—Corre Noah, ¡Vamos a llegar tarde! —grito desde la planta de debajo de la casa de los Evans.
Noah es mi mejor amigo, un chico un año mayor que yo, alto, fitness, de tez blanca, ojos miel, cabello castaño y siempre bien acomodado, aunque se lo está dejando crecer, tiene dieciocho años, dentro de tres meses diecinueve.
—Ya voy, ya voy —dice el chico castaño de ojos miel, que tengo por mejor amigo gritando desde su habitación.
—Sabes que odio esperar — me recargo en la baranda de la escalera y desbloqueo mi celular abriendo Instagram.
—Tenemos que esperar a Emily —el chico acomodaba su chaqueta de cuero negra bajando por las escaleras.
—Ya estoy lista — Emily es la hermana menor de Noah, sus ojos son ámbar, su cabello es rizado, alta, un cuerpo normal para su edad, inteligente y para tener diecisiete años se veía bien.
—Deberías ser más como Emily, ella no tarda horas como tú — me burlo de él enseñándole la lengua.
—Enid tu ni digas nada porque ambos sabemos cuanta paciencia debo tener contigo cuando salimos — mi mejor amigo toma las llaves de su casa y las mete en su pantalón.
Salimos de su casa y nos encaminamos a la camioneta del padre de ellos.
—¿Están listos? —el tío Oliver, nos dice cuando estamos adentro del vehículo. Sus ojos son como los de su hija, pero su cabello es lacio, algunas canas ya se alcanzan a notar.
— ¡Si! — gritamos emocionados.
Emily habla una y otra vez de lo emocionada que esta de ir al concierto, Noah no nos presta atención pues va concentrado contestándole mensajes a Allison la chica con la que sale desde hace tres meses. Emily menciona a la banda y mi mejor amigo no presta atención a nada, cuando habla con esa chica siempre se pierde, está enamorado hasta los huesos.
Al no prestarnos atención no se da cuenta que vamos a el concierto de su banda favorita.
En todo el camino a Windsor, la camioneta va llena de risas y bromas. Los padres de Noah son personas increíbles, mi tía Amalia, la madre de Noah de tés pálida, ojos miel, cabello castaño al igual que Noah, aparte de ser una mujer guapa y una madre increíble, es una mujer de admirar.
La lluvia cae; es marzo, no hay tanta lluvia por este mes, pero aun así puedo ver las gotas rodar por los vidrios de la camioneta. El clima aquí es tan bipolar como mi hermana y sus cambios de humor.
Nos adentramos a la ciudad, Noah comienza a ver los carteles en donde anuncia quienes es la banda que estará en el Royal Windsor Racecourse, un hipódromo con capacidad para quince mil personas.
Noah se gira a nosotras, se emociona tanto que nos dice:
—¿Por qué no me dijeron que era de Coldplay?
—Sabríamos que después te arrepentirías por tardar horas arreglándote.
Bajamos de la camioneta, nos encaminamos a la entrada del hipódromo, Noah nos toma de la mano para que los tres no nos perdamos entre tanta gente, entregamos nuestros boletos cuando no los piden y nos abrimos paso entre las personas. Estamos en la zona VIP, junto con otras personas quienes están sentadas a la espera de que la banda comience a salir.
Las luces comienzan a parpadear, de un momento a otro todo se queda en oscuridad, el público espera ansioso, el escenario empieza a iluminarse con tenues luces, me siento emocionada, los murmullos crecen.
En la pantalla hay una cuenta regresiva, todos comienzan a gritar, se escucha el riff de guitarra y todos enloquecen, las luces se encienden con intensidad, el humo empieza a salir y la banda empieza a parecer uno a uno.
Comienzan cantando “Clocks”, Chris Martin comienza a saludar a todo el público, animándonos a aplaudir.
—¡Vamos Winsor! Quiero oírlos — dice a través del micrófono y todos comenzamos a cantar a todo pulmón.
Así comienza el mejor concierto de nuestra vida, cantamos, reímos, lloramos y nos quedamos sin voz con las siguientes canciones.
La multitud vuelve a enloquecer, empieza a sonar "yellow", abrazo a mi mejor amigo con euforia y canto con la misma intensidad.
Una sensación extraña avasalla mi cuerpo, hay algo diferente, Noah va a cumplir diecinueve y se ira a la universidad, conocerá personas y cumplirá su sueño de estudiar medicina en Yale, aparte de ser del equipo de soccer y ser uno de los mejores sé que allá se encontrará, podrá aprender cosas que aquí se lo impiden.
Las horas en aquel concierto transcurren muy rápido, Noah esta afónico por cantar todas las canciones, se ve feliz, sus ojos miel demuestran mucha felicidad.
El tío Oliver y la tía Amelia nos llevaron a el hotel donde nos quedamos, mañana por la mañana viajaremos a primera hora a Londres.
Cuando el cierto termina nosotros nos vamos al hotel, estamos exhaustos de tanto gritar y cantar a todo pulmón las canciones. Nuestro cuarto es compartido, hay tres camas. Noah se tumba en una cama de inmediato cuando entramos está muy cansado de brincar y emocionarse a cada nada con las canciones, Emily entra al baño a asearse y yo espero con los ojos cerrados en la cama a que ella salga para hacer lo mismo.
Al regresar de la ducha me acomodo en las suaves sabanas de la cama y el cansancio me invade haciendo que de inmediato me quede profundamente dormida.