Lo que nunca te dije, crush (+16)

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Estaba con Saory, y un amigo de mi hermano merodeaba cerca; mi amiga se emocionó, lo vislumbré en su rostro, pero tú solo me preguntaste por Lila: mi compañera de clases que es tu amiga. Recuerdo que me desinflé como un globito de aire, pero agradezco eso, porque ayudó a que te respondiera con toda la naturalidad del mundo que ella no había asistido a clases. Tú sólo asentiste con la cabeza y te dispusiste a irte.

Luego giraste y me preguntaste: –¿Carleigh, cierto?

Quise sonreír como lo hizo Saory pero el corazón se me aceleró tanto que solo me sentí nerviosa. Únicamente atiné a asentirte con la cabeza en respuesta, tú sonreíste y te subiste al bus que recién llegaba.

Rememoré ese momento toda la tarde.

Los días siguientes sólo te limitabas a saludarme desde lejos, con una sonrisa o con tu mano. La primera vez que me besaste la mejilla fue gracias a la presencia de Lila. La segunda vez te encontré de casualidad en la plazoleta, ibas con tu amiga de cabello blanco; sólo te detuviste, me besaste en la mejilla, y reanudaste tu camino con ella. La tercera vez te encontré en McDonald’s, llevabas a una niña de unos cuatro años de la mano; recuerdo saludarte velozmente, porque te localicé cuando ya me marchaba y mi hermano posee el don de la impaciencia. La cuarta vez no la recuerdo, porque se nos hizo rutinario encontrarnos de casualidad y saludarnos.

Una mañana, desayunaba con mis mejores amigas y tú apareciste: te sentaste a mi lado, me besaste en la mejilla, y me invitaste a tu fiesta de cumpleaños. Cuando te retiraste, Steffi y Saory hicieron un escándalo, alabando mi supuesta bella vida. También recuerdo que no asistí, a pesar de que me llamaste para confirmar y me rogaste que fuera, pero el corazón roto de mi mejor amiga era más importante, y tú nunca me confesaste de dónde conseguiste mi número celular.

Recuerdo cómo se rumoreó por los pasillos que en tu fiesta filtraron diferentes tipos de sustancias psicotrópicas, y que tú estabas furioso por ello, a pesar de que la fiesta fue un éxito. De todas formas quería indagar, no sé por qué estaba preocupada, pero no era un tema como para tocártelo a ti porque si bien estabas molesto por aquello, nuestra confianza aún no era tanta. Fui a preguntárselo a Lila, pero me respondió que, lastimosamente, ella no acudía a ninguna fiesta organizada por ti; Tami, tu amiga de cabello blanco, siempre se convertía en la reina de tus fiestas, y Lila no la toleraba.

Después, la tarde de un viernes coincidimos en la plazoleta; tú te dirigías al súper y yo esperaba por Simon y las chicas, decidiste acompañarme mientras tanto. Siempre pensé que nunca tendríamos tema de conversación, pero tú hablabas sobre cualquier cosa con tanta naturalidad, que sentía que charlaba con alguien cercano. Nunca estuve nerviosa, sólo quería saber más de ti, y tú parecías complacido hablándome de tu vida.

Pero en cuanto visualizamos a Simon acercarse con su guitarra te fuiste de inmediato, y yo que quería presentarte a mí mejor amigo.

 




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