge de hombros.
-¿Por qué no? ¿Acaso no te gusto? Te vi mirarme de pies a cabeza hace un segundo- me echa en cara.
Pongo los ojos en blanco.
-Te pondré tres cosas claras aquí y ahora- digo molesta-La primera es que tengo novio- aquello ni siquiera parece perturbarlo ni un poco- La segunda es que eres un imbécil y si bien eres atractivo, aquello no me importa ni siquiera un poco- aquello tampoco parece molestarlo- Y tercera y más importante, primero me lanzaría por el techo del edificio antes siquiera de pasar un minuto más charlando contigo, me das asco, me molestas y me asquea tu presencia- le dejo en claro.