Lo Que Nunca Fuimos o Seremos

Extra 2: Lo inesperado que esperábamos

Elías caminaba por el pasillo del hospital con una bolsa de papel en la mano. Sabía que Amaya estaría agotada. Su turno había sido largo, y ella no había parado ni para comer. Al llegar a su oficina, la encontró de espaldas, mirando por la ventana con una expresión distinta. Silenciosa. Inquieta.

-Te traje sushi y jugo de mango, tu favorito. Y sí, ya sé... "no me debiste malcriar", pero igual te traje doble postre -dijo él, entrando con su sonrisa de siempre.

Amaya se volvió lentamente, con los ojos brillosos.

-¿Amor? -preguntó, dejando la bolsa sobre el escritorio-. ¿Estás bien?

Ella lo miró con una mezcla de nervios y ternura.

-Sí... solo que... necesito decirte algo.

Él frunció el ceño, sentándose frente a ella.

-Me hice una prueba esta mañana, después de sentirme rara toda la semana.

-¿Estás enferma?

Ella negó, esbozando una sonrisa suave.

-Estoy embarazada, Elías.

Él parpadeó. Una. Dos. Tres veces.

-¿En serio?

-Sí... y no fue planeado. Pero tampoco evitado. Y sé que puede parecer mucho. Pero yo...

Antes de que pudiera terminar, Elías se arrodilló frente a ella y le tomó las manos con una delicadeza absoluta.

-Yo te amo, Amaya. Y si esta vida nos está regalando algo más... no puedo imaginarlo con nadie que no seas tú.

Ella se lanzó a sus brazos y lloró, esta vez no de miedo, sino de pura emoción.

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Meses después, estaban en la misma sala de estar, la manta, los cojines, el sonido de la lluvia... y una nueva cuna a un costado.

Amaya, con una pequeña barriga ya marcada, acariciaba su vientre mientras Elías leía en voz alta un libro de cuentos.

-Creo que será una niña -dijo él, acariciando su cabello.

-¿Y si es niño?

-Entonces será un niño con el corazón más amado del mundo.

-¿Y si son dos?

-Bueno... entonces vamos comprando otra cuna.

Ella rió, apoyando la cabeza en su pecho.

-Gracias por no soltarme nunca.

-Gracias por enseñarme que lo que nunca fuimos... era solo el prólogo de todo lo que podemos llegar a ser.

Y así, entre la espera, el amor y la promesa de lo nuevo, supieron que su historia no tenía un final, sino muchas páginas por escribir.




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