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Historias distintas, vidas distintas.
HAILEY.
Había pasado una hora aproximadamente desde que había llegado al hospital, ya Lizzy estaba mejor y hablando con el doctor me aclaró que la anemia quizás se debía a la falta de alimentación, tendría que mejorar su alimentación si en cuyo caso era que no estaba comiendo bien. Por lo que decidí hablar con Jack dejándole el dinero que me había ganado esta semana en el trabajo, él insistió que me lo quedara, pero realmente ellos lo necesitaban más que yo, necesitaba comer y necesitaba saber que ambos estaban bien.
Cuando salí del hospital Liam me estaba esperando afuera, parecía tranquilo incluso amigable cuando sonrió al verme llegar, pero no fui capaz de decirle ni siquiera una palabra, solo quería llegar al departamento, llamar a mis padres y llorar si era necesario. Quería entender el cambio tan repentino de mis padres, pero lastimosamente no los entendía en lo absoluto.
Me había hecho una promesa de que no volvería a suceder esto.
¿Qué le pasaba por la cabeza?
—¿Estás bien?
La voz de Liam me hizo salir de mis pensamientos en cuestión de segundos, llevábamos rato en vía a mi departamento y aunque me subí al auto sin decir nada, esta vez no me había molestado, de hecho había guardado silencio y lo único que se escuchaba entre nosotros era la radio. Pero, cuando gire al mirar por la ventana, habíamos llegado a los edificios donde Verónica y yo vivíamos.
Aparte de un día horrible, me gustaba avergonzarme a mí misma.
Deje de jugar con mis anillos para luego mirar a Liam con una pequeña sonrisa, una incómoda, luego decidí agarrar mis cosas.
—Lo siento. Gracias por traerme, y por esperarme en el hospital. —Solté un suspiró acomodándome sobre el asiento—. Te debo una.
—No, no te preocupes por eso. —Negó rápidamente. Pero su mirada lo delató rápidamente, parecía esperar una respuesta de mi parte así que se adelantó para hablar nuevamente—. Te hice una pregunta, Hailey.
—¿Cuál?
—¿Estás bien?
No, no estoy bien.
Quise decirlo pero no fui capaz, no era capaz de contarle a alguien más mis problemas porque lastimosamente me iba a empezar a sentir como una carga, además, Liam seguía siendo un desconocido por completo en mi vida, había visto un poco de mi asquerosa vida el dia de hoy, no podía permitirle que continuará viendo lo castrostofica que era.
Le regale nuevamente una sonrisa para luego colocar la mano en la manilla, antes de bajarme decidí hablar.
—Si, estoy bien, no te preocupes. Gracias otra vez.
No espere una respuesta de su parte, solo me baje de su camioneta y cerré la puerta para empezar a caminar a la entrada de mi edificio, ni siquiera era capaz de voltear atras, no queria esperar una respuesta de él, o que me consolara por lo que estaba sucediendo.
Quería estar sola.
Marque el ascensor esperando que llegara a planta baja. Mire mis zapatos por un momento dándome cuenta que en algún momento tendría que limpiarlos porque estaban más que sucios. Pero, como si fuera un vaso cuando está apunto de rebozarse, las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas por lo que limpié por inercia antes de subir al ascensor. Pero en cuanto me mire en el espejo que estaba al abrirse las puertas me di cuenta que entrando por la puerta de mi apartamento mi amiga se daría cuenta que había sido la peor tarde de mi vida.
Mis ojos estaban rojos y llorosos, mis mejillas tenían un color carmesí al igual que mi nariz indicando que había llorado lo suficiente. Suspire marcando el último piso y note como las puertas se cerraron rápidamente. Apoyé mi cabeza mirando el techo buscando quizás alguna señal del destino que me dijera que lo que había sucedido era una especie de broma, pero la voz de mi hermano retumbó en mi cabeza.
Es mi maldita culpa.
¿Como Jack era capaz de culparse de algo que fácilmente se le podría salir de sus manos porque no era su responsabilidad? Se culpaba por algo que deberían culparse mis padres.
Saqué mi teléfono del bolsillo de mis jeans para luego marcar el número de mi madre esperando que contestara, pero me mando al buzón en el primer repique, probe con el de mi padre y paso lo mismo.
Las puertas del ascensor se abrieron y salí guardando mi teléfono nuevamente preguntándome cómo haría para comunicarme con mis padres si sus teléfonos estaban apagados. Quería pensar que quizás fueron a nuestra ciudad, que mi padre consiguió empleo y que todo era un malentendido de mis hermanos.
Pero, no todo me salía bien casi siempre, de hecho, nada me salía bien.
Doble en el pasillo secando mis lágrimas pero me detuve al ver una figura sobre la puerta del departamento de Veronica. El me miró de la misma forma que yo lo hice, y aunque al principio tenía el ceño fruncido, al mirarme su mirada pasó a una de preocupación. Incluso, cuando me vio dejó de estar apoyado sobre la pared para dar un paso hacia a mi pero se detuvo al mismo tiempo.
Pero solo me limité a suspirar tratando de contener todo lo que sentía y evitar las lágrimas que querían salir en ese momento. Lo había dicho, nada me salía bien.
—Dean, hoy no quiero discutir contigo. —Susurre terminando de acercarme manteniendo una distancia prudente mientras sacaba las llaves—. Tuve un día pesado y…
—¿Para que me escribiste el sábado?
Escucharlo me hizo subir mi rostro para mirarlo casi incrédula, pero los ojos azules oscuros de Dean buscaban una respuesta de mi parte. Fue increíble, el día de hoy no iba a soltarme de ningún Charles.
—No lo sé. —Respondí riendo sin gracia—. Estaba tomada, borracha para ser mas especifica ¿eso era lo que querías escuchar o me vas a volver a sacar mi trabajo en cara?
Había dicho que no tenía ánimos para hablar con alguien, y era cierto, pero en estos momentos tenía que descargar toda mi molestia que tenía por culpa de Dean.
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Editado: 23.06.2025