Lidia
—Creo que puedo ir solo un par de horas... —respondí, aturdida por el bombardeo de mi corazón, por el estampido de mariposas que hacían destrozos en mi interior. No obstante, todo empeoró dentro de mí cuando vi como Dereck sonreía…, con felicidad. Todo en mi corazón explotó, en luces de muchos colores, avivando la absurda esperanza que salvaguardaba.
—Te estaré esperando. —Acercó su boca para besar mi mejilla, la sangre se mudó a mi cara, calentándola. Dereck, atreviéndose a ir más allá, besó la comisura derecha de mi boca, entonces se alejó por el pasillo, destilando seguridad. Dios, eran tan atractivo, demasiado para mi bien.
El partido de soccer comenzó. Dereck hizo su aparición en el campo de futbol, era el capitán, así como, no está demás decir que se miraba tremendamente guapo en su uniforme. Toda su anatomía se podía ver sin problema. Mucho tiempo después; el segundo tiempo estaba por terminar, el marcador iba cero a cero, a mi alrededor todos gritábamos, alentando a nuestro equipo, cantando a una misma voz, atentos a las jugadas que los jugadores realizaban.
El árbitro señaló que quedaban tres minutos. El equipo contrario sacó el balón, el cual pasó a ser de nosotros…, la jugada nació a mitad del campo, el balón fue proyectado hasta la zona de portería de los visitantes, ahí estaba Dereck, buscando una oportunidad para anotar. Entonces todo sucedió en cámara lenta…
Ese chico que se había adueñado de mi insomnio y alojado en mis sueños, recibió la pelota con maestría, escapando con tanta facilidad de un par de contrincantes y, en cuestión de segundos, lanzó el balón directo a la portería.
Gol.
Todos los espectadores de casa explotamos en un estruendoso grito, lanzando serpentinas al aire. Sin embargo, como si nada de eso fuera suficiente, como si mi corazón no pudiera sufrir más arritmias, Dereck ignoró el festejo de sus compañeros y llegó corriendo hasta las gradas donde yo estaba y me señaló.
Dedicándome así, el gol de la victoria.
Después del partido de soccer, Dereck se acercó a donde me encontraba y tan pronto me vio, sus labios rompieron en una extensa sonrisa y mi corazón se saltó un latido para luego reanudar su marcha con renovados bríos. Yo para ese momento ya estaba muy enamorada de él.
— ¡Felicidades!, ¡han estado genial! —exclamé al tiempo que Dereck terminaba por acercarse a mí, con movimientos torpes le regalé un abrazo, luchando porque mis pulmones no dejaran de trabajar. Sin embargo, para empeorar todo, sus manos no se alejaron de mi cadera, manteniéndome cerca.
Sus ojos celestes me observaron con su tan característica intensidad, substrayéndome de la realidad y adentrándome a una bruma, en donde él, era el amo y señor. Y como si el destino estuviese empecinado en empeorar toda esa situación; una ráfaga de viento revoloteó a nuestro alrededor, desordenando mi melena castaña, la vergüenza me atravesó de lado a lado, ya que, toda mi cara se vio atravesada por mechones de cabello, los mismos que entorpecieron mi hablar.
Una ronca y gruesa risa reverberó en el corto espacio que nos separaba; su sonrisa se acentuó más, divertido por la torpeza de mis manos, las cuales intentaban arreglar el reciente desorden. Entonces, cuando sentí el tacto de Dereck cerca de mis mejillas, acomodando los mechones que el aire rebelde había movido, mi respiración se paralizó, mi corazón hizo igual, para luego emprender su marcha con renovados bríos, con efusividad. Y como si él supiera todo los estragos que me estaba propinando —por supuesto que lo sabía—, alargó más el momento, jugueteando con mi cabello entre sus dedos.
—Muchas gracias... —murmuró con voz ronca, debido a las emociones. Aclaró su garganta, alterando mis pensamientos. Me atreví a verlo, con todos mis sentimientos expuestos, con el temor entretejido con la esperanza. Relamí mis labios y aguanté la respiración—..., fuiste mi amuleto de la suerte. — ¡Jesús!, al escuchar eso…, inevitablemente mis labios rompieron en una enorme sonrisa.
—Fue un placer, Dereck... —murmuré, pérdida en sus estanques celestes, tratando de nivelar mis latidos, pero era imposible pues su mirada iba de mis labios hasta mis ojos. Entonces, eso por lo que había estado esperado por tanto tiempo, sucedió…
Dereck, con gesto dudoso y un tanto pesaroso, fue rompiendo distancias, una de sus manos que descasaban en mi cadera, fue ascendiendo hasta posarse detrás de mi nuca. Mi corazón se saltó un latido, mis ojos lo miraron con adoración y antelación. Aguardando por que lo hiciera, porque me besara.