Lo Que Nunca Fuimos o Seremos

Epílogo: Un lugar para volver

Un año después...

El café en la esquina había cambiado de dueño, pero no su aroma. Amaya pasaba por allí cada mañana antes de ir al hospital, ahora como psicóloga titular de la unidad emocional de pacientes oncológicos. Sus pasos eran firmes, su mirada, más clara que nunca.

Al entrar, encontró a Elías ya esperándola. Tenía un libro abierto y un café en la mano... el mismo gesto de siempre.

-Llegas tarde -bromeó él, sonriendo.

-Llegas demasiado temprano -respondió ella, dejando un beso suave en su mejilla.

Se sentaron, y por unos minutos, solo compartieron el silencio tranquilo de quienes ya no necesitan palabras para sentirse cerca.

-Hoy... hace justo un año, dijiste que no sabías qué éramos -murmuró Elías.

-Y hoy lo sé -dijo ella, tomando su mano-. Somos casa. Somos regreso. Somos eso que uno no planea, pero agradece cada día.

Él acarició su mejilla y, como tantas otras veces, la miró como si el mundo se resumiera en sus ojos.

-¿Y si te pido que escribamos juntos el resto de esta historia?

Ella sonrió, esa sonrisa suya que ya no temía.

-Entonces tráeme un bolígrafo... que esta vez quiero escribir sin miedo.

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En la esquina, el viento movía suavemente las hojas de un árbol recién florecido. Como ellos. Como todo lo que crece, incluso después del invierno más largo.

Porque a veces, lo que nunca fuimos... es solo el comienzo de lo que sí podemos ser.




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