Lo Que Nunca Fuimos o Seremos

Capítulo 5: Entre el deseo y la razón

Amaya caminó por los pasillos del edificio, su mente agitada. La conferencia había terminado y el salón del cóctel estaba lleno de risas y voces, pero ella no podía dejar de pensar en las palabras de Elías. "Lo que nunca fuimos... o seremos." La frase seguía retumbando en su mente como un eco constante, como una verdad que no podía ignorar.

Se detuvo frente a una ventana que daba al jardín de la universidad. La noche había caído, pero la luz de las farolas iluminaba suavemente el espacio, creando una atmósfera tranquila. Sin embargo, la paz del momento no hacía más que resaltar la confusión que sentía en su pecho. La sensación de que algo había cambiado, pero no sabía qué, la atormentaba.

¿Por qué siempre nos encontramos en momentos en los que ya no podemos avanzar? pensó. Había algo en Elías, algo que la atraía y la aterraba al mismo tiempo. Pero lo que más la desconcertaba era su propia reacción. A pesar de que había decidido alejarse, sus pensamientos siempre lo regresaban a él. Y ahora, después de esa conversación, se sentía más perdida que nunca.

Amaya sacó su teléfono y vio el mensaje de su mejor amiga, Clara, preguntándole si quería salir a tomar algo. Era una invitación típica, pero en ese momento, Amaya no sabía si quería distraerse o enfrentar la tormenta interna que la asediaba.

Finalmente, decidió que salir con Clara era lo mejor. Al menos, podría escapar un rato de esos pensamientos que no la dejaban respirar.

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El bar estaba lleno de estudiantes, el ambiente relajado, pero animado. Clara la esperaba en una mesa al fondo, con una copa de vino ya medio vacía. Cuando Amaya se acercó, Clara levantó la vista y la saludó con una sonrisa.

-No me digas que vienes de la conferencia aburrida, ¿verdad? -preguntó Clara, soltando una risa divertida.

Amaya dejó caer su bolso sobre la silla y se sentó frente a ella, sin responder de inmediato. Clara, al notar la expresión seria de su amiga, dejó de sonreír.

-¿Todo bien? Pareces... distante.

Amaya suspiró. Tomó la copa de vino que le sirvieron y le dio un sorbo antes de hablar.

-Vi a Elías otra vez. Y... no sé qué hacer con todo esto. Es como si no pudiera dejar de pensarlo, Clara. Como si no pudiera dejar de sentirlo. Pero al mismo tiempo, sé que no puedo seguir haciéndome esto. Porque sé que no va a ninguna parte.

Clara la miró con atención. No necesitaba palabras para saber lo que Amaya estaba sintiendo. Su amiga la conocía bien, y las emociones de Amaya nunca habían sido fáciles de manejar.

-¿Qué es lo que quieres? -preguntó Clara con suavidad. Amaya la miró, confundida.

-¿Qué quiero? No lo sé. No sé qué siento, Clara. Y eso es lo peor. Es como si... todo fuera una mentira, pero al mismo tiempo, no quiero dejarlo ir.

Clara dejó de jugar con su copa y se inclinó hacia ella, con una mirada comprensiva.

-A veces, las cosas no son fáciles. A veces las personas entran en nuestras vidas para mostrarnos lo que realmente queremos, aunque no lo sepamos aún. Pero también hay momentos en los que tenemos que aprender a soltar. Porque aferrarnos a algo que no es real nos va a hacer más daño.

Amaya cerró los ojos un momento, sintiendo que las palabras de Clara eran un golpe directo a su corazón. Sabía que tenía razón, pero eso no significaba que fuera más fácil.

-¿Y si es real? -preguntó, sin poder evitar la esperanza que asomaba en su voz.

Clara la miró fijamente, como si viera a través de ella. Finalmente, suspiró.

-Si es real, Amaya, entonces las cosas sucederán cuando tengan que suceder. Pero no te hagas daño buscando algo que no está ahí. Las historias que realmente importan no son las que forzamos. Son las que surgen sin que las planeemos.

Amaya no respondió de inmediato. Tomó otro sorbo de vino, dejando que las palabras de su amiga se asentaran en su mente. Mientras observaba a la gente que charlaba y reía a su alrededor, pensó en lo que Elías había dicho. Lo que no se dice, se queda guardado.

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Esa noche, Amaya regresó a su departamento con la cabeza llena de pensamientos. Elías seguía presente en su mente, pero ahora, las palabras de Clara resonaban con más fuerza. No podía seguir viviendo atrapada en lo que no se había dado, en lo que nunca sería. Elías se había convertido en un enigma, un "quizás" que se negaba a definirse, pero a la vez no le dejaba avanzar.

En su cuarto, se quitó la ropa y se metió en la cama, abrazando las sábanas como si fuera la única manera de abrazar sus pensamientos. Cerró los ojos y, por un momento, se permitió imaginar una vida sin Elías. Una vida donde no se sintiera atrapada entre lo que había sido y lo que nunca sería.

Al día siguiente, el teléfono sonó. Era un mensaje de Elías.

"Amaya, necesito hablar contigo. Hay algo que no te he dicho."

Su corazón dio un vuelco. Sabía lo que eso significaba. Sabía que lo que él tenía que decir podría cambiarlo todo, o tal vez solo confirmar lo que ya sabía: que este capítulo nunca llegaría a ser.

Pero, por un instante, se permitió la duda. ¿Y si esto era lo que necesitaban?




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