Lo que pudimos ser y no fuimos

Capítulo 2

—¡Listo chicas! —la entrenadora de voleibol grita dando por terminado el entrenamiento —es todo por hoy.

Los martes y jueves son día de entrenamiento, pero también lo son para salir con mis amigas y aprovechar el tiempo libre.

—¿A dónde iremos hoy? —Madison mientras se quita la blusa sudada, entrando a los vestidores.

Madison es morena, de ojos oscuros, cabello rizado que le llega a los hombros. Amable, aunque con carácter fuerte.

—Mejor hay que ir a mi casa —respondo sacando de mi locker una toalla y la ropa que usaré—. Ahí podemos pedir algo a domicilio.

Entro a la regadera y dejo que el agua tibia me relaje.

—Me parece bien — dice Mía, que siempre está de acuerdo conmigo. Ella es bajita, delgada, con el cabello castaño y lacio que le cae como cascada cuando suelta el moño.

Al terminar, las seis nos fuimos en la camioneta de Emma, Taylor Swift suena en las bocinas, las seis vamos cantando sin parar, la parte de arriba se puede abrir, y Chiara, Madison y Sophie se asoman medio cuerpo fuera, gritando y disfrutando de la brisa de marzo en Londres.

Mia va a mi lado cantando de la misma manera que todas, pero no pierde oportunidad para grabar, el crear recuerdo con ellas es lo mejor, nos queda un año para irnos a la universidad y nuestra vida cambiar por completo.
El cielo londinense está nublado. La brisa fresca me entumece los dedos, así que subo la ventana para entrar en calor.

Un par de calles más adelante, Nicole pide que aparque enfrente de un mini súper para comprar algunas cosas y comerlas en casa.

—¿Chiara nos alcanzará después? —pregunto al entrar al local.

—Sí, me escribió hace rato. Está resolviendo un problema en el colegio — responde Madison, revisando lo que llevaremos.

—Perfecto. Voy por unas papitas que vi el otro día atrás. — me separo de ella, distraída.

Ha pasado un mes desde que fuimos al concierto en Windsor y aún no puedo creer que lo haya disfrutado tanto, tampoco que haya chocado por andar bobeando con el celular.

¡Qué vergüenza! Espero que ese chico de verdad me haya disculpado. Desde entonces no dejo de recordarlo, sobre todo después de verlo afuera del hotel.

Como siempre, voy tan distraída que o miro por donde camino. Y, como si el destino quisiera burlarse de mí, choco con una espalda ancha, un cuerpo alto y fuerte que me hace sentir diminuta.

—Lo siento…— murmuro con la cara roja.

El chico apenas se gira. Sus ojos color avellana me recorren de arriba abajo. Rueda los ojos y sigue caminando sin decir nada.

—¿Qué le pasa a este tipo? — susurro molesta.

Sigo andando hasta el pasillo trasero y encuentro las papitas que buscaba.

Busco a mis amigas quienes se han perdido por el local que no está tan grande, encuentro a Nicole en la zona de cervezas, refrescos y más, junto con Madison quien le está explicando alguna cosa.

—¿Ya eligieron algo para la pizza? — pregunto.

—Si. Y también un chico muy guapísimo, ¿no lo viste? — Nicole sonríe mientras toma otro refresco— Creí que lo habías encontrado, estaba en el mismo pasillo que tú.

—No, solo choqué con imbécil. Le pedí disculpas y el muy idiota solo me vio de arriba abajo ignorándome. No lo vi bien, porque llevaba gorra. — Aprieto los labios, sintiendo la molestia en el estómago.

—Tal vez era el mismo, cuando pasó por mi lado no siquiera me volteó a ver — dice Nicole deja otro refresco en el carrito —. Cuando paso por mi lado ni siquiera volteo a verme.

Me encojo de hombros y le restó importancia cuando veo que ya llevamos medio carrito.

—Bien, dejemos al tipo ese — tomo el carrito y lo empujo siendo seguida de Nicole y Madison —. Vamos a buscar a las demás.

En el camino metemos más cosas, al final del pasillo se encuentra el mismo tipo con el que choque hace un momento, a su lado está otro chico, uno un poco más bajo que el, pelo castaño claro, piel blanca y de ojos azul eléctrico. Parecen bromear, porque el de gorra se ríe con fuerza.

Lo observo mejor: ropa casual, brazos descubiertos, la gorra negra…siento que ya lo he visto en otra parte.

Nuestro turno llega; mis amigas empiezan a guardar las cosas en las bolsas y yo termino pagando. salimos del establecimiento justo cuando un coche negro pasa cerca de nosotras, silbándonos. Nicole, sin pensarlo, levanta el dedo corazón. Yo solo pienso lo mismo que antes: imbéciles.

Durante el camino las chicas y yo seguimos cantando, pero ahora no abrimos la parte de arriba porque han caído algunas gotas.

Cuando llegamos a casa, veo a Noah sentado en el porche. Tiene los codos apoyados en las rodillas y su cabeza en sus manos, con el gesto preocupado y los ojos cansados.

Estacionó, dejo que las chicas entren y se acomoden, y regreso con él. Lo rodeo con un abrazo, intentando trasmitirle cala. Le doy palmadas suaves en la espalda, hasta que poco a poco se separa, limpiándose las lágrimas con una sonrisa débil.

—¿Mejor? — pregunto cuando lo veo respirar con más calma.



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En el texto hay: amor, crecer, amistad cariño

Editado: 26.08.2025

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