Un año después.
Elena caminaba por una feria de libros en el centro de la ciudad. Llevaba el cabello recogido, una bufanda liviana, y ese gesto en los ojos que tienen las personas que han conocido el amor… y también la pérdida.
No había vuelto a enamorarse.
No del todo.
Pero ya no le dolía decir su nombre en voz alta. Nicolás. Era solo un recuerdo ahora. No uno amargo, tampoco dulce. Uno agridulce. Como esos días nublados con olor a café que no sabes si te entristecen o te calman.
En una mesa de autores locales, vio un libro pequeño, sin grandes pretensiones. Lo tomó.
Título: Las veces que casi fuimos.
No lo escribió ella. Pero podría haberlo hecho.
Sonrió. No por nostalgia. Sino porque entendió que todos cargamos una historia así: la que no fue, la que no terminó bien, la que nos rompió y nos reconstruyó con otros pedazos.
Lo compró sin dudar.
Y siguió caminando.
Nicolás, en otro lado de la ciudad, salía del trabajo más tarde que de costumbre. Había dejado de buscarla hace meses, pero no de pensar en ella. Algunos domingos, se encontraba cocinando algo que solo ella comía. Y cuando escuchaba su risa en una película, bajaba el volumen sin querer.
Nunca volvió a amar a alguien como a Valeria.
Pero nunca volvió a ser amado como lo fue por Elena.
Esa era su cruz. Y su recuerdo más valioso.
Una noche, hurgando entre libros, encontró el cuaderno que Elena había dejado tiempo atrás. Lo hojeó una vez más. Entre las últimas páginas había una línea que no había visto antes.
“Si algún día lees esto:
No te odio.
Solo espero que, la próxima vez que alguien te ame así, no lo dejes marcharse.”
Cerró el cuaderno.
Y lo guardó.
No en una caja, no en un cajón.
En la repisa. A la vista. Como uno guarda las lecciones que duelen, pero enseñan.
Elena, desde su nueva vida, no se arrepintió de haberse ido.
Nicolás, desde su soledad cómoda, no dejó de imaginar qué hubiera pasado si se hubiese quedado.
Pero así son algunas historias:
No nacen para durar.
Sino para cambiarte.
Y aunque nunca volvieron a cruzarse, en algún lugar, en algún rincón de sus vidas,
ambos supieron que hubo amor. Que dolió. Que valió.
Y que algunos finales no son felices ni tristes.
Solo… agridulces.
FIN
Editado: 29.05.2025