Lo Que Nunca Fuimos o Seremos

Capítulo 29: La verdad empieza a doler

Carmen sostenía el libro de Iván entre las manos. Lo había dejado olvidado sobre la mesita del hospital, y al abrirlo, una nota cayó entre sus piernas. No era para ella... Era para Amaya.

"A veces los errores se repiten cuando el corazón sigue eligiendo igual. Pero yo no soy tu error, Maya. Soy tu historia."

La letra era inconfundible.

Carmen sintió un escalofrío. Había algo en ese mensaje que no le gustó. Demasiado posesivo. Demasiado... manipulador. De pronto, los gestos amables, los chocolates, las visitas "casuales" cobraban otro sentido.

Recordó una conversación que había escuchado de lejos entre Iván y una enfermera.

-¿Sabes si Amaya se queda esta noche aquí?
-No lo sé, pero últimamente se va más tarde.
-Perfecto. Necesito hablar con ella. A solas.

Esa inquietud creció en su pecho. Su hija estaba en medio de dos hombres, y uno de ellos no le generaba paz.

---

Amaya llegó esa noche a casa de Elías, más callada de lo habitual. Él no insistió al principio, solo puso música suave y le ofreció una copa de vino. Pero cuando vio que ella tenía los ojos brillosos, se sentó frente a ella.

-Háblame, Maya. No pongas esa barrera conmigo. No quiero ser uno más que adivine lo que sientes.

Ella lo miró, vulnerable, y por primera vez desde que estaba con él, su voz se quebró.

-Tengo miedo... de no saber qué siento. De que el pasado me arrastre. De perderte sin querer hacerlo.

Elías se acercó y le tomó las manos.

-Amaya, no tengo miedo a que dudes. Todos lo hacemos. Pero si te alejas sin explicarme, eso sí me dolería.

-Él fue parte de mí por años. Y aunque lo nuestro terminó mal, no sé cómo cerrar eso sin que me duela.

-Entonces ciérralo conmigo a tu lado. No necesitas huir para sanar.

Ella lo miró, con lágrimas bajando lentamente.

-¿Y si no puedo darte todo lo que mereces?

Él sonrió con ternura.

-Solo quiero que seas tú. Herida, insegura, fuerte o rota... pero tú. No me des todo, solo déjame estar.

---

En ese momento, Amaya supo que no quería perderlo. Ni permitir que su historia pasada definiera su futuro.

Y mientras eso ocurría, Carmen guardó la nota de Iván en su bolso y marcó un número.

-¿Doctor Santiago? Buenas noches. Necesito hablar con usted. Es sobre Iván y algunas cosas que he notado...

Porque cuando una madre presiente un peligro, no se queda quieta. Y Carmen acababa de comenzar a dudar seriamente del hombre que sonreía demasiado bonito.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.