-03-
Hablas de tus miedos como si todo estuviera bien.
HAILEY.
—Puedo llevarte si deseas, irte en autobús a esta hora puede ser peligroso. —Aseguró Ethan colocándose el casco.
Lo mire con una sonrisa para luego negar. Realmente no era necesario que me llevara, no era la primera vez que me iba en bus para casa de mis padres.
—Estoy bien, no se preocupen.
—¿Segura? —Volvió a preguntar Verónica a lo que asentí y ella suspiró dándose por rendida—. Bien, te esperaré en el apartamento para ver películas juntas esta noche. Ethan, ¿puedes llevarme?
Ethan no se negó, asintió entregándole el casco a Verónica la cual no demoró en agarrarlo para luego subir a la motocicleta de Ethan.
—Sabía que a Verónica le gustan los que parecen malos. —Asegure de manera divertida.
—No digas eso a Ethan, se emociona.
—Puede ser, aunque me gustaría que me invitaras un café primero.
Reí al escucharlo para luego negar despidiéndome de ellos para empezar a caminar hasta la parada del bus. Estaba pensando en reunirme para comprarme un auto, pero primero tendría que aprender a manejar.
Hoy había doblado turnos con el propósito que la paga fuera buena, necesitaba el dinero para mí y para mis padres. Y aunque estaba cansada, les había prometido ir a visitarlos en cuanto tuviera tiempo libre.
Y aquello se lo había dicho hace más de dos semanas.
Habían pasado alrededor de unos cuarenta minutos cuando llegué finalmente a donde vivía mi familia. Era de noche y el sitio no era como el centro de la ciudad, al contrario, de noche daba algo de miedo. Decidí continuar mi camino viendo las viviendas, algunas estaban en deterioro y otras no tanto, incluso había casas lindas.
Este era el lugar donde nadie le apetecía venir, un lugar pobre de Miami, Florida.
Al estar al frente de la casa de mis padres decidí detallarla un poco. La casa era de color blanco, pero ahora parecía de un tono más amarillento debido a la pintura, tenía un pequeño porche donde había un par de sillas con una mesa de apoyo, aun así, faltaba limpiar un poco el polvo y la tierra que había en el suelo de madera. En cuanto subí las pequeñas escaleras la madera crujió debajo de mis pies, no le presté atención, decidí continuar caminando mientras sacaba la llave de mi bolso junto el dinero que me había dado Marie hoy.
No era mucho, pero servía para hacer un buen mercado, mínimo para un mes.
Intenté forcejear con la cerradura, una vez que pude entrar el olor a cigarro y alcohol fue lo primero en recibirme. Las cosas aún no han cambiado.
Quité mis zapatos antes de entrar dejándolos en la entrada como estaban los demás. Suspire un poco aliviada, estaba cansada por todo el trabajo de hoy. Deshice mi cola dejando mi cabello suelto mientras lo peinaba con mis dedos rápidamente. Al parecer nadie había notado que había llegado.
El ruido en la cocina se hizo audible, un par de platos y un par de gritos me bastaron para empezar a caminar rumbo a la cocina que solo me quedaba a unos cuantos pasos en el pasillo.
—No voy a discutir contigo hoy. —Escuche la voz de mi padre—. Siempre es lo mismo, ya te lo dije, he ido a todos los lugares buscando trabajo, no puedo hacer más nada.
—Si, pero si dejaras de beber tanto, creo que se interesarían en darte el trabajo.
Suspire un poco al escucharlo, siempre discutían por lo mismo. Me arme de valor pasando mis manos por los bolsillos de mis vaqueros para luego apoyarme en el marco mirando la cocina. Había una isla con sillas giratorias para desayunar, era toda de mármol blanco, y aunque se encontraba hecha un desastre por tener facturas sobre la isla y algunas bolsas de comida chatarra, tenían lo esencial para vivir.
Mis padres al notar mi presencia guardaron silencio un momento. Mi madre se giró y se consiguió con mi mirada algo preocupada, aun así, me regaló una sonrisa aparentando que todo estaba bien.
—Hailey, ¿Por qué no nos avisaste que vendrías? —Se acercó rápidamente regalándome un abrazo el cual correspondí rápidamente sonriendo un poco—. Hubiéramos limpiado un poco y…
—No se preocupen, no es necesario limpiar.
Me separe de ella y esta me regaló una sonrisa cálida, como si la discusión con mi padre no hubiera sucedido. Era consciente de que mis padres tenían problemas económicos, mi madre había quedado embarazada de mi cuando tenía dieciséis años y desde entonces las cosas se complicaron.
Mi padre me miró llevando una lata de cerveza a su boca, era joven, pero el alcohol había estropeado por completo su vida. Aun así, él aparentaba que todo estaba bien al igual que mi madre.
Me pregunto porque eran tan optimistas.
—¿Cada día estás más guapa o es idea mía? —Se acercó a mí dejando un beso sobre mi cabeza por lo que decidí abrazarlo un poco.
Los extrañaba muchísimo. Realmente sabía lo disfuncional que era mi familia desde muy pequeña, desde que mis abuelos sacaron a patadas a mi madre de su casa y ella tuvo que buscarse la vida junto a mi padre para tener un techo y cuidarme. No los odiaba por la vida que me habían dado, estaba agradecida por cada una de las cosas que me habían dado desde muy pequeña, porque sabía que había un sacrificio detrás de todo eso.
—Vengo del trabajo, decidí pasar un rato para poder verlos. La próxima semana tengo exámenes y estoy muy llena con el trabajo.
—No te preocupes, Hai. —Aclaro mi padre dándome una pequeña sonrisa—. Con tal de que controles a esta fiera…
Señalo a mi madre, pero ella se adelantó a darle un pequeño empujón. Reí un poco negando con la cabeza mientras buscaba en el bolsillo de mis jeans el dinero que había sacado anteriormente de mi bolso.
—No es mucho porque este último mes no hemos ganado tanto, —Mentí. Me habían descontado el dinero porque tuve que faltar dos días para estudiar, intenté hablar con Marie, pero sabía lo exigente que era con el trabajo—. Espero que les sirva para pagar las facturas y si es necesario comprar comida.
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Editado: 09.06.2025